Capítulo 26

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Mi imprudencia causó que mi hermana perdiera la confianza que siempre había depositado en mí

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Mi imprudencia causó que mi hermana perdiera la confianza que siempre había depositado en mí. Su miedo por la reacción de Christian se hizo latente y de la peor manera. Mis lágrimas no dejan de salir y la mano de Elliot me sostiene para no caer. 

—Sé que mi hermana a partir de este momento no confiara en mí. —Sollozo.

—Ella entenderá que no lo hiciste con maldad, Amy. —Dice, llevándome a sus brazos. 

—Lo merezco porque revele algo que a ella le correspondía y no me di cuenta cuando lo hice hasta que vi su miedo. —Oculto mi rostro en su pecho. 

—Cuéntanos Amy. —Solicita Grace.

Le cuento cuando recibí su llamada en la mañana y fui a buscarla al Escala. La prueba de embarazo de farmacia y la ida al hospital. Su llanto por el miedo de la reacción por la noticia y que no quisiera al bebé. Trate de tranquilizarla diciéndole que se sentiría feliz por saber que su amor daría frutos. 

Miro a Christian y le digo, riéndome con dolor.—Veo que me equivoqué. —Le explico las semanas de embarazo y sus cuidados. 

La discusión entre Christian y Edward a pesar de estar en igual de condiciones y me hermano haberlo tomado de la mejor manera me llena de orgullo el saber que mis padres lo educaron de la manera correcta. Sus brazos me aprisionan contra su pecho para darme el consuelo que necesito, pero esa no la conseguiré hasta que no hable con mi hermana y me perdone por fallarle. 

Ver a Christian acompañado de Edward subir las escaleras para hablar con ella me preocupa porque sé que las cosas entre ellos se han complicados y todo por mi culpa. Las ganas de llorar se apoderan de mí y no quiero preocupar a mis padres más de los que están. Me disculpo y salgo al jardín para poder desahogarme. 

No puedo creer que haya faltado a la confianza que mi hermana había depositado por mí. Llego al área que pase tanto tiempo de niña con mis padres y hermanos. Me siento en el columpio me lleno de tantas alegrías. Dejando que las lágrimas saquen esta culpa.

—No tienes por qué llorar, hermosa. —La voz de Elliot me sobresalta. Sus ojos me miran con preocupación.

—Yooo. —El llanto no permite que hable. 

Se pone en cuclillas para quedar a mi altura.  Sus pulgares borran el rastro de mis lágrimas.  

—Todo estará bien, hermosa. Esos dos se aman demasiado para hacer que su pequeño no crezca en un hogar estable. Mi hermano es tonto pero nunca dejará sola a su mujer. —Lo miro por un instante.

Sus palabras de consuelo solo provocan unas ganas inmensas de besarlo, aunque le había dicho que sólo tendríamos una amistad. No puedo negar que lo he extrañado. Sentirlo tan cerca desde aquella noche que nos besamos con esa necesidad que nos sobrepasaba.

Sin pensar si lo que hago está bien o mal. Mis manos viajan a su largo cabello y mis dedos se pierden en ellos. Sus ojos me miran sorprendido por mi osadía. 

—Hermosa. —Su voz sale más ronca y cuando va a continuar mis labios encuentran su boca y lo beso como aquella última vez que nos besamos. 

Gruñe, al sentir con la fuerza que me aferro a su cabello. Sus manos viajan a mis caderas para llevarme a su regazo. Caemos en el césped y siento como su lengua recorre toda mi cavidad, sus dientes se apoderan de mi labio inferior y lo muerde con delicadez. Mi pelvis encaja con la suya y mis caderas se impulsan hacia arriba al sentir como sus manos agarran con fuerza mis nalgas. 

Oh, como deseo que estas telas no fueran un obstáculo entre los dos. 

Me aferro más a él y nuestro beso es más posesivo. Pero los recuerdos de nuestro último encuentro me golpea.

—Elliot, detente. —Gimo. —Al sentir como mi sexo se presiona con más ansias con el suyo provocando que nuestros cuerpos se enciendan. —Esto no está bien. No quiero ser una más. —Me separo lo más rápido que me permiten mis piernas. 

—¿Quién lo dice? ¿Qué hice para que pensaras que serias una más? Porque lo que veo es que ambos estamos tan perdidos el uno por el otro que no podemos estar juntos sin que esa magia se haga presente. —Pasa sus manos por su rostro. 

—Entre tú y yo no puede existir más que una amistad. —Le digo y yo quisiera créelo también. —Pero por más que lo intentemos no funcionará y no viviré con el miedo que un día me dejes o me engañe con otra.

Me mira como si estuviera loca y lo estoy.  Lo amo y lo deseo con locura y aquí estoy negándome una ves más. 

—Las cosas se harán como digas. Ahora tengo que refrescarme para calmar este fuego que me está consumiendo, el cual has provocado. ¿Dónde puedo refrescarme?

—Sigue derecho y cerca de la piscina está un baño donde puedas refrescarte. —Murmuro. 

En sus ojos puedo ver enojo. Asiente y me mira por un momento para luego negar.

—Los demás deben estar extrañados por nuestra tardanza. Deberías entrar. —Dice antes de caminar hacia la piscina.

Mis lágrimas no tardan en salir otra vez pero en esta ocasión es por el hombre que acaba de irse dejándome todo mi cuerpo necesitado de su calor. 

¿Quién te entiende, porque yo no?, me recrimina mi consciencia.

Mi corazón se siente tan confuso por ese beso, el cual fue tan diferente a los anteriores en este había una entrega no sólo de dos cuerpos sino de dos almas. Sentí que sentía algo más que una atracción en Elliot pude sentir cariño.

¿Será que ha aprendido a quererme?

Y ¿si me precipité a decirle que no habrá nada entre los dos?

 
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Feliz navidad.

Gracias por compartir este año y disfrutar de la maravillosa magia de la imaginación con nuestras locas ocurrencias.

Ustedes queridas lectoras son una pieza importantes en nuestras vidas y valoramos mucho que nos acompañen día a día. 

Gracias por estar con nosotras en el tren de la imaginación.  

Las quiero mucho.

Su amiga a distancia. 

Yo!!

Firewind.

Enamorada de un Dandy (#2) Sin editarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora