Celebraciones

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-¡He dicho que hoy no, Emma!- se apartó del tierno beso con cierta dificultad –Déjame dormir...Por favor...- pidió jadeante.

-Sé que me deseas...- Emma intentó besarla de nuevo. Regina se apartó de inmediato.

-¡Resuelve tus problemas sola! ¡No tengo ganas!- se echó de nuevo, esa vez un poco más hacia el borde de la cama, no podía estar muy cerca de la rubia.

-¡Arrggg!- Emma resopló, cogió la almohada y se la apretó contra la cara -¡Me voy a volver loca!- refunfuñó y se giró hacia el otro lado, necesitaba intentar dormir.

Regina se mantuvo un rato despierta, no conseguía dormir, decidió levantarse y cepillarse los dientes, ya que se había olvidado antes, había comido el pollo con mermelada antes de acostarse. Decidió que tomaría un baño, su cuerpo aún mostraba señales de excitación. No sabía si podría seguir con aquello por mucho más tiempo.


A la semana siguiente, Regina recibió a Jefferson en su despacho, conversó con él, distinguió una mirada diferente en el hombre que había conocido, parecía preocupado. Tenía un excelente currículo, y sabía convencer mejor que nadie, la presidenta decidió ponerlo en la sección de marketing exterior. Jefferson pareció contento, el salario era óptimo, se sintió en deuda con Emma y agradecido por tener una segunda oportunidad, incluso después de haber intentado engañar a la morena. Al salir del despacho de ella, se chocó de cara con Robin.

-¡Vaya, vaya! ¡Si no es el ilustre mercenario en persona! ¿Qué haces aquí? ¿Has venido a intentar otro golpe?- preguntó Robin con desdén.

-¡Todo lo contrario, fuera de la ley! Estoy aquí por trabajo- dijo serio

-¿Qué tipo de trabajo? ¿Puedo saber? Porque aquí no vas a conseguir lo que buscas.

-Ya no formo parte de esa vida, Robin. He sido contratado por tu...hum...¿ex novia? ¡Ah, perdona! Es tu jefa- rió irónico e hizo mención de entrar en el ascensor que se había parado en la planta.

-¿Cómo? ¡Regina solo puede haberse vuelto loca!- estaba indignado –Primero decide quedarse embarazada, después se consigue a una mujer para salir, y para confirmar mis sospechas, contrata a un tipo que intentó robarle

-Ah, viejo amigo...¿Quién es el ladrón aquí?- preguntó más irónico aún. Por lo visto Jefferson de verdad había cambiado, una cosa menos de lo que Emma tendría que preocuparse -¡Daré lo mejor de mí para esta empresa! Nos vemos por los pasillos, amigo- agitó la corbata y bajó las escaleras, ya que el ascensor se había marchado.

Robin se puso más nervioso, ¿cómo Regina contrata a alguien así como así? ¿Sin hablar antes con él? Fue hacia el despacho de la presidenta.

-¿Pero será posible? ¿Vas a entrar siempre sin llamar? ¿Voy a tener que poner seguritas en la puerta, señor Locksley?- descansó los brazos en la mesa, lo miraba seria

-¿Has contratado a Jefferson? ¿Te has vuelto loca?- dijo en tono algo elevado

-¡Ay, Robin! ¿Cuál es tu problema? ¿Desde cuándo tengo que consultarte para tomar cualquier decisión que tenga que ver con la empresa?- se levantó para coger un documento del cajón

-Bueno, solo estoy un puesto debajo de ti, tienes que comunicarme tales decisiones- dijo convencido

-Muy bien recordado, querido cuñado...- sonrió diabólicamente- Estás por debajo de mí. Tu superior. ¡No te debo ninguna explicación!- encaró al cuñado con la ceja arqueada –Por cierto, busca el documento de la vinícola Encantados en ese cajón, por favor- ordenó educadamente, sin embargo había ironía en su voz. Robin resopló, hizo lo que Regina le pidió y salió, lleno de odio, del despacho, necesitaba hacer algo pronto para no estar subyugado a las órdenes de su cuñada.

Una promesa de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora