Susto

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Emma llevó deprisa a Regina al hospital, ella solo lloraba, diciendo que de nuevo había sido imprudente, que sabía que no debía haber hecho nada. Se culpaba a cada minuto. Para suerte de Regina, el doctor Whale acababa de salir de un parto, así que en cuanto llegó, fue atendida.

La rubia estaba a la cabecera de su cama, agarrando la mano de Regina, estaba extremadamente preocupada, podría perder al bebé, su hijo también, no había conversado con la morena, pero ya se sentía parte de aquella familia. Sí, una familia. Sonrió ante la idea de formar una familia con Regina, pero ¿y ahora? ¿Y si perdía al bebé? ¿Perdonaría a la rubia? La culpa no había sido suya, pero Emma se sentía responsable de aquello, a fin de cuentas si no hubiera aparecido por la casa, nada habría pasado.

-¡Muy bien, mamá Mills! ¿Qué ha pasado exactamente?- el médico entró en la sala preguntando y analizando la ficha que los enfermeros habían rellenado, el doctor parecía calmado.

Regina se quedó paralizada, ¿qué diría? Se sonrojó y bajó la cabeza.

-Necesito que hable, Regina...para que pueda ayudarla...

-¡Está sangrando, doctor! ¡Haga que pare!- Emma dijo alto, impaciente

-Bien...Vamos a ver...- cogió el estetoscopio, comprobó la presión y tanteó el abdomen. Ya había hablado con los enfermeros que habían constatado que la paciente había dejado de sangrar al llegar, probablemente el sangrado se debió a la contracción del útero por efecto del orgasmo.

-¡Está todo bien, mamá! Su bebé está bien- sintió la necesidad de repetir, podía percibir la aflicción de las dos mujeres.

-¿Y el sangrado?- preguntó Regina preocupada

-Solo fue un PEQUEÑO sangrado, nada grave...Es normal cuando la mamá se divierte sin mucho cuidado...-sonrió malicioso –Le dije que lo evitara...- la miró serio –Falta poco, señora Mills...Pronto, muy pronto podrá volver a sus actividades...-la encaró con mirada lasciva –También sé que muchas mujeres en este período tienen deseos sexuales fuertes, otras ni quieren ser tocadas...Mientras otras...- la miró a los ojos

-No sucederá de nuevo, doctor- afirmó preocupada

-Pero ha hecho bien en venir...Podría haber sido algo grave, no se puede tomar a broma los sangrados. Se quedará en observación hasta mañana por la mañana. Solo para curarnos en salud...- miró a Emma –Cuídela. Cualquier cosa, llame...Estaré de guardia- Y salió de la sala.

Emma soltó el aire de los pulmones, que ni se había dado cuenta de que estaba reteniendo, qué alivio, estaba todo bien. Se sentó al lado de Regina, acariciando su rostro, ahora con la expresión más suave. La morena miraba su abdomen y le pasaba la mano.

-Disculpa...No quería hacerte pasar por esto...-Emma dijo suspirando, descendió la mano para juntarla a las manos de Regina sobre la barriga.

-Tú no has tenido la culpa...- una lágrima se deslizaba por su rostro.

-Regina...Sé que no es el mejor momento para conversar...Pero...¿Quién es el padre del bebé?- tenía que preguntar, necesitaba saber si podría dar el próximo paso, quería saber si había alguien entre ellas. Y si lo había, necesitaba prepararse para lidiar con ello. Porque, después de lo que había pasado, se dio cuenta de que no dejaría que nadie le hiciera daño a ese bebé.

-No hay padre, Emma...Me sometí a una inseminación el día en que te conocí- suspiró como si quisiera haberlo aclarado hacía tiempo, una de sus manos agarró la mano de Emma que seguía allí.

Entonces Elsa tenía razón, pensó la rubia, que ahora tenía una sonrisa de oreja a oreja

-Sé que dije cosas horribles cuando me lo contaste...Fui una estúpida. Pero...quiero de verdad intentarlo...Retomar lo que teníamos...- dijo clavando su mirada en los ojos avellana.

Una promesa de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora