Madres

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Emma entró en pánico de nuevo, esta vez no parecía una falsa alarma. El dolor que Regina sentía era muy diferente al de la primera vez que habían ido al hospital, aún dolía, duró cerca de treinta segundos, para Emma aquello fue más de media hora, no sabía cómo reaccionar. Regina iba a decirle algo, pero la rubia lo olvidó en el momento en que vio a su mujer gritar de dolor.

-¡Emma!- Regina sonrió en cuanto el dolor se suavizó. Apoyó las manos en la espalda –Creo que...- sonrió de nuevo con los ojos húmedos. La rubia no entendía de dónde sacaba su novia las fuerzas para sonreír.

-Ya...Sí...Yo...- Emma estaba perdida, no sabía por dónde comenzar, ambas aún estaban desnudas. Se llevó las manos a la cabeza y miró para todos lados, ¿por dónde empezar? Regina se dio cuenta de la confusión en la mirada de su novia y tomó la delantera.

-¿Amor? ¡Calma! Necesito que estés calmada...¿Todo bien?- agarró el rostro asustado de la novia con las dos manos. Emma asintió encarando los ojos castaños –Ok. Vamos a tomar un baño...Y luego nos vamos al hospital- dio la solución, seguían en el apartamento de Lily.

-Pero...¿No es mejor correr?- se preocupó Emma

-No necesitamos correr, amor...No irá a nacer ya, creo que aún no he roto aguas.

-¿Cómo lo sabes?- Emma se estaba desesperando

-Solo lo sé...Ven conmigo, probablemente tendré otra contracción en unos minutos, y no quiero estar sola...- se levantó de la cama con cuidado y se dirigió al baño. Tomaron un baño rápido, menos de diez minutos, Regina no sintió nada en ese tiempo.

-Tenemos que pasar por casa para coger tus cosas y las de Lana...- dijo Emma poniéndose los vaqueros. El apartamento no quedaba muy lejos.

-¡Ahhhh! ¡JODER!...Eso dolió- lloriqueó Regina, estaba intentando ponerse los zapatos

-Lo sé, mi amor...Ya estamos saliendo...- Emma pasó la mano por la espalda de la novia.

-No, vamos a casa, coges las cosas...Nuestra hija no puede quedarse sin ropa después de nacer...- Regina sudaba

-¿Estás segura? Te dejo en el hospital, corro a coger las cosas y vuelvo- agarró la mano de la novia, intentando de alguna manera aliviar aquella incomodidad

-No Em...No quiero que te apartes de nosotras ni un segundo...Tengo miedo...- soltó, por más segura que ella fuera, se sentía frágil ante aquella situación. Necesitaba apoyo.

Emma terminó de arreglarse, se recogió el cabello en una cola de caballo, se puso su tan estimada chaqueta roja, de alguna manera le daba seguridad. Estaban bajando cuando Lily llegó

-¡Ah! ¿Estáis bien?-preguntó aliviada al ver a Emma abrazada a Regina. Otra contracción, la morena gruñó, intentó aguantar como pudo el grito en su garganta.

-¡Respira amor! Respira...Vamos al coche...- ayudó a la novia a bajar los últimos escalones, no había ascensor en aquel edificio

-¡Ay Dios mío! ¡Va a nacer!- Lily se dio cuenta de que la morena estaba de parto.

-Sí, Lily...Ayúdame...- le pasó la llave para que le abriera el coche, mientras llevaba a Regina al asiento del copiloto

-¡Gracias Lily!- le agradeció mientras colocaba bien en el asiento a Regina.

-Buena suerte, Regina...Estoy feliz de que os hayáis reconciliado- deseó de corazón. Su amor por Emma era verdadero, y la rubia estaba feliz, ella también lo estaría, ahora tenía a Ruby que la amaba, quizás aún ella no sintiera lo mismo con la misma intensidad, pero podría llegar a hacerlo, estaba segura. Regina hizo una señal con la mano agradeciendo el "buena suerte", la iba a necesitar.

Una promesa de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora