Hormonas

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-Te amo, Mal...- repitió sustentando la mirada, la camarera se quedó sin reacción, miraba a Cora sin mayor emoción, no porque no sintiera nada, ¡todo lo contrario! Sin embargo, aquellas palabras eran tan surreales que aún estaba procesando la información.

-¿Me...me amas?- dijo más para sí que para la otra, aún así Mills escuchó

-Sí, Mal...- se acercó y agarró el rostro de la dueña del bar con las dos manos –Perdóname...Perdóname por haber sido tan cobarde hasta el punto de huir de mi propia felicidad... De huir de ti tantas veces...Discúlpame por los años que te he hecho sufrir, por los meses que estuvimos juntas y yo sencillamente te traté como si fueras una cualquiera en mi cama...- dejó escapar una lágrima –En realidad, Mal...- suspiró y tragó saliva, sentía ganas de llorar, pero se mantuvo firme –Tú nunca has sido ni serás una más, porque siempre fuiste especial...Te necesito a mi lado...

Mal nada dijo, la emoción que sentía era inconmensurable, sabía que amaba a Cora y aquel sentimiento finalmente se vería correspondido. ¿Sentía miedo? Mucho. Cora conseguía ser imprevisible, pero si estaba dispuesta a intentarlo, Mal, con toda seguridad, lo intentaría, ella quería a Mills para el resto de la vida y estaba dispuesta a vivir el amor que tanto había guardado durante aquellos años. De repente, una sonrisa brotó en los labios de la rubia y sus ojos azules centellearon con un brillo diferente, escuchar un " te amo" era mucho más de lo que esperaba viniendo de una mujer tan orgullosa, decidió bromear un poco con ella, no dejaba de ser una prueba, necesitaba tener la certeza antes de admitir su amor con palabras.

-¿Esto es una broma de mal gusto, Mills?- Mal prensó a la otra contra la puerta, aplastándola con su cuerpo -¿Piensas que puedes venir aquí...- susurró en tono autoritario –decir que me amas y pensar que todo queda bien?- sonrió maliciosa –Has llegado tarde...- sonrió de lado, tenía que ponerse seria, su show tenía que durar un poco –Tengo a otra persona...- mintió descaradamente, apoyó las dos manos en la puerta, una a cada lado del rostro de la otra, Cora sintió una rabia súbita tomar posesión de ella, sus ojos quemaban y un nudo se formó en su garganta.

"¡No! ¡No!", pensó la más vieja, no iba a perder a Mal por otra. Se tragó el nudo de la garganta para disipar la desesperación que amenazaba con poseerla, respiró hondo dos veces. Mal parecía divertirse con la expresión de Cora.

-Puede que tengas a alguien, ¡pero ese alguien no soy yo!- Mills habló segura, miraba a Mal con furia, su mirada podría incendiar a la camarera –Lo veo en tus ojos, Mal...- sustentó la mirada, la dueña del bar se sentía desnuda ante los ojos castaños –Sé que estoy marcando tu corazón...- agarró la nuca de la rubia y la atrajo hacia un beso, pero sus bocas no se pegaron, sus alientos se mezclaban y la aproximación repentina de Cora hizo que Mal vacilara.

-¡Cu...cuánta seguridad!- su voz salió cortada debido al contacto, no esperaba aquella respuesta. Una tensión sexual se esparció por la sala, Cora exhalaba lujuria.

-Llámalo como quieras...¡Es un hecho! ¡No existe nadie que ocupe mi lugar!- finalmente unió los labios con los de la otra y un fuego se derramó por los cuerpos de ambas.

Mal pudo sentir algo diferente en el beso, nuevo quizás, había más que deseo, había sentimiento mezclado con algo salvaje. Cuando pensó en provocar, no imaginó la posibilidad de que ella le devolviera el juego de aquella manera, ahora estaba ahí, presa contra la pared siendo marcada y devorada por las manos y labios de Cora.

-Primera lección, sra. Smith...- Cora detuvo el beso y desabotonó la camisa de la camarera lentamente, su mirada era felina –¡Los Mills no comparten lo que les pertenece!- deslizó las manos por el abdomen de la otra, y las subió hasta el valle de los senos -¡Tú eres mía!- apretó los dos pezones por debajo del sujetador, Mal aguantó un gemido intentando, en vano, hacerse la fuerte -¡Y Cora Mills no comparte lo que es suyo!- afirmó tomando los labios de la rubia con voracidad, un beso urgente, desesperado, Mal correspondió en el mismo instante, no podría lidiar con aquello. Cora quería demostrarle a ella como a sí misma que era capaz de amar intensamente y aquel acto sería su primera prueba.

Una promesa de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora