Una tarde de baile y vinos su amor nació y se convirtió en la adición más grande que ellos algún día pudieron imaginar.
Elliot & Amy:
Querer volar tan alto como el halcón sin imaginar que jamás había volado más alto que el cielo de esa hada.
Ellos s...
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Después de su ardiente comentario el auto nos arropó de un incómodo silencio. Ninguno se atrevía a romperlo por no decir algo que hiciera que ese intento de amistad cayera en un precipicio.
Quince minutos después se detiene en el estacionamiento de un restaurante Griego "YK Greek Cuisine". Observo a Elliot y su rostro no refleja la diversión al salir de mi oficina.
—Espero que te guste la comida. —Comenta antes de salir. Llega a mi puerta y extiende su mano para ayudarme a salir.
—Nunca había venido a este restaurante. —Comento observando la decoración y el buen ambiente que se respira en las instalaciones.
—Soy amigo de la propietaria del lugar. —Hace una pausa, como para meditar sus palabras. —Lo descubrí un día lluvioso que mi auto se había averiado.
—Bienvenido señor Grey a YK Greek Cuisine. —nos recibe un joven. —Su mesa está lista.
—Muchas gracias, Rasuk. —Seguimos al joven a un reservado.
—¿Qué desean tomar? —Pregunta.
—Zumo de manzanas verdes, por favor. Para la señorita un zumo de mandarinas y la especialidad de la casa para ambos, gracias. —Asiente y se retira.
Observo la decoración y mi mirada se fija en la suya. Sus ojos me miran con una disculpa escrita.
—Disculpa, hermosa por ordenado por ti, pero me gustaría que probaras la especialidad de la casa y el zumo de mandarinas.
—Iba a sugerir que ordenaras por mí. —le sonrío.
Sus ojos no dejan de mirarme a pesar de tener al mesero colocando nuestro pedido. ¿Por qué esa miradas tan flamante y a la misma vez tan calida?
—Gracias. —musita con sus ojos clavados en mí. —me remuevo incomoda por la profundidad de su mirada que puede hacer que cualquiera caiga presa en ella.
—Podrías dejar de mirarme de esa manera. —le pido.
—Es la única manera en la que puedo hacerlo. —Responde, tomando de su bebida. —Te hace sentir lo que quiero mostrarte.
No lo dice como una pregunta, sino una afirmación y solo puedo esquivar la mirada. Suelta una risita y habla.
—Solomos Sta Karvouna: Es salmón al horno y aderezado al mismo tiempo con rodajas de limón, salsa de zumo de limón y aceite de oliva. Se suele servir acompañado de patatas fritas, guisantes y salsa de yogur. Ensalada griega o horiatiki salata: el queso feta cortado en cuadraditos de forma gruesa y las aceitunas Kalamata, conocidas también como aceitunas griegas. Rodajas de tomate y pepinillo, finas láminas de cebolla roja y tiras de pimiento verde, se adereza con aceita de oliva, vinagre rojo de vino, pimienta molida, orégano y sal.
—Suena delicioso. Buen provecho. —Asiente.
Empieza a hablar de cómo llegó a este lugar y lo mucho que lo ayudó Yan y como le devolvió el favor remodelando el restaurante. Lo bien que se siente al venir aquí y disfrutar de una agradable platica con ella cuando se siente agobiado por el trabajo y quiere escapar de la rutina. Debo admitir que pasamos dos horas muy divertidas y nos complementados el uno con el otro. Me confesó que siente una fuerte atracción por mí, pero que tiene una manera diferente de ver las cosas y que en la que yo no podría encajar.
