Reencuentro

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Ya habían pasado tres semanas, tres largas semanas, los días parecían no pasar para Emma, se había ido a la cama todos los días con mujeres distintas, buscando algo que solo había encontrado en una. Regina, había pronunciado ese nombre con casi todas las mujeres con las que se había acostado. No se sacaba a la morena de la cabeza. Se había pasado esa semana evitando hablar con la madre, ni a Elsa le permitió tocar el tema.

-¿Qué pasa, rubia?- preguntó Ruby tirada en los brazos de la rubia. Emma no respondió, parecía estar en otro planeta –Sé que gustan estas fantasías sexuales...Pero, esta Regina...¿Es real, no? ¿Es aquella loca que te besó delante de mí?- preguntó acariciando el abdomen de la rubia

-Sí...- suspiró

-Te conozco desde hace años, Em, y nunca has sido de aferrarte a una única mujer...Sé que compartimos cama, pero, ya sabes que soy tu amiga...Puedes confiar en mí...- tocó los labios rosados

-¡No consigo dejar de pensar en aquella maldita!- resopló. Y cogió un vaso que estaba en la cabecera de la cama

-¡Eh! ¿Sabes lo que eso significa, no? Te gusta- afirmó- ¿Qué es la cosa tan grave que ha hecho?

-Ufff. ¡Está embarazada!- tomó un generoso sorbo de la bebida

-Con tantas mujeres muriendo por ti...¿Te fuiste a enamorar de una hetero?- reviró los ojos

-¡Ahh! ¡Pues sí! ¡ESTOY ENAMORADA DE AQUELLA...AQUELLA...!- no consiguió terminar, lloró desesperada

-Eh...Calma...Ve tras ella...¿Tiene marido? Porque si es un novio cualquiera, fácilmente te la puedes conseguir- incentivó

-¡Ruby! ¿Qué parte no has entendido? ¡Está EMBARAZADA! ¿Pero será posible que todos ignoréis ese PEQUEÑO DETALLE?- dejó de llorar irritada.

-¡Oh, Emma! Para ser sincera, no me han gustado muchas personas en mi vida...Pero de una cosa estoy segura, si estás así por su causa, no la dejes escapar...Que su hijo no se entrometa en tus sentimientos, sobre todo porque, si ese es el motivo, no estarías sufriendo...

Emma se levantó, se fue a cambiar de ropa y dejó a Ruby sola.

-¿Quién ha dicho que estoy sufriendo? No quiero hablar de eso...No quiero criar a un hijo, ni aunque fuera mío...¡Quién diría de ella! ¡Qué se las apañe sola!- salió del cuarto golpeando la puerta.

Llegó a casa, ya pasaba de la medianoche, Mary Margaret estaba en la cocina comiendo con la luz apagada.

-¿Mamá?- preguntó preocupada, Mary nunca se quedaba despierta hasta esa hora.

-Hola hija...Hambre...¿Sabes? Cuando llegas al cuarto mes, parece que hay un dragón aquí dentro- se pasó la mano por la barriga y masticó la tostada –A propósito...Dijiste que me acompañaría a comprar cosas del bebé...

-Ah...¿Cuándo quieres ir, mamá?- era inevitable no acordarse de Regina con la madre también embarazada. Estaba evitando a la madre precisamente por eso, no quería tener que ir a tiendas de bebés, sabía que se acordaría de ella.

-Mañana...En realidad, llevo queriendo ir hace unas semanas, pero apenas he podido hablar contigo...- suspiró bebiendo la leche directamente del brick.

-¿Por qué no has ido con papá?- preguntó intentando escaquearse de ese marrón

-¡Ah, Emma! Tu padre es un hombre. Querrá comprar un mogollón de cosas extrañas...- dijo como si fuera obvio

-¡Ok! Mañana entonces...- subió las escaleras sin ganas

-¡Buenas noches, hija!- susurró

-Buenas noches, mamá- dijo en voz baja.

Una promesa de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora