El plan

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Cenaron charlando como de costumbre, Emma había preparado un pescado al horno con batata, y le dijo a la morena que no era fácil encontrar ese tipo de batata en Nueva York, pero que tenía contactos con renombrados chefs y la había conseguido; Regina, por otro lado, nunca la había probado, la encontró maravillosa, la rubia le explicó que era originaria de Brasil, que la gastronomía de ese país es fantástica y que las salsas son únicas, le dijo que nunca había ido, pero que quería planear un viaje con la morena. Regina se sorprendió aún más con Emma, ella entendía de algunos temas gastronómicos e incluso entendía de gastronomía de varios países, también le contó que deseaba conocer Brasil y que podrían ir después del nacimiento del bebé.

-Emma...la cena está maravillosa, pero ese incienso me está matando, realmente me está dando nauseas...-Regina continuó conversando

-¡Disculpa! No pensé en eso...- Emma se levantó corriendo para ir a apagarlos.

-¡Tíralos fuera, Emma! En la basura del edificio...¡No quiero sentir ese olor dulce de manzana nunca más!- dijo tapándose la nariz y riendo.

-¡Pensé que te gustaban las manzanas!- Emma caminaba hacia la puerta.

-¡Y me gustan! ¡Pero estaré un buen tiempo sin comerlas por tu culpa!- la reprendió

-Ha sido una mala idea...- lo tiró fuera y volvió al apartamento, cerró la puerta. Se sentó frente a la morena de nuevo.

-¿Qué sientes?- Emma se refería al embarazo. Regina saboreaba el zumo de uva en su copa.

-¿El bebé? Nada de momento, quiero decir...algunos temblores...Es extraño, sé que se mueve, pero es algo extraño. No sé explicarlo...- dijo acariciándose la barriga

-Humm. ¡Qué extraño!- se rió y tocó la mano de la morena sobre la mesa. Se quedaron un tiempo así, solo sintiendo el toque de la otra.

-Extraño es que hayas entrado en mi apartamento sin tener la llave...-alzó la ceja en señal de cuestionamiento

-¡Sé hacer cosas señora Mills!- le guiñó un ojo. Regina no entendió

-¿Qué tipo de cosas, señorita Swan?-dijo en el mismo tono, estaba desconfiada. Emma comenzó a reírse.

-¡Pagué al portero! ¿Qué tipo de cosas pensaste que podía hacer?- preguntó riendo más alto.

-¡Ah Swan! Qué sé yo...No sé mucho de tu pasado...Vete tú a saber- dijo en tono acusador

-¡Caramba, Regina! ¡Me ofendes! Soy de una familia de principios. ¿Qué? ¿Pensaste que sé abrir puertas como en las películas?- dijo un poco más seria, pero estaba bromeando.

-Calma...No quise decir eso...Confío en ti...- le tocó la mano de la rubia por encima de la mesa.

Emma no estaba nerviosa ni enfadada, estaba disfrutando de su casi novia paranoica, decidió aprovechar aquel momento tierno al que la morena había dado pie y coló una cajita rectangular sobre la mesa y empezó a hablar

-Regina...Yo...-necesitó tomar aliento –He conocido a muchas mujeres en mi vida, y he descubierto que siempre busqué en todas a una única mujer...Una mujer algo arrogante, quizás...-rió –Pero extremadamente dulce, sensible y verdadera, una mujer fuerte y de fibra, una mujer que me ha hecho cambiar...que me ha hecho querer ser una persona mejor, una persona que puede ser capaz de construir una familia, algo que ni yo misma me creía...-respiró más profundamente, Regina miraba los ojos verdes fijamente y los suyos ya estaban húmedos, deducía a dónde Emma quería llegar –Pero, ahora he cambiado, y espero que para mejor, porque quiero cambiar todos los días, quiero ser digna de estar a tu lado...y de nuestro hijo...quiero formar una familia contigo, Regina...Y para empezar me gustaría saber: ¿aceptas ser mi novia?

Una promesa de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora