Sobresaltos

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Emma aún lloraba histérica, Regina, por otro lado, estaba estática, no movía un músculo siquiera, para ella el tiempo se había parado, sus manos estaban posadas en su vientre, lo miraba sin poder creérselo, pero al mismo tiempo que estaba incrédula tenía la certeza de que allí reposaba otra vida, parecía que la ficha no caía, pero de repente las lágrimas vinieron con intensidad, seguidas de sollozos y se arrodilló al lado de la esposa tocando sus hombros, retirando los mechones rubios que estaban pegados al rostro.

-Em...embarazadas...- susurró encarando los ojos verdes –Yo...nosotras...- intentaba decir algo

-¡EMBARAZADAS!- Emma se levantó abruptamente asustando a Regina -¡Dios! ¡Dios! ¿Qué hemos hecho Regina? ¡Oh cielos! ¡Lo sabía! ¡Debería haber esperado! ¡Yo no tenía que estar embarazada, Regina! ¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo vamos a dar cuenta de dos bebés? ¡Peor! ¿Cómo vamos a hacer todo? ¿DOS BARRIGAS? ¿Y si nos ponemos de parto las dos juntas?- aquello era su mayor preocupación -¡No tengo estructuras mentales para eso! ¿Cómo te voy a cuidar? ¿Quién va a cuidar de mí?- andaba de un lado a otro desesperada, una lluvia de preocupaciones asolaba su mente.

-Amor...- Mills la llamó –Emma...- otra vez, ella parecía no escuchar, golpeaba los pies en el piso -¡Mírame, Em!- agarró a la rubia -¡Srta. Swan! ¡Míreme!- encaró con expresión seria

-¿Am?- Swan estaba como un vegetal.

-Todo saldrá bien...Vamos a conseguirlo, sí...- afirmó convencida –Ya hemos pasado por tantas cosas juntas... Será un desafío más, amor...Vamos a tener que hacer algunos cambios, pero ciertamente podremos con todo...- intentó pasarle seguridad, Regina también tenía sus preocupaciones, pero estaba segura de sí misma, para ella aquello era una bendición, alegría por partida doble.

-¿Mamás?- Henry entró en el baño del cuarto de las madres restregándose los ojitos, aquella agitación y subida de voces había acabado por despertar al pequeño -¿Todo bien? ¿Qué sucede? ¿Estáis riendo o llorando?- preguntó preocupada al observar a las dos.

-Un poco de las dos cosas, hijo...- Emma sonrió en mitad de las lágrimas, estaba sentada en el suelo otra vez.

-¿Mamá Regi? ¿No estabais peleando otra vez, verdad?- preguntó receloso

-No, mi principito...Ven acá...- atrajo al pequeño a un caluroso abrazo –Tus madres tienen mucha suerte, mi pequeño...- se agachó para oler los finos cabellos castaños.

-¿Por qué, mamá? ¿Qué pasa?- preguntó curioso

-Sucede que tú...Eh...- se tocó su propia barriga, quería contarlo, pero se contuvo, tenía que confirmar el embarazo, miró a Emma para que le contara el de ella, Swan asintió con una sonrisa de lado, se acercó a la esposa abrazándola por los hombros.

-Tendrás un hermanito o bueno...una hermanita...- Emma completó la frase de la esposa

-¿Tú, mamá Em?- él desorbitó los ojos sorprendido -¡Te vas a poner muy gorda!- apoyó una de las manos en el mentón pensativo –¿No voy a poder saltar en tu regazo? ¿Quién me va a cargar en la espalda y hacer el caballito?- se rascaba la cabeza

-Bueno...Ehhh...- no sabía qué responder, no tenía idea de que el hijo le fuera hacer esas preguntas.

-Solo será por un tiempo, querido, después de que tengamos otro bebé, mamá Emma jugará con los dos...- dijo para consolar al hijo

-¿Querrás decir los tres, no?- Emma corrigió a la esposa sin darse cuenta

-¿TRES?- Henry desorbitó los ojos

Una promesa de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora