Dos vidas

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Regina respiró e inspiró masajeándose la espalda. Era diferente de la primera vez que sintió aquel dolor, a pesar de ser casi equivalente al que sintió en las contracciones de Henry, sabía qué esperar hasta la llegada de su hija.

Emma, de inmediato, se dirigió al vestidor para coger una de las bolsas que ambas habían preparado semanas atrás. Swan estaba feliz con la llegada de su hija, pero al mismo tiempo se sentía frágil. No quería presenciar el parto de Regina antes del de ella, podría parecer egoísmo, sin embargo todo lo que ella más deseaba era ayudar, ser la fuerza de la esposa en aquel momento y su barriga podría ser un impedimento para eso.

-¿Qué vamos a hacer? No puedo conducir...- Emma dijo preocupada

-Mi madre...Ella puede llevarnos...- Regina dio la solución más lógica. Al final, la casa estaba llena por ese motivo.

-Pero, ¿y Henry?- la cabeza de la rubia hervía, nada podía salir mal

-Puede quedarse con Mary...- la morena respondió calmadamente poniéndose una cómodas zapatillas

-¿Estás bien?- Swan se detuvo frente a la esposa agarrándole el mentón

-Sí...Yo...- suspiró –Estoy ansiosa...Solo deseo que todo salga bien y acabe pronto...- cerró los ojos apoyando las manos de la esposa en la barriga, aquello le transmitía seguridad.

-Dentro de poco estarás con nuestra princesita en tus brazos, mi amor...Ven...- agarró el brazo de la esposa para salir del cuarto.


-¡Ni hablar! ¡Si quiere llevar a su preciosa hija en aquel pedazo de lata amarilla, llévela! Regina necesita espacio. No solo ella, también mi nuera...¿O se ha olvidado de que ella también carga con un bebé?- la madre de Regina continuaba con aquella maldita discusión

-¡No Cora! ¡Todo lo contrario! ¡Aquel pedazo de lata nos trae suerte! ¿Sabe por qué Emma está tan apegada a él?- Mary le daría una explicación completa, pero fue interrumpida por la otra

-¡Venga ya! ¿De verdad creéis en eso?- Cora reviró los ojos

-¡Sí, creemos suegra!- dijo Emma desde mitad de las escaleras, apoyaba a Regina en un lado de su cuerpo, mientras se agarraba al pasamanos con la derecha –Iremos en mi proyecto de abeja...- sonrió irónica, hacía mucho que le había cogido cariño al nombre que la morena le había dado al escarabajo -¡Y tú conducirás!- finaliza con convicción

-Solo puedes estar bromeando...- rió -¡Jamás!- en ese momento, Regina se encogió con cara de dolor asustando a Cora –Ok- desorbitó los ojos, no podía estar discutiendo, su hija estaba en trabajo de parto –Hija...Ven...- subió hasta mitad de las escaleras para ayudarla

-Mamá...- la morena agarró los hombros de su madre, recuperándose de la contracción –No dejes que Henry me vea así, no quiero asustarlo- pidió con respiración irregular

-Está bien, mi reina...Voy a llevarte al coche- Cora ni pestañeó, ver a la hija sentir dolor era demasiado desagradable. Haría cualquier cosa para aliviar esa incomodidad.

-¡Mi coche, suegra!- Emma extendió las llaves para que las más vieja las cogiera. Ella reviró los ojos, pero no iba a discutir más.

-Le he mandado un mensaje a Mal, ella vendrá a recoger a Ruth dentro de unos minutos, ¿puede cuidarla mientras, Margareth?- pidió a la madre de Emma, pero sonó como una orden. Mary solo asintió balanceando el carrito donde descansaba la pequeña –Gracias- volvió a mirar a la hija –Me haces pasar por cada momento, Regina...- Cora cogió la llave mientras sacaba a su hija de la casa.

Una promesa de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora