Como si fuera la primera vez

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Aeropuerto. Comprobación de maletas

-¿Qué ocurre, Emma?- preguntó Regina mientras pasaba por el detector de metales

-Hmmm, van a abrir mi maleta...- hizo una mueca

Los policías abrieron la maleta y comenzaron a hurgar, según ellos había algo sospechoso, un objeto que no podía ir en el equipaje de mano.

-¿Y qué sería, amor?- Regina susurró en el oído de la otra –Tú sabes todo lo que puede ir o no puede ir en el equipaje de mano, ¿no?

-Sí, amor...Lo sé...- Swan pensaba que lo sabía. Mills se encogió de hombros y se puso a mirar el móvil. Estaba escuchando algunos audios de las escandaleras que hacían David y su hijo, escuchar las risas del pequeño era todo para aquella madre paranoica.

-"¡Hola, bebé de mamá! ¡Ya estoy echando mucho de menos a mi pequeño príncipe!"- mandó un audio al móvil del suegro, con una sonrisa de oreja a oreja

-Bueno, señora Swan, esto no puede ir en el equipaje de mano, tendrá que facturarlo- avisó el policía en cuanto palpó el objeto. Mills miró hacia la maleta y no se podía creer lo que estaba viendo

-¿Emma?- susurró con mirada reprobadora

-¿Qué pasa, amor?- preguntó Emma con la mayor naturalidad del mundo mientras pasaba los "juguetes" a la otra maleta.

-¿Qué significa eso?- preguntó incrédula. El policía miró malicioso para las dos

-Bah, los traje para que juguemos...- dijo lasciva

-¿Te he dicho yo que iba a jugar con eso? ¡Por Dios Emma! ¡Tira eso y vamos a embarcar!- la morena se estaba muriendo de la vergüenza ante aquella situación. Otros pasajeros pasaban riendo y susurrando al presenciar la escena.

-No puedo...Son regalos de Rubs...¡Ya vuelvo! ¡Voy a facturarla!- Emma corrió por el aeropuerto hasta llegar a los mostradores de facturación

-¿Luna de miel?- preguntó el segurita mirando a Regina de arriba abajo. Ella le lanzó una mirada mortal

-¡Sea discreto, señor! ¡Y haga su trabajo!- fue ruda como de costumbre, y volvió a centrar su atención en el móvil para disimular la vergüenza.

-Bueno...Solo me quedé intrigado...- el hombre se rascó la barba

-¿Y cuál sería el motivo? ¿Puedo saber?- arqueó la ceja sin paciencia. Aquel hombre se iba a llevar una mala respuesta, ¡ay, vaya que sí!

-Solo pensé que las dos se estarían descubriendo y que sienten la falta de algo más grueso...Vaya a saber...Son ustedes muy bonitas, pueden solo estar divirtiéndose...- soltó una risa sarcástica

-¡Pues sucede, querido señor, que no necesitamos un pene! ¡Todo lo contrario, no nos hace la menor falta!- se irritó

-¡Creo que su novia no piensa lo mismo!- sonrió guasón

-¡Es mi esposa!- dijo con un tono más elevado de voz

-¿Casadas? ¡Wow! ¡Eso es sexy! Dos vegetarianas comiendo "carne de soja"- dijo irónico

-¡Ah, por favor! ¿Por qué estaré perdiendo mi tiempo con usted?- le dio la espalda y caminó hacia la puerta de embarque. ¡Tenía que hablar con Emma sobre aquel asunto!

"¿Cómo se le ocurre a Emma traer esas cosas sin hablar conmigo antes?", se preguntaba Regina, en el fondo quería saber el deseo de su esposa. Se sentó, estaba inmersa en sus pensamientos nada decentes con aquellos "juguetes", se sorprendió ante lo que pensó, aquello era tentador, imaginar a Emma siendo de ella, apretó las piernas ante ese lascivo pensamiento. Fue sacada de él cuando unas manos firmes le apretaron los hombros.

Una promesa de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora