¡Sorpresa!

3.1K 212 84
                                    


Regina hizo el camino de vuelta a casa perdida, su cabeza pegada al vidrio de la ventana del taxi, pensaba. ¿Qué hacer? No podía mandar a su propia madre a la cárcel, a pesar de que se mantenía en forma, Cora ya tenía una edad. Las lágrimas aún silenciosas hacían que su maquillaje se corriera, le dolía el corazón, imploraba para que solo fuera una pesadilla y pronto despertar, pero aquello no era un sueño, era la realidad, que tendría que enfrentar, antes o después.

-Amor...- Emma se levantó de la alfombra donde jugaba con Henry y fue a abrazar a su prometida

-Em...- se agarró a la otra madre de su hijo. Lloró una vez más, ya no era un llanto de rabia, solo existía dolor y decepción en sus ojos –Vosotros...vosotros sois mi verdadera familia...Gracias Em...Por amarme...- dijo aún abrazada a la rubia, parecía respirar más tranquila. Y lo estaba, aquel abrazo era todo lo que necesitaba, su puerto seguro, su fuerza a partir de ahora, ya lo era antes, pero Regina nunca necesitó a nadie como la necesitaba a ella.

-Estaré siempre aquí, mi amor...Para lo que necesites...Siempre...- Emma acarició los cabellos negros

-¿Por qué no me contaste que te encontraste con mi madre?- Regina se apartó aún con los ojos humedecidos, y fue hacia su hijo a cogerlo en brazos – Hola príncipe...- rozó sus narices, se volvió a girar hacia Emma

-Yo...Perdóname por no contarte...No quería preocuparte, ni ponerte en contra de tu madre...Y...mucho menos descubrir que estaba detrás de lo de adopción de Henry...- Emma habló tímida, temía una discusión.

-Hiciste bien...Em...en no contarme...Probablemente no te hubiera creído...- se sentó en el sofá con expresión cansada, acarició al hijo -¿Cómo he podido estar tan ciega? Mi madre nunca aceptará mi relación contigo...- afirmó triste.

-¿Qué pretendes hacer al respecto? Quiero decir...Es tu madre...Arrestar a un cuñado, es fácil...Pero una madre...- se sentó al lado de la morena, agarró firmemente su mano

-No sé...No sé cómo proceder...Estoy perdida...- Regina no sabía qué hacer, sentía un amor muy grande por su madre, pero en el fondo de su orgullo deseaba humillarla un poco más, hacerle sentir, que pagara por aquellos tres días de sufrimientos, que aún tenían consecuencias en las decisiones de ambas madres.

-Piensa con calma...Hablé con Kathryn y me dijo que tienes todo el tiempo que desees...Sobre Ingrid...Si es llevada a la cárcel, denunciará a tu madre...Así que...Las dos están interrelacionadas en este caso...- Emma explicó

-Lo sé...- suspiró. Henry comenzó a llorar en los brazos de la madre –Calma, hijo...Está todo bien...¿Qué ocurre?- el pequeño parecía sentir que su madre no estaba bien, se rascó los ojitos y soltó un gran bostezo, estaba tan cansado como ellas.

A pesar de que aún era temprano, Regina no tenía cabeza para trabajar ese día, optó por quedarse con su familia, aquella que ha construido a base de complicidad, verdad y amor. Nada podría ocupar el lugar de su madre o hermana, pero eso tendría que ser suficiente, por lo menos de momento.


Mulan llegó a la empresa arrastrando tras ella algunas miradas de deseo, sus zapatos de tacón resonaban en el suelo, llevaba una falda ajustada por encima de la rodilla, una blusa igualmente ceñida que marcaban perfectamente sus pechos en un escote en V, donde se exhibía un hermoso collar de rubíes.

-¡Buenos días, Belle!- la oriental saludó a la asistente que estaba mirando algunos papeles, al alzar la mirada hacia la amiga casi se cayó de la silla

-¡MULAN!- gritó. Se levantó abruptamente para observar el resultado. Agarró la mano de la amiga y la hizo dar un par de vueltas -¡Estás divina, Mulan! Si me gustara esa fruta...- Belle le lanzó una mirada lasciva

Una promesa de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora