Ella hizo la promesa de que después de su viaje a San Francisco traería la felicidad con ella. Que superaría ese pasado que tanto la atormenta.
Él se ofreció a ayudarla, pero nunca prometió que la ayudaría a afrontar su pasado, aunque sin darse cuen...
—¡Buenos días! —canturreo cuando llego a la cocina y noto como los dos hombres que me acompañan se encuentran en la misma.
Joey está sentado en uno de los taburetes frente a Chris quien frunce ligeramente el ceño, al parecer la única con humor excelente aquí soy yo. Soy consciente de la tensión en el ambiente, no sé qué hablan si es de mí, si debo preocuparme o no, lo que sí sé es que me haré a la idea de que no he notado nada.
Me acerco a ambos y abrazo por detrás a Joey dirigiendo una sonrisa sutil a Chris que me mira aligerado las facciones de su rostro, beso su mejilla y luego paso al lado de mi compañero de piso y de igual forma beso la suya.
—Buenos días Lauren —dice con una sonrisa algo forzada.
¿A quién engaño? ¡No puedo fingir como si estos dos no tuvieran algo que ocultarme!
—¿Qué sucede? —pregunto cruzándome de brazos y mirando a ambos con las cejas en alto.
Ya me he rendido, levantar solo una ceja no es para mí.
—¿Qué va a suceder? —Joey se hace el idiota.
Aparto una silla para sentarme junto a ellos y espero a que alguno de los dos hable y deje atrás su incomodo silencio. Sin embargo solo nos miramos y resoplo ante tan estúpida situación.
—¿Alguien me dirá que diablos sucede con ustedes? —digo frunciendo el ceño.
Christopher mira a Joey y Joey me mira a mí, resoplo ante la estúpida e incómoda situación. Me levanto del asiento dejando el buen humor con el que me levanté y me dirijo al baño para darme una ducha.
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La mañana no puede resultar mejor, Joey y Christopher parecen tener una disputa interna de la que ninguno de los dos piensa decir mucho. El timbre suena y antes de abrir si quiera la puerta aparece Ava con una maleta pequeña seguida de Zane.
Al parecer han llegado juntos.
—¡Hola vacaciones! —grita a nadie en especial y no puedo evitar reír.
Ava lleva el pelo tejido con largas trenzas color azul y negro haciendo destacar un poco su cabello achocolatado.
—Me encanta tu cabello —le digo cuando viene a abrazarme.
Ella pasa sus manos por sus trenzas y sonríe.
—Fue idea de Jessica, dijo que en su país lo hacían mucho para irse de playa y vacacionar, así que tomé la iniciativa de esas raíces latinas.
Asiento comprendiendo que habla de su compañera de piso.
—Yo con algo así muero, ¿no te pesa la cabeza? —Inquiere Zane detrás de ella.
