Una tarde de baile y vinos su amor nació y se convirtió en la adición más grande que ellos algún día pudieron imaginar.
Elliot & Amy:
Querer volar tan alto como el halcón sin imaginar que jamás había volado más alto que el cielo de esa hada.
Ellos s...
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Despierto a media noche con mi cuerpo empapado de sudor por haber soñado con Elliot y nuestros cuerpos desnudos. Miro mi móvil y las ganas por escucharlo me embargan y lo tomo para llamarlo, pero veo varios mensaje de textos de él y un mensaje de voz.
Le doy al buzón y mis lágrimas recorren mi rostro al escuchar su voz rota por la desesperación y el dolor.
¿Será que no me engaño?
¿Habré actuado de manera exagerada?
No te engañes Amy, lo viste con tus propios ojos y esa mujer lo acariciaba y él no la detuvo.
Me levanto y voy al cuarto de baño para lavar mi cara para olvidarme de él por lo que me quede de vida. Vuelvo a la cama y me duermo pensando que mañana será un día mejor aunque en el no este Dandy.
Despierto a las 8h y no tengo deseos de ver a nadie ni ocuparme de nada, por lo que decido no ir a la oficina y le informo a mi padre que me siento indispuesta. Me pregunta que si es grave y le digo que es un pequeño dolor de cabeza que no me dejo dormir y me siento agotada.
Sus ojos me estudiaron por un momento buscando la razón de mi desvelo, con una sonrisa tímida le dije que con descanso estaré bien y accedió.
Busco mi móvil para enviarle un mensaje Clare y me encuentro con otro mensaje de Elliot.
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De: Elliot Grey
Para: Amy Steele
Por favor, hermosa, dame el beneficio de la duda y permite que te explique las cosas.
No me condenes sin escucharme siquiera.
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Mis lágrimas no tardan en salir al leer cada uno de sus mensajes y me detengo antes de seguir leyendo cada una de sus palabras que solo hacen lastimarme más.
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Bajo a desayunar y recuerdo como habíamos pasado aquella noche en su apartamento y como me dijo:
"Estoy perdidamente enamorado de ti".
Me hizo el amor de esa manera tan tierna que hizo que creyera que realidad me amaba. Nunca me había sentido de esa manera tan feliz con ver en sus ojos ese brillo y esa paz al estar en sus brazos.
¡Oh, mi cielos!
Acaricio mi rostro borrando el rastro de mis lágrimas. Subo a mi habitación y me escondo bajo las sabanas. Lloro por amarlo tanto y no poder ser suficiente para él.
Tanto que luche por no caer en sus brazos. Por no entregarme a ese amor que había nacido sin mi permiso. Me negaba una y mil veces cuando sus labios me hacían flaquear y desear más y todo lo hacía para no sufrir al verlo con otra y en el momento más sublime me hace caer y golpearme con la más dura realidad.
Lo que tanto temía.
Ser una más para el Dandy de Elliot Grey.
Hoy es un día nuevo donde Elliot no está en mi vida y duele mucho y no quiero sentir todo esto que en mi pecho se ha instalado y me desgarra por dentro. Cierro los ojos buscando que el sueño lo aleje de mi mente y haga que este dolor se vaya por un momento.
~*~
Me remuevo buscando algo a mi lado pero no encuentro nada. Estrujo mis ojos para despertar por completo y miro la hora en el reloj de la mesa de noche y me sorprende saber que son las 12:00h.
¡Wow! He dormido toda la mañana.
Me levanto y entro al cuarto de baño. Veo mi rostro en el gran espejo y está completamente hinchado. Mis ojos rojos y con una pequeña bolsa oscura en ellos. No puedo seguir llorando y sintiendo que me asfixio en esta habitación llenado mi cabeza de recuerdos. Dejo caer mi bata de seda al suelo y entro a la ducha dejando que agua caliente le devuelva el calor a mi piel que ha perdido.
Seco mi cabello y me hago dos coletas bajas, busco unas bragas blancas y sujetador a juego. Hidrato mi piel y voy al armario, escojo una blusa blanca sin mangas, falda larga azul y una balerinas. Me maquillo para ocultar los rastros de una mala noche, rímel, lápiz de ojo y labial.
Busco mi móvil en la mesita de noche y reviso los mensajes y me encuentro con uno de Elliot. Empiezo a leer y mi corazón empieza a quebrarse una vez más.
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De: Elliot Grey
Para: Amy Steele
Amy, abre tu mente y no dejes que el dolor por lo que creíste ver te ciegue y nos aleje.
Dejaré que esta noche pienses lo ocurrido y solo te pido que dejes que tu corazón hable por mí y te diga que no te he fallado.
Te amo hermosa y jamás haría algo que te lastime y no sabes cómo me duele que estés sufriendo por mi culpa y por algo que no ha pasado y solo es un mal entendido.
Te amo y mis alas están lastimadas por no poder volar en tu cielo.
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Mis lágrimas me traicionan y vuelvo a llorar. Porque en estos momentos daría todo por tenerlo a mi lado y creerle que no ha pasado nada entre ellos.
Sus alas de halcón que volaron en mi cielo dejándolo completamente iluminado.
Niego con la cabeza borrando esos pensamientos que no me llevan a ningún lado. Dejo caer el móvil en la cama y salgo de la habitación en busca de aire fresco.
Camino por el jardín llenando mis pulmones de aire y llegan a mi mente los recuerdo de aquella noche que me atreví a besarlo y despertó mis ganas de ser deseada y amada por un hombre. Contemplo las rosas y su belleza pero aparte de eso están adornadas con dolorosas espinas que pueden causarte la herida más grande hasta hacerte sangrar.
A mí madre les fascinan los príncipes negros por su intenso color rojo y por ser para ella el significado del más grande amor. Desprendo una y su aroma inunda mis fosas nasales, pero las mismas hacen que mis dedos sangren llevándome al recuerdo cuando me entregue la prueba de mi primera vez.
Tomo un golf car y me dirijo hacia los viñedos y no entiendo porque me torturo recordando todo lo que he vivido con él.
—¿Por qué no pudiste conformarte conmigo? —Susurro, acariciando las cuerdas, sacando a flote mis sentimientos, mis gemidos, jadeos y gritos que provocaron sus caricias y sus ardientes besos.
Cierro los ojos disfrutando de ese maravilloso encuentro. En el cual me hizo olvidarme de todo.
"Joder, como disfruto hacerte mía".
"Soy tuyo, Amy".
Mis lágrimas por desearlo de la manera que lo hago y desearlo en este momento a pesar de todo hacen nombrarlo.
—Elliot. —Gimo.
—Aquí estoy, hermosa. —Susurra.
Mi cuerpo se estremece al sentir su aliento en mi cuello. No puede ser que este aquí.
Cierro los ojos con fuerza dejando caer la rosa al suelo que sostenía cuando siento su nariz recorriendo mi piel.
