Negocio cerrado

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-¿Usted? Parece que se ha cogido el día para molestarme, señorita Swan ¿Cómo me ha encontrado?

-¿Am? No la estaba buscando...Eh...Regina- leyó el nombre en la placa de su mesa

-¡Mills! Para usted es señora Mills

-Está bien, Regina, mire...Sé que no hemos empezado con buen pie, pero estoy aquí por negocios, no pensé que sería usted, pero, en fin...

-¡Robin! ¡Te mato!- habló para sí misma –Pues bien, siéntese, señorita Swan. Vamos a los negocios.

Regina explicaba cómo iba a funcionar todo si ella aceptase, habló de todos los beneficios y de las posibles eventualidades de las que no tenía por qué preocuparse, pues estaban acostumbrados a los reveses del mercado, que todo saldría bien y ambas partes saldrían ganando. Ella notó que la rubia se mordía las uñas mientras ella hablaba, aquello sacaba a Regina de quicio, Emma parecía nerviosa con la presencia de la morena que clavaba su mirada en los ojos verdes, era intimidador.

-Resumiendo, señorita Swan, compro una parte de su pequeño negocio, vosotros crecéis en el mercado y todos salimos ganando. No tiene nada que perder, solo tiene que ganar conmigo, entro con el capital y usted entrar con la mano de obra. Tenemos que estar de acuerdo en que no tenéis mucho...-Regina fue seca y ruda -¿No me va a hacer esperar más, verdad? Sinceramente, no dispongo de mucho tiempo, y si no quiere, habrá otros más inteligentes que usted que aceptarán la propuesta.

-Eh...- Emma se lo pensó un poco más, la propuesta era excelente, pero su orgullo martilleaba en su interior. ¡Justo esta mujer! ¡Esta persona arrogante y despreciable!

Además, Regina la miraba como si fuera a fusilarla, era irritante, sin embargo sexy, es lo que Emma pensaba: ¡Me cago en Dios, qué buena está esta mujer! No tenía mucho en que pensar, sus padres confiaron en ella, y no iba a decepcionarlos.

-Está correcto. Cerraremos el negocio- dijo sin ganas. Su mirada descendió hacia el escote de la presidenta, a Regina no le pasó desapercibido el gesto, lo vio extraño, pero prosiguió con una sonrisa malvada y amplia, gloriosa.

-¡Optima elección, señorita Swan! ¡No se arrepentirá!- se levantó, abrió la puerta y extendió la mano hacia fuera para que Emma saliera -¿Belle?- llamó a su asistente –Lleva a la señorita Swan al despacho de Robin. Va a firmar algunos contratos.

-¡Sí, señora Mills!- Belle se levantó y le mostró el pasillo que conducía al despacho de Robin.

Finalmente el día acabó y Regina se fue a su apartamento, un día completo, pero bueno para los negocios, estaba feliz por cómo avanzaba su vida personal, todo iba según lo planeado. Se preparó la cena, se sentó a la mesa como hacía todas las noches, sola. Tomó su baño, se puso un camisón y se echó. Se puso a pensar en la mirada de la rubia hacia su escote, ¿acaso la estaba mirando? Es bonita. ¿Eh? ¿Regina? ¿Qué te está pasando? ¡A ti no te gustan las mujeres!, se reprendió y enseguida cayó dormida mientras intentaba entender sus pensamientos.

Lejos de allí, en otro punto de la ciudad, Emma estaba inquieta en un bar.

-Otra cerveza, por favor- le pidió al camarero

-¡Emma! ¿Eres tú? ¡Cuánto tiempo!

-¡Hola, Ruby! ¡Qué bueno verte! ¿Cómo estás?- se levantó para saludar a la amiga

-Bien, echándote de menos, rubia...Nunca me llamaste...- dijo tirándose a los brazos de Emma

-Eh...ya sabes...mucho trabajo. Y te dije que me iba a tomar un descanso de esa vida de granuja, ¿sabes?

Una promesa de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora