Una tarde de baile y vinos su amor nació y se convirtió en la adición más grande que ellos algún día pudieron imaginar.
Elliot & Amy:
Querer volar tan alto como el halcón sin imaginar que jamás había volado más alto que el cielo de esa hada.
Ellos s...
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Me levanto y tomo mi móvil para llamarlo al segundo tono contesta. ………………………………………………………………………. Llamada.
—Grey.—Responde con ese tono frío. —¿Qué demonios quieres, Elliot? —Pongo los ojos en blancos.
—Bros, ¿Dónde andas, que no contestas mis llamadas? —Pregunto.
—De vacaciones en Aspen. —Dice serio.
—¿De vacaciones y esa rareza, Christian? Si a tu empresa no la dejas por nada ni por nadie. —Río para evitar que sospeche.
—Todo el mundo lo hace ¿Porque no puedo hacer lo mismo? —Gruñe.
—¿Qué tiempo estarás allá? —Pregunto.
—Una semana. Elliot, debo irme. —Cuelga sin esperar mi respuesta.
Fin llamada… ……………………………………………………………………….
Me volteo hacia donde se encuentra, sus ojos están fijos en mí y de inmediato sus mejillas se sonrojan.
Me estabas contemplando, hermosa.
Tengo que dejar todo listo en la oficina si voy a viajar y por lo menos disfrutare dos días con esta hermosa señorita.
—Amy, preparen todo que nos vamos para Aspen mañana en la noche. —Digo sonriendo.
—¿Aspen? —Dice sorprendida.
—Allá está Christian y haremos que esos tórtolos se reconcilien. —Digo con picardía y tú y yo trataremos de solucionar esta indecisión que tienes.
Mejor no pudieron salir las cosas para ti, Elliot Grey.
Y allá haré que te dejes querer por mí, mi querida Amy.
~*~
Estoy con madre almorzando porque sé que en los próximos días serán imposibles. Me cuenta como le está yendo a la loca de mi hermana en París y que la escucha más alegre que los días anteriores.
Claro, madre que está feliz y sabemos cuál es el motivo de esa felicidad.
—Hijo no he sabido de Christian en días. —Dice algo preocupada.
—Christian, está bien, madre. Ahora se encuentra en Aspen resolviendo unos asuntos y tomándose unas pequeñas vacaciones. —La tranquilizo.
—Eso me parece muy bien, Christian trabaja mucho y no se toma un tiempo para descansar.—Sonríe y me mira con sus ojos azules brillantes. —Cariño, he notado que has cambiado y eso me alegro.
—Sigo siendo el mismo, madre. —Frunzo el ceño.
—Los dos sabemos que no es así, pero si no hay problema en ello. —Vuelve a sonreír —Estaré aquí cuando me quieres contar.
