Inseguridades

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Cora fingió todo el tiempo, conversó con Emma y con la hija durante toda la cena. Regina estaba más que feliz con la presencia de la madre, Emma no hablaba mucho, se pasó la cena en silencio, Cora no parecía querer marcharse, ya era tarde, la rubia fue a tomar un baño mientras Regina lavaba la loza con la madre.

-Regina, esa muchacha no te ama...Es una chica sin posición, no te merece- dijo en voz baja, Emma estaba en la habitación de ellas, el ruido de la ducha ayudaba a que no escuchara la conversación entre madre e hija.

-No digas eso, mama. Ella me ama. Y yo también la amo mucho...- se acarició la barriga con una sonrisa boba

-¡Por Dios Regina! ¡Hija! ¿Estás ciega?- casi gritó

-No...Nunca he visto tan bien en toda mi vida, no me importa la posición, mamá, lo sabes...Solo quiero ser feliz...Y ella me ha traído eso. Quiero casarme con ella- confesó algo que habitaba en su interior desde hacía tiempo.

-¿Qué? ¡No estás hablando en serio! ¡No estás pensando correctamente, hija!- Cora no creía lo que escuchaba, la cosa era más seria de lo que ella pensaba.

-Ah, mamá...Lo quiero mucho, y me gustaría que tú no te pusieras en contra...- pidió suplicante

-¿Ya se lo has dicho a ella?- sondeó

-¿El qué?- Regina no entendió

-Que la amas. ¿Se lo has dicho?- Regina suspiró

-No...

-Piensa, hija...No estás completamente segura de lo que quieres...¿Y quién te garantiza que ella quiere a ese bebé? ¿Que no te ira a dejar en cuanto nazca...? Sé que te dejó una vez...- Cora sabía tocar las emociones de la hija –Puedes cuidarlo sola...- tocó la barriga de la hija. Regina estaba confusa, Emma le decía que jamás la abandonaría de nuevo, que la amaba a ella y a la hija que iban a tener, pero aún tenía dudas, aún tenía miedo de quedarse sola, pero Emma le había demostrado varias veces, había cambiado toda su vida para vivir al lado de su novia y del hijo de ambas.

-Confío en ella, mamá...No me dejaría...- dijo pensativa, tenía sus dudas.

-Has dicho lo correcto hija...Quizás no te abandonaría si fueras tú sola...Pero...No eres tú sola, un bebé significa mucho más que la atracción física que sentís la una por la otra...Eso que...eso que llamáis amor...solo es atracción. Tensión. Y estás embarazada...Sé cómo te sientes...- Regina se sonrojó, su cuerpo parecía tener vida propia cuando el tema era sexo –Cuando esa fase pase, ella se distanciará...Después de que mi nieta nazca, ella no podrá tocarte...Y va a buscar en otra lo que tú no puedas darle...- tocó la mano de la hija en un gesto cariñoso. ¿Emma la esperaría? ¿Cómo vivirían con un bebé entre ellas? Apenas han vivido una relación normal, casi no habían tenido tiempo para disfrutarse como novias, hacían el amor frecuentemente, sí, pero Regina sabía que no era de la misma manera, no era viable. Emma era siempre muy activa, no dejaba nada que desear en la cama, todo lo contrario, le daba todo lo que ella quería.

-Piensa, mi pequeña...Sé que aún tienes dudas...Ella también es muy joven, creo que no es el tipo de vida con el que ella ha soñado...¿Quieres vivir este romance? ¡Vívelo! Pero no te lo tomes tan en serio, puedes arrepentirte de haberte vuelto tan dependiente de esa muchacha- agarró el rostro de la hija con las dos manos –Es consejo de madre, mi reina...- Besó la cabeza de la hija que nada dijo, pensaba. Quizás su madre tuviera razón, realmente se había vuelto muy dependiente de la novia, ya no se veía sin ella. Eso le daba miedo, miedo de no conseguir cuidar de la hija sin su novia. Pero no podía pensar así. No debía. Esa elección había sido solo de ella, necesitaba desesperadamente creer en sí misma. Creer que lo conseguiría sin la rubia si algo cambiara. No quería apartarse de Emma nunca, pero necesitaba pensar en tal posibilidad.

Una promesa de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora