63. Un abrazo como estar en casa
1 de octubre 2017
La institución del gobierno en la que está internado mi padre parece más grande de lo que recuerdo. Nunca había estado allí antes ni pensé estarlo hasta hace poco, aún así, siento que es más grande que cuando la abuela vino a verle. El lugar me intimida y encontrarme con la persona que hace años no veo de cierta forma me aterra. Casi le ruego a Chris que venga conmigo, ver a mi padre sola resulta más aterrador que teniendo compañía por lo que se encuentra a mi lado en todo momento.
Una mujer de mediana edad nos atiende, toma nuestros datos y nos hace firmar en un libro de registro de visitas, además de revisar que mi pequeño bolso no tenga nada que pueda peligrar la salud de los residentes o en otro caso ser instrumento que puedan atentar con la vida de los demás.
—Síganme por aquí —la mujer nos guía hasta una sala, la mayoría de las paredes tienen colores neutros, sin embargo esta es diferente, hay televisión a una altura considerable en la pared, mesas con algunas personas sentadas en ellos leyendo algún libro e incluso jugando a las cartas.
Nos adentramos en el lugar y algunas miradas se posan sobre nosotros, la mujer que nos guía se detiene en una mesa a mitad de la sala y me tiemblan las manos al verle. Está de espalda, pero sé que es él.
—David, tienes visita —le informa la mujer.
Él se da la vuelta y me mira. Mis ojos se llenan de lágrimas al verle. Su cabello está canoso en ciertas partes como si fueran mechones y noto como ciertas partes de su piel ya está un poco arrugada. Sus ojos azules me miran con profundidad también y noto como se llenan de lágrimas.
—Lila —susurra con voz entrecortada.
—Papá. —No puedo evitar acercarme, él se pone de pie y le da una breve mirada a la mujer a nuestro lado como si estuviera pidiendo permiso, ella asiente y nos detenemos en un abrazo.
Sitúo mis brazos a su alrededor y mis lágrimas ruedan por mis mejillas, se siente como estar en casa. Como si nunca nada hubiese sucedido, se siente como lo correcto. El abrazo no dura mucho tiempo, aún así, sentí como si una parte de mí obtuvo lo que tanto esperaba.
—Les dejaré un rato —dice la mujer y se retira.
Mi padre vuelve a tomar asiento y yo me siento en la mesa también, Christopher se sienta justo a mi lado con mi padre al frente.
—Siento haber tardado tanto en venir —me disculpo.
—No importa cuánto hayas tardado, lo importante es que estás aquí —responde.
Sonrío.
—Él es Christopher, mi novio —le digo a mi padre. Es la primera vez en mi vida que le presento un novio a mi familia.
Nunca pensé que fuese a hacer eso, menos de esta forma.
—Es un placer conocerle —mi padre niega con la cabeza y sonríe. Por un momento pensé que diría algo que haría de este momento que tanto temí un mal momento.
—El placer es mío —responde David.
Mi padre empieza a hacer preguntas a Chris, supongo que para cubrir su parte de padre de proteger a sus hijos y realmente me gusta que nuestra conversación no vaya por el camino que tanto temo.
— ¿Qué hay de ti cariño? —pregunta esta vez mirando hacia mí.
—Yo... —tartamudeo—. Yo fui a San Francisco, allí conocí a Chris, conocí a muchas personas asombrosas papá. Estaba pensando en llevar a cabo la fotografía como algo profesional.
Él sonríe.
¿Qué tanto sabía mi padre? ¿Él era consciente de que Payton estaba viva? ¿Ella le habrá mentido a él también, su falsa estaría delante de todos o solo las personas que nos conocían creían esto? No estoy segura de la magnitud de la situación, pero decirle que su otra hija vive si no lo sabe puede quitarle un peso de encima.
—Me alegro de que hayas podido conocer otros lugares —dice.
—Te he traído algo —saco de mi bolso el libro que encontré en la caja ayer, está firmado por mamá, tiene una dedicatoria por lo que debió ser muy importante para él, debe de ser un muy buen recuerdo.
Le extiendo el libro y él lo toma con sus manos y lo observa por un momento.
—Este libro me lo regaló tu madre —Abre el libro en la primera página, las letras cursivas de mi madre estaban ahí. Tenía como fecha siete años después de que nací. Es demasiado viejo como para conservar su buen estado—, el día de mi cumpleaños.
—Pensé que te gustaría tener algo que te recuerde a casa, a mamá.
—Gracias.
—Yo no solo vine para visitarte. Quiero darte una noticia.
—¿Seré abuelo? —abro mis ojos más de lo habitual y miro a Christopher quién se tensa tras sus palabras.
—Solo bromeo —dice con una sonrisa en sus labios.
De hecho ya lo es.
—No, no vas a ser abuelo.
No de mi parte, pienso.
Río con nerviosismo.
—¿Qué fue lo último que supiste de Payton papá?
Sé queda pensando un momento y luego niega con la cabeza.
—Está bien, no tienes porque responder esa pregunta. Ella está viva papá.
Puso su mirada en mis ojos con el ceño fruncido y me cuestiono si fue correcto decírselo.
—Me enteré hace poco que estaba bien, que no había... —Trago con los ojos picando por querer llorar—. Yo la vi. Ella se fue por miedo y pensó que fingir que su vida se había terminado era la mejor manera de afrontar la situación.
—Lauren... ¿Payton? ¿Mi Lis?
Asiento.
—¿Está bien, viva? —Vuelvo a asentir.
Sus ojos azules se llenan de lágrimas y estas caen por su mejilla, no hago ningún movimiento, solo me quedo viendo como sus lágrimas caen.
—Fue una gran sorpresa, pero ahora que lo sabemos probablemente venga a visitarte. Si yo te extrañaba. Ella también —digo con sinceridad—. No quiero que te culpes de nada ¿sí? —digo tomando con mis manos las suyas por encima de la mesa—. Estamos bien y si es por mí ya te he perdonado papá. Te quiero, no lo olvides.
Derramo un par de lágrimas al igual que él.
—Yo también te quiero mi niña —responde.
La mujer de hace un rato se vuelve a acercar para decir que nuestro tiempo se ha acabado. Nos ponemos de pie y vuelvo a darle un corto abrazo a David prometiendo venir a visitarle otra vez.
Sentí como si una carga hubiese sido quitada de mis hombros.
Ya no dolía como antes, no dolía como cuando hablaba con Amanda. Realmente el sufrimiento no es eterno y si nos perdonamos y perdonamos a los demás ese tiempo es más corto.
Me di cuenta que sufrí por elección, justo ahora sonrío porque es mi elección. Sufrir es como el amor, así como elijes si quieres abrirte al amor así mismo elijes abrirte al sufrimiento. Sí hubiese sabido hacer mejores elecciones, antes me hubiese abierto a la posibilidad de amar y ser amada, no a la de sufrir por lo que no hice.
Siempre cargué en mis hombros mochilas innecesarias, he andado con el pasado tras mi espalda y aunque no he perdonado a todos los que me han herido y no toda mi vida es perfecta. Dejaré el pasado a un lado y cargaré una mochila que me cause felicidad y me traiga buenos recuerdos.
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Lila ✔️
RomanceElla hizo la promesa de que después de su viaje a San Francisco traería la felicidad con ella. Que superaría ese pasado que tanto la atormenta. Él se ofreció a ayudarla, pero nunca prometió que la ayudaría a afrontar su pasado, aunque sin darse cuen...