48¦ Busquemos ayuda Lau

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48| Busquemos ayuda Lau

6 de Noviembre 2012

No hubo un funeral, solo hubo un entierro al que no fui, estaba indispuesta, todo lo que había mejorado de la bala en la pierna y cualquier herida causada por los cristales de las escaleras no fue suficiente para darme de alta, el constante nerviosismo en mi sistema hacía que mi presión subiera a pesar de no sufrir de la misma.

Mi abuela había venido unos días después de Miami, había pasado gran susto y en una ocasión tuvo que ser atendida de emergencia.

Mi padre estaba bajo control, se le había administrado los medicamentos necesarios, pero no saldría de allí por haber cometido los delitos a pesar de su enfermedad. La distribuidora farmacéutica donde había comprado las pastillas de mi padre había sido cerrada y demandada por una gran suma de dinero que no repondría las vidas de mi madre y mi hermana, aunque no era culpa de ningún dependiente o dueño de la farmacia, yo debí haber visto la fecha de caducidad del producto, pero no lo hice y ahora que recuerdo, nunca lo hacía.

Había intentado comunicarme con las hermanas de mi padre, incluso con mis abuelos paternos con quien nunca habíamos tenido una buena relación porque nunca quisieron a David a causa de su enfermedad. No contestaron el teléfono, no devolvieron la llamada. Había visto un sin número de veces a mi padre deprimirse por no ser el hijo que sus padres hubieran querido, por recordar cómo le trataban en su infancia, como le maltrataban por ser como era, imperfecto.

Me había quedado a vivir con los Stone unas cuadras más allá de mi casa, un nuevo espacio que habían adquirido, que antes de todo lo ocurrido no me gustaba porque hacía que la casa de Joey quedara lejos de la mía, ahora agradecía no poder ver el invernadero por la ventana.

Sentía que era una carga, que éramos una carga, pues mi abuela y yo vivíamos con los Stone, yo no me atrevía a poner un pie en mi antigua casa por más limpia que estuviera. Pensamos en alquilar un apartamento, para vivir las dos juntos, con lo que quedábamos de familia, pero Jayne, Joey y su padre nos impedían la salida, decían que éramos su familia y que por nada del mundo nos dejarían solas. Veía como mi abuela se hacía la fuerte, para no verme deprimida, pero ella no podía sola, ella no podía mostrar algo que en verdad no tenía, paz, firmeza y estabilidad.

Duré seis meses para retomar mis clases en la universidad, los profesores me veían con lástima y en los pasillos aún se rumoreaba lo que había pasado, así que decidí retirarme, cambiar de universidad y empezar en un lugar donde me trataran normal, donde nadie sintiera lástima y pena de mí. Había formalizado una rutina, levantarme, trabajar, estudiar y sentarme a cenar con los demás, cargar mi tiempo para no pensar, para no llorar.

El primer año había pasado, había pasado como una tortura, lloraba casi todas las noches si no era que estaba muy agotada, pasaba mi tiempo libre con la abuela o con Joey que en este último año ya no se apartaba de mí. Se aseguraba de que comiera, de animarme cada vez que estaba deprimida, siempre tenía una salida para todo, siempre encontraba como volver ese mal momento en algo bueno.

—¿Lauren me estás escuchando?

—Lo siento. Yo... —froto mis manos en el rostro.

—Tienes que ver un psicólogo —le miro.

—Yo no quiero ver a nadie, no lo necesito —gruño.

Toma mis manos y hace suaves círculos en mi palma.

—Sé que no te encuentras bien, lo noto, tienes ojeras, a cada rato lloras, aunque intentes esconderlo, sé que lo haces, no eres la misma de antes, ya ni siquiera tomas una de tus cámaras y sales a fotografiar. —Se me llenan los ojos de lágrimas—. Ya no te veo escuchar música, que sé lo tanto que te gustan las canciones de Maroon 5, no has tomado vacaciones desde que volviste a trabajar, extraño verte feliz, verte sonreír, ver que cada vez que miras una flor... —se detiene.

—Le tomo una foto para mi madre —completo dejando que las lágrimas salgan.

Se acerca a mí y me abraza, nos quedamos abrazados por mucho tiempo, tal vez minutos o quizás horas, solo sé que estamos ahí, yo derramando lágrimas en su suéter. Él tenía razón, no estaba bien, nada estaba bien, pero no me sentía segura de ver un psicólogo, suficiente tenía con Joey estudiando psicología, que era como sentir que me estudiaba solo con la mirada.

Nos apartamos y secó mis lágrimas con un pañuelo que no sabía que tenía.

—¿Entonces qué dices?

—Solo... Dame tiempo sí, lo haré, pero dame tiempo —respondí dándome la vuelta y caminando a mi habitación.

¿Por qué debía ser tan duro? ¿Por qué no pudieron durar más conmigo? ¿Qué fue lo que hice para merecer algo como esto? Yo necesitaba respuestas, pero no sabía dónde encontrarlas, no sabía que me costaría varios años llegar a ella.

Lila ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora