Chantaje

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Comisaría central de Nueva York

-Muy bien, srta. Swan, veo que ya tiene fichas en la policía, ¡todos por agresión! Durona usted, ¿no?- el comisario agarró el mentón de la acusada con una mirada algo maliciosa, encontró a la rubia muy atractiva, incluso llegó a pensar en rebajarle la pena a cambio de algunos "servicios". Emma giró bruscamente el rostro, odiaba ser tocada de aquella manera, no era tonta. El comisario sonrió al ver que la rubia no estaba dispuesta a "facilitar" su propia liberación.

-¿Qué tiene que decir a su favor?- preguntó George irónico, mirando su cuerpo de arriba abajo

-Nada- se limitó a decir, pues estaba a punto de cometer otro delito, pero se contuvo, tenía que salir de ahí pronto, ya no era una adolescente o una joven inconsecuente sin responsabilidades, ahora era madre, y le dolió pensar en estar lejos de su hijo.

-Vamos a ver...- George abrió una carpeta y analizó la ficha en su mano –Agresión a un compañero de clase a los 16 años, hum...Sus padres limpiaron su expediente- mojó la punta del dedo en la boca y giró la página -¡Vaya, vaya! ¡Veamos! ¡Otra visita a los 18! Pero, eso no es todo. Ha estado aquí también a las 21 y a los 23- miró serio los ojos verdes -¿Golpea a un hombre hasta casi matarlo y no tiene nada que decir?- el comisario apoyó la mano en su propio mentón, parecía querer leer en la rubia.

-Eso mismo- dijo Emma firme y altanera, no estaba preocupada, no era su primera vez en un interrogatorio.

-¡Ok! Siendo así, señorita...acompáñeme a su celda provisional- Emma se levantó lentamente, casi sonreía al comisario que agarraba su brazo, no estaba para nada arrepentida. El hombre le quitó las esposas, enseguida Emma se pegó a la pared y se sentó en el helado suelo, Regina la sacaría de ahí, "voy a buscarte, no importa lo que suceda", fueron las últimas palabras de su amada antes de entrar en el coche patrulla.

Regina no pudo acompañar a su novia en el momento, estaba Roland además de Henry. En cuanto Emma se hubo marchado, llegó Zelena furiosa al apartamento, y no era para menos.

-¿Has perdido la cabeza, Regina? ¿Traes a mi hijo a dormir con una psicópata?- Zelena entró golpeando a su hermana en el hombro

-¡Zel! ¡Deja que te explique!- agarró el brazo de la hermana, pero esta se soltó bruscamente

-¿ROLAND? HIJO, ¿DÓNDE ESTÁS?- Zelena gritó caminando por las estancias de la casa

-Aún está durmiendo...¡Deja de gritar y vamos a conversar como adultas, Zel!- se detuvo frente a la pelirroja

-¡Ok! ¿Qué me vas a decir? ¿Que aquella loca tuvo motivos? ¡Le rompió la nariz! ¡Deberías tener cuidado! ¡Pues compartes techo con una agresora!- gritaba Zelena, Robin se había hecho de pobre víctima con la esposa

-Zel...Lo sé...Comprendo que estás enfadada y preocupada, con toda la razón...Pero tienes que entender lo que realmente sucedió...- empujó a la hermana hacia la mesa de comedor y le explicó todo lo ocurrido.

-¡Eso no justifica lo que ella hizo!- golpeó la mesa

-Sí, estoy de acuerdo y no estoy feliz con esta situación, voy a hablar de esto con ella...Pero necesito que Robin retire la denuncia- pidió de forma calma, necesitaba ser coherente.

-¡Está en el lugar que se merece!- Zelena era la única que simpatizaba con la rubia, pero meterse con Robin era el fin, no lo permitiría.

-Lo sé, Zel...Pero, ella es mi mujer, madre de mi hijo, no puedo dejarla...Por favor...Tú me pedirías lo mismo, me debes eso- señaló, tuvo que apelar a eso, Zelena sabía que Regina se había quedado años sin salir con nadie después de lo que ella y Robin le habían hecho.

Una promesa de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora