Me muevo intranquila al sentir sus manos en mis pies intentando sacar los trozos de vidrio.
—Si no fuera por ese maldito gato estuviera disfrutando de mi chocolate con leche sin ningún tipo de obstáculos. Odio los animales —resoplo—. Auch —me quejo al sentir como extrae un trocito de cristal.
—Si no te estás quieta no acabaremos hoy. —Me mira a los ojos, levanta una ceja y vuelve a concentrarse en mi pie.
Hago una mueca de dolor, nunca he sido muy valiente, recuerdo que cuando salía a jugar con mis amigos y me tropezaba comenzaba a llorar, aunque apenas fuera un rasguño. Se puede decir que para hacer algo fuera de lugar, conmigo nadie contaba. Aunque no me sentía mal por ello, estaba consciente de no querer forma parte de las locuras que hacían los demás. Eso se lo dejaba a mi hermana.
—Hay dolores más grandes, mucho más grandes, y si no puedes soportar una cosa tan pequeña como esta, créeme cuando des el primer paso te quedarás atascada. Así que por favor, estate quieta Lauren.
En ese momento sentí como si pudiera saber todo lo que me ha pasado, como si supiera lo que me atormenta, y estuviera seguro de que por una razón que ni yo misma conozco tengo las pesadillas, anteriormente he querido obligarme a pensar cosas que me lleven a un control con respecto a esto, pero no logro identificar mis temores, y tengo a ciencia cierta que si no tengo claro a lo que temo jamás podré superarlo. Pero no es lo que me preocupa, lo que sí me preocupa está en la facilidad en que dirige sus palabras a mí y llegan a tener un efecto. Sus palabras solo hicieron que sintiera como si me estuvieran dando una bofetada por hacer algo mal y a pesar de eso no quiero recapacitar.
El silencio que siguieron sus palabras me asustó, su semblante serio y concentrado era algo que lo hacía lucir como alguien impenetrable, sin temor a nada.
—Gracias —dije cuando terminó de extraer todos los pequeños trozos de cristal de mi pie.
Me intento poner de pie para limpiar todo el desastre que causé, mi pie no duele tanto, en especial porque ya no tengo ningún cristal incrustado.
—No te preocupes, yo lo limpio —dice cuando nota cual es mi intención.
—No es necesario, yo soy la culpable de todo esto, deja que te ayude.
—Solo quédate ahí —me señala con un dedo, que resulta algo intimidante, así que hago caso a sus palabras y me quedo sentada en el mismo lugar.
—Sé que fotografías, pero en realidad que te trajo aquí —inquiere mientras recoge los pedazos de cristal y lo vierte en la basura.
—Estoy empezando un proyecto y pensé que San Francisco sería el lugar adecuado para ello. Pero tengo un pequeño problema.
—¿Cuál? —deja de hacer lo que estaba haciendo y me mira.
—No conozco nada.
Eso me hace sentir estúpida, elegir una ciudad, que básicamente la elegí al azar y no saber que quiero visitar. Debería de estar avergonzada, creo que hasta un extranjero sabría mejor que yo a donde ir.
—Tal vez podría... no sé. —Se encoje de hombros—. Ayudarte.
Asiento, esto es justo lo que necesito, una guía.
—Eso suena como una excelente idea —sonrío y él también.
Me quedo mirándolo, no sé porqué, simplemente su rostro es algo que es tentador de ver, no es el hombre más guapo que he conocido; sin embargo hay algo en el que atrae, quizás es porque nunca me detengo a estudiar el rostro de alguien, bueno solo a Joey, y es que paso tanto tiempo con él que tendría de manera obligatoria que saber cada esquina de su rostro, podría tomar papel y lápiz y dibujar su rostro con lujo de detalle.
—Tenía pensado que mi álbum se basara en paisajes, pero no específicamente en un paisaje en concreto, más bien mostrar la esencia de la ciudad, no sé con exactitud cómo explicarlo.
Asiente.
—Vale, no eres de retratos.
—Me has entendido perfectamente bien.
De ahí nos siguió un pequeño silencio.
Miro mi pie vendado, no creo que haya sido necesario hacer eso, los cortes no son tan grandes, pero creo que la cantidad de sangre que salió del mismo hace que parezca en mal estado.
Me siento un poco incomoda hablar con él, no tengo mucha relación con nadie, no suelo hacer amistades porque implica mostrar mis miedos y no estoy dispuesta a ello. Siempre he sido de esas que tienen muy pocos amigos.
—Mañana podríamos empezar, conozco un lugar perfecto para eso, no es un lugar turístico ni nada por el estilo, pero es muy lindo. —El gato que anteriormente me asustó aparece a su lado, empieza a darle vueltas a los pies de Christopher, este lo toma en sus brazos y acaricia su peluda piel—. Creo que no le van las visitas. —Cambia de tema concentrado en brindarle caricias al animal–. Lila nunca ha sido cariñosa con los demás.
—¿Lila? —no puedo abstenerme a preguntar.
—Sí, así se llama —responde sin mirarme.
—Es un lindo nombre —digo esbozando una sonrisa.
—Mi abuela le dice así, aunque no se llamaba de esa forma, pero fue tanta su insistencia, que tuve que cambiarle el nombre.
Mi celular que estaba en la encimera empezó a sonar, lo tomo y lo pego a mi oído.
—Hola —saludo sabiendo con exactitud que se trata de Joey.
—Te estaba llamando anoche y no contestabas mis llamadas —se queja sin ni siquiera responder a mi saludo.
—Las personas duermen por si no lo sabías —ruedo los ojos.
—Ayer hablé con la doctora y me dijo que tienes pesadillas, ¿por qué no me has dicho nada? —suena cabreado.
—No creí que fuese necesario —respondí.
—Soy tu amigo Lauren, soy casi tu hermano ¿y me ocultas algo como eso? —sube la voz.
Aprieto los labios, sé que se preocupa por mí y quiere que le cuente todo con pelos y detalles, pero no quiero incomodarle más de lo que ya lo hago.
—No es tan importante —digo en voz baja—. Además no es como que andes por la vida contándome tus sueños.
Él río un poco ante mis palabras.
—No suelo tener sueños aptos para compartir. Suelen ser subidos de tono —bromea y no puedo evitar reir—. Pero fuera de eso. Es muy importante Lauren, eres muy importante para mí y quiero que estés bien, no que me ocultes cosas.
—Intentaré no hacerlo.
—Espero que así sea —resopla.
—Te quiero.
—Yo también te quiero Lauren —dice y cuelga.
Miro el teléfono en mi mano. Realmente está enojado. Nunca suele durar tan poco tiempo junto al teléfono, aunque con la hora que es de seguro está trabajando.
Tomo aire y dejo el celular en la encimera, busco a Christopher con la mirada, pero ya no está. Se fue y no terminó de explicarme como haríamos para ir a tomar las fotografías.
Él definitivamente es extraño.
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Lila ✔️
Roman d'amourElla hizo la promesa de que después de su viaje a San Francisco traería la felicidad con ella. Que superaría ese pasado que tanto la atormenta. Él se ofreció a ayudarla, pero nunca prometió que la ayudaría a afrontar su pasado, aunque sin darse cuen...