¿Adopción?

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Salida del trabajo. Mills Company

-¡Tienes que salir, Mulan!- Belle le dijo a la colega de trabajo mientras se retocaba el lápiz de labio frente al espejo, pasaban muchas horas de trabajo juntas, lo que tenían ya era casi una amistad.

-Voy a esperar a Mérida- respondió Mulan lavándose las manos en el lavabo

-¿Qué pasa, Mulan? Ella ya te dejó el día libre, vamos...Hoy Graham no puede venir conmigo, y no quiero bailar sola...- pidió remolona, Belle y Graham estaban en una especie de relación seria, aunque no eran exactamente novios.

-Hum...No sé...¿Y si ella me necesita?- Mulan se preocupaba, en el fondo quería ver a la pelirroja una vez más antes del fin de semana

-¡Ah Mulan! ¡No eres esclava de tu jefa! Ya te dejó ir, deja de ser boba, vamos...- Belle insistía una vez más, Mulan parecía la sombra de Mérida.

-Hoy no, Bell...Voy a esperarla para salir...- estaba decidida, no podría pasar dos días sin ver a su amada una vez más

-Allá tú...¡Me voy!- la asistente desistió saliendo del baño con cierta prisa.

Mulan volvió a la mesa y comprobó algunos papeles que serian revisados la semana siguiente. Regina estaba con Mérida en la sala de reuniones hacía casi dos horas, Robin y Gold también estaban presentes. Ambas presidentas dejaron marcharse a sus asistentes, ya que la reunión prometía ser larga, aún así Mulan prefirió quedarse, no perdería un minuto siquiera de estar cerca de su amor, sí, Mulan amaba a Mérida, del mismo modo que Mérida admiraba a Regina. Mulan tenía adoración por la pelirroja, más que eso, era amor, un amor que consideraba platónico, imposible de concretizarse, lo guardaba para ella.

Mérida salió de la sala de reuniones susurrándole algo al oído a Regina.

-No te preocupes, Mérida, Robin es insignificante- sonrió malvadamente la morena.

-¿Mulan? ¿Aún aquí?- la pelirroja se sorprendió, había dejado marcharse a la oriental hacía dos horas

-Srta. Dunbroch...Preferí esperar, pensé que podría necesitar algo...- dijo formalmente como de costumbre

-De ninguna manera, Mulan...Puedes irte, hoy es viernes. Ve a divertirte, necesitas salir más- se giró hacia Regina -¿Ves por qué Mulan es mi brazo derecho?- sentía orgullo de su asistente.

-Sí, claro...¡No podrías tener asistente mejor!- Regina sonrió a la trabajadora –Yo ya me voy Mérida...- buscaba la llave del coche en el bolso

-Deja, yo te llevo...Puedo llevarte a cenar...- agarró la mano de la morena que se apartó de inmediato, los toques de su sustituta podrían ser peligrosos, así que evitaba el contacto lo máximo posible.

-Gracias por la invitación, pero Emma y Henry me esperan para cenar...Y ya he estado demasiado tiempo lejos de ellos, me muero por ver a mi príncipe...- era verdad, pero tampoco quería darle falsas esperanzas a la pelirroja. Sí, Regina se había dado cuenta de que Mérida estaba interesada en ella, aunque fingía que no lo percibía. Necesitaba a la pelirroja más que nunca, no quería perder a su mejor empleada por un mal entendido.

-Claro...Otra vez será, aún me debes una cena, pero si vienes más temprano a la empresa, podemos almorzar...- cogió la mano de su jefa y la beso de forma provocativa.

-P...puede ser...De verdad, tengo que irme...Hasta el lunes...- salió a paso largo, estaba literalmente huyendo de los ataques de la pelirroja.

Mérida se giró hacia Mulan que había presenciado la escena algo asombrada.

Una promesa de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora