52 |Vida

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Narra Maggie

Ava me encontró a media camino. Está conduciendo sin cautela, sin siquiera mirar más de una vez los semáforos y acelerando cuando es posible. Y cuándo aparecen los peatones se detiene, sigue al trayecto al hospital, al lugar dónde necesito llegar.

Donde debo estar.

Mi corazón golpea contra mis costillas con cada brusco latido que da, y pareciese que se ve alimentado por el suspenso, la adrenalina y el miedo que se precipitan a través de mi cuerpo mientras que ese órgano que sigue bombeando sangre a todo sistema solamente aumenta su velocidad con cada minuto que pasa y me veo encerrada en ese puñetero coche. Cada calle parace prolongarse, hacerse infinita a medida que el tiempo transcurre en cámara lenta y mis pensamientos se dispersan entre las incontables posibilidades que pudieron dar origen a tal fatalidad.

Para el momento que los neumáticos de ford negro chillan contra el pavimiento del estacionamiento del hospital siento un nudo se forma en la boca de mi estómago y que mi garganta se cierra dejándome sin aire; mi respiración es tan acelerada cómo descontrolada.

Un mal presentimiento me estremece de la más efímera manera.

Ni siquiera me doy cuenta de que estoy temblando hasta el momento que bajo del coche. Trago y enfoco las puertas giratorias del lugar dónde te pueden decir que tu hijo ha nacido o que un familiar ha muerto, que te has curado de una enfermedad cómo que un cáncer esta acabando con todos tus órganos y no hay cura que sirva para acabar con él.
Entro allí y camino todo el pasillo, el enfermo olor inunda mis fosas nasales.

-Maggie -Una voz me incita a buscar al dueño pero no necesito mirar alrededor para saber que es Martin; sus cuerdas vocales vibrando con una fragilidad tan notable cómo su aflicción.

Abriendo los ojos lo encuentro de pie a unos metros de distancia, en medio de un corredor con una enfermera tomándolo de los hombros en un mísero intento de consuelo. Martin se zafa del agarre y antes de que siquiera abrir mi boca para responder siento sus brazos a mi alrededor.

Me estrecha con fuerza, con una necesidad de desahogarse que me hace replantearme lo que es el verdadero dolor; un sollozo escapa de sus labios.

Martin tenía tan solo quince años y estaba intentando soportar este gran dolor.

-¿Qué ocurrió exactamente? ¿Dónde están tus padres? ¿Dónde está Duff? -Interrogo nerviosa.

-Él... me llamaron hace un par de horas.-Toma una respiración temblorosa- Está en una sala con un montón de doctores y enfermas...y-yo sólo quiero estar con él- las lágrimas ahora caen por su rostro y se nota el sonido desesperado en su voz.

La puerta de una habitación es abierta de golpe y personal del hospital comienza a salir de ella con rapidez; maquinaria es jalada por la gente qué grita cosas y no soy capaz de comprender hasta que sale una camilla llevada por dos doctores.

Y ahí, entre sábanas blancas se ven manchas de sangre, está el cuerpo de Duff.

Siento que mis vías respiratorias se cierran de forma automática. Su pelo rubio está de color carmín sucio, un respirador cubre su boca y nariz para llevar oxígeno a sus pulmones y más arriba sus ojos estan cerrados, sus pómulos magullados. Una gran herida sangra y traza un camino desde su sien derecha hasta su mentón y nunca he sentido mayor dolor de verlo así. No me di cuenta que estaba llorando hasta que vi mi camiseta estaba mojada por pequeñas gotas.

Entonces, cómo si la imagen no fuera demasiado cruel, hay una gran herida debajo de su abdomen.

En ese momento llega Ava, toca mi hombro y lentamente me abrazó a ella. Sollozando cómo nunca lo había hecho.

Tattooed Heart «Duff McKagan» ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora