Decisión

2.7K 210 46
                                    


Regina se sintió mal al ver a Emma entrar en el taxi, Ruby había presenciado lo sucedido de lejos, se dio cuenta de que la morena estaba pálida y fue a ayudarla.

-¿Regina? ¿Qué ha pasado?- agarró a la mujer embarazada y la sentó en una silla en una esquina de la cafetería, en la parte de dentro. Regina parecía estar en otro planeta, estaba desorientada. Nada decía, las lágrimas rodaban por sus ojos, pero su rostro era gélido, no esbozaba ninguna reacción.

-¿Regina? ¿Regina?- Ruby la llamó tocándole los hombros. Nada. Ella no respondía -¡Dios mío! ¿Qué hago?- llamó a Lily, por suerte ya estaba de camino, Ruby le ofreció agua, ella la tomó con un gesto mecánico, hizo amago de levantarse, pero Lily llegó y se lo impidió.

-Eh...Regina...¿Qué pasó?- Lily miraba hacia el rostro rojo, rastros de lágrimas aún eran visibles, pero ya no lloraba, parecía pensar, su mirada estaba distante. Fue Ruby quien respondió.

-No sé muy bien, pero creo que han terminado...- la morena alta susurró a la amante. Lily desorbitó los ojos, ¿debería estar feliz? Quizás. Pero no lo estaba, conocía a Emma, cuánto había cambiado la rubia y se había apegado a ese bebé, cogió el bolso, se giró y salió, ni siquiera se despidió de su amada. Fue atrás de Emma.

Ruby se vio perdida al notar que la mujer que amaba salía sin ni siquiera darle explicaciones, sencillamente corrió tras Emma, como si nada más en el mundo importase. Tenía que hacer algo, Regina ya estaba sentada desde hacía cuarenta minutos. Cogió el bolso de la morena, encontró el móvil y miró la lista de contactos, sabía que la madre no vivía allí, la hermana tenía dos hijos de los que ocuparse, ¿a quién llamar? Recordó a la amiga rubia y bajita que había visto en el cumpleaños de Emma. Decidió preguntar, Regina respondió aún distante. Llamó y habló con Tinkerbelle que enseguida se presentó en la cafetería para llevarse a la amiga.

-Gracias por llamar...¿Ruby?- la morena alta ya le había explicado lo sucedido por teléfono

-Sí...¿Tinkerbell no?- Ruby confirmó su nombre. Apenas se conocían.

-Puedes llamarme Tink- sonrió hacia la morena –Vamos, Gina...- agarró a la amiga por el brazo y comenzaron a caminar lentamente hasta el coche. Le dio las gracias a Ruby una vez más antes de salir del establecimiento.

Fueron todo el camino en silencio, Regina se torturaba por dentro, sentía que había cometido el mayor error de su vida dejándose llevar por sus sentimientos, ella no era así, su madre tenía razón al decirle que el amor era debilidad. Ahora estaba débil, vulnerable, parecía haberse caído, estaba en el fondo de un pozo, ¿y quién la sacaría de ahí? Ella misma había ahuyentado a su salvadora.

Tenía miedo, y dejó que el miedo la venciera, se precipitó en sus palabras, ¿cómo vivir sin la madre de su hija? Pero, la rubia dijo que no era suya. Pero, ¿cuántas veces ella misma se había referido al hijo de ambas en singular? Ni lo recordaba, y por una elección equivocada de palabras, dejó llevarse por sus inseguridades, levantando aquella antigua muralla. Pero, ¿por qué? Porque todo se había vuelto demasiado real, no conseguía imaginarse sin su novia, quería una vida con ella, quizás más hijos, y verla con los cabellos blancos jugando con sus nietos. Miedo. No debería pensar esas cosas. ¿Y si? Sí. Regina pensaba demasiado, dudaba demasiado, la rubia le había demostrado tantas veces su lealtad, pero esa inseguridad, esa roca que era su alma le había impedido decirle "te amo" tantas veces, lo quería, y luchó, pero existía algo más, algo que no estaba dispuesta a entregar por miedo a volverse débil y sufrir de nuevo.

Estaba sufriendo, sufriendo más de lo que podría imaginar, se había dado cuenta de que había cometido un terrible error al decirle a su novia que se marchara, de nuevo. Pero, no daría su brazo a torcer, sufriría ahora, pero pasaría, todo pasa, y con ella no sería diferente. Emma no estaba preparada para ser madre, ella sí. Saldría adelante, lo sabía. Pero, ¿quería? No. Sabía que no. Aunque, al menos lo intentaría. Era mejor así, cortar el mal desde la raíz.

Una promesa de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora