26| Despacio
Un rayo de sol toca mi rostro, obligándome a abrir los ojos, dejándome enteramente desconcertado, en mi habitación nunca me había entrado algún rayo de sol, principalmente porque suelo poner unas cortinas en la ventana.
El cuerpo que se encuentra a mi lado irradia calor. Giro mi rostro para verle descansar, se encuentra tan relajada. Su respiración es regular y siento su corazón latir, justo en la posición que estamos, ella apoya su cabeza en mi cuerpo y su mano está sobre uno de mis brazos, la posición que adoptamos inconscientemente al dormir me parece muy íntima, a pesar de no estar tan unidos, tomo la decisión de no moverme con temor a que se despierte.
Con mi mano apartó un poco de cabello que se le corría por la frente y lo hecho hacia atrás, en el proceso me doy cuenta de que tiene un tatuaje detrás de la oreja derecha, una flor de lis. Con mi dedo marco el pequeño trazo de su piel en silencio, pero fue un error, inmediatamente lo hice se removió.
Giró su cabeza para verme, sus ojos estaban un poco chicos por dormir, pero de todas formas se veía hermosa, sonrió un poco y se apartó de mí, notando que estábamos muy cerca.
—Lo siento —dice totalmente sonrojada.
—¿Por qué te disculpas? —inquiero.
—Por esto. —Baja la cabeza.
Llevo mi mano a su barbilla para lograr que me mire.
—No había dormido tan bien nunca —le digo para que no se sienta avergonzada. Que hayamos compartido cama no significa que deba estar pidiendo perdón o sentirse avergonzada.
Ella sonríe y de pronto vuelve a sonrojarse.
—Quisiera saber que te tiene tan sonrojada —murmuro.
Se muerde el labio y niega.
—No es bueno compartir todo lo que pasa por nuestros pensamientos —responde saliendo de la cama.
Sí, supongo que no es adecuado compartir todo lo que pasa por tu mente, como en este instante, me está brindando una gran vista que aparte de no tener nada fuera de lo común mueve algo en mí.
—Supongo que sí. —La veo tomar una goma de la mesita y envolver su pelo corto en la misma.
Mis ojos no pueden resistir ver el escote de su piyama y me avergüenzo de lo que pasa por mis pensamientos, así que me pongo de pie antes de hacer cualquier tontería.
—¿Alguna vez has pensado en tener sexo con una extraña? —detengo mis movimientos y la miro nuevamente.
—¿Por qué lo preguntas?
—¿Solo podrías responder? —dice.
—Sí. —hay muchas mujeres atractivas por ahí y decir que no he deseado estar con alguien que no conozco sería mentira—. ¿Y tú?
—Sí, si te soy sincera sí —responde moviendo la orilla inferior de su piyama.
—¿Y lo has hecho? —pregunto intrigado.
—Mi moral puede conmigo —responde.
—Tal vez si le hubieses dicho a ese alguien se hubiera sentido afortunado —digo—. Pero no siempre es bueno confiar, Lauren, pueden llegar a aprovecharse de ti.
Ella sonríe dejando a la vista sus hoyuelos y deja de mover su suéter de tirante que usa como piyama.
—¿Qué pasa cuando quieres que se aprovechen? —da un paso adelante.
Muerdo mi labio por su cercanía. Siento como si se estuviera exponiendo, como si estuviera diciendo que yo soy esa persona, sin embargo, sé que no, que nos hayamos besado no significa más que una pequeña atracción, que probablemente no llegue a más, porque no sé si me atrevería. Es como ella dice una cuestión de moral y tal vez, esta no sea por moral, sino respeto a esa otra persona y tratar de no decepcionar.
—Disfrutas. —Trago saliva al ver que se encuentra a sólo centímetros, tan cerca que puedo sentir su aliento, tan cerca que los latidos de mi corazón acelerado es lo único que puedo escuchar, tan cerca, como para sentir el calor de su cuerpo.
La palma de su mano sube a mi pecho y empieza a acariciar mi torso, hace círculos abstractos sobre mi pecho desnudo, nunca duermo con camiseta y ver que causo una impresión en ella, me hace querer no hacerlo, pensé en algún momento poner una porque podría causarle molestia, sin embargo no es así. Al parecer se deleita con la vista.
Su mano se mueve para subir por mi clavícula hasta mi cuello, sus caricias me tientan a tocarla, pero tengo miedo, de hacer algo mal y molestarla otra vez a pesar de que había afirmado que en este tiempo aquí no la había ofendido o hecho sentir mal, pero verla llorar, así tan vulnerable, me hace pensar que no sería correcto.
Sin embargo no puedo evitarlo y llevo una de mis manos a su cintura estrechándola más a mí, sintiendo su pecho contra el mío, latido con latido y su aliento justo frente a mis labios comenzando un beso, que hace que un jadeo escape de mis labios. No nos besamos como las otras veces con calma, sino con pasión, como si necesitaríamos saciarnos uno del otro, un beso que me lleva a pensar que no quiero una amistad con ella, que quiero algo más y ese algo más no es precisamente de este modo.
Así que la apartó un poco.
—Lauren —murmuro—. Me gustas ¿vale? pero quiero ir despacio, que nos conozcamos. —sonrío—. Que tengamos una cita. Esto me hace sentir cursi.
Ella sonríe.
—Lo cursi es hermoso —su sonrisa hace que hoyuelos se marque en su rostro, haciéndola parecer tierna y adorable—. Y... —baja la mirada—. Tienes razón, creo que es muy apresurado.
—Puedes besar bien Lauren, pero tu aliento apesta —digo para aligerar la conversación.
Ella lleva una de sus manos a su pecho de manera dramática y abre de manera exagerada los labios.
—¿Sabes que fui cinta negra?
Di un par de paso atrás, mientras ella se acercaba, entonces eché a correr. He corrido miles de veces en mi vida y he quedado en primer puesto, pero que corra tan rápido como para alcanzarme, me sorprende, más me sorprende caer a la alfombra de la sala con el impacto de su cuerpo y no podemos evitar reír.
Su risa es suave y se le achican un poco los ojos al reír.
—También me gustas Chris —dice mirándome a los ojos.
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Lila ✔️
RomanceElla hizo la promesa de que después de su viaje a San Francisco traería la felicidad con ella. Que superaría ese pasado que tanto la atormenta. Él se ofreció a ayudarla, pero nunca prometió que la ayudaría a afrontar su pasado, aunque sin darse cuen...