El pedido

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-¡Wow...Ah!- Emma apretó las sábanas bajo ella -¡Am, am!- se retorcía en la cama. Regina se encontraba en medio de sus piernas después de haber tenido un orgasmo alucinante -¡Ahhh Regina!- gimió jadeante, su cuerpo temblaba, Emma se cubrió el rostro con la almohada para ahogar el grito, así no despertaría a Henry que en ese momento dormía serenamente.

Regina gateó sobre el blanco cuerpo de la novia con una mirada lasciva y la besó en la boca provocativamente.

-¿Ha estado bien?- preguntó mordiendo el labio inferior de la novia. Aún jadeaba.

-¿Cómo? ¿Qué pregunta es esa? ¡Pues claro que ha estado bien! Es más...¡contigo siempre es perfecto!- envolvió a la novia con las piernas

-¡Te dije que lo conseguía!- rió. Regina le había dicho a Emma que la haría gozar dos veces solo con la lengua, era un desafío que las dos habían comenzando a plantearse, de esa manera aderezaban la relación y no caían en la rutina.

-¿Y yo dudé? ¿Hum?- le robó un beso. Regina sonrió, pero puso expresión pensativa, Emma se dio cuenta -¿Qué ocurre, amor?

-¿Sabes?...Nunca me imaginé así, quiero decir...que me gustara lo que acabamos de hacer...a veces pienso en eso...- ella misma no entendía

-¿Esto te incomoda?- preguntó confusa

-¡No ¡No! Todo lo contrario, lo amo...Amo hacer esto contigo...Solo me hubiera gustado haber descubierto esta faceta mía antes...Pasé por tantas camas buscando algo que nunca iba a encontrar con un hombre...- se desahogó

-Todo bien, amor...Si lo hubieras descubierto antes, quizás no estarías conmigo hoy, y además, algunas personas tardan más...¡Mira Jefferson!- le contó

-¿Qué pasa con Jefferson?- no entendió, ¿qué tenía que ver él con ese asunto?

-Ah, ¿no te he contado? ¡Está con August!- le contó traviesa, siempre había tenido dudas de Jefferson, Emma parecía tener un radar para los homosexuales.

-¡Oh! Y nosotras...- Encontró gracioso cómo era la vida, ella estaba con una mujer, Jefferson con un hombre, ¿quién lo diría?

-¿Nosotras...?- la incentivo, aún sabiendo de qué se trataba.

-¡Nada! ¿Cómo supiste...que te gustaban...ah, ya sabes?- tenia cierto recelo, nunca habían conversado sobre eso.

-¿A qué edad, dices?- Regina afirmó con la cabeza –En mi pubertad, no recuerdo exactamente, Ruby fue a dormir a casa, bebimos más de la cuenta y puff. Nos acostamos...Ya...ya lo sé...Mi primera vez fue estando bebida, pero lo repetimos más tarde y nos gustó- explicó

-¿Y nunca te has acostado con un hombre?- Regina estaba asombrada

-¡Yo no! ¡Dios me libre! ¡Los hombres no tienen tetas! Y...bueno...ya sabes...No tienen lo principal...- apretó el muslo contra la intimidad de la novia

-Yo diría que sí tienen lo principal, ¿no?- preguntó divertida

-¿Por qué? ¿Lo echas de menos?- Emma desorbitó los ojos preocupada

-¡En realidad, no! ¡Mi mujer se basta para suplir todas mis necesidades!- besó todo su rostro, Emma sonrió –Pero, ¿cómo te decidiste?- Regina parecía una adolescente llena de dudas

-¡En el momento en que fui a enrollarme con un tío y sentí aquel trozo pegarse a mí! ¡Qué asco! Me aparté de él y después de eso, nunca más he vuelto a besar a hombre alguno, no es lo mío...barbas, pelos en las axilas...pene...- puso cara de asco en la última palabra. Regina rió alto.

Una promesa de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora