Esclarecimientos

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Mérida decidió darse una oportunidad, escucharía el consejo de su prima, hacía tiempo que había percibido las miradas de su asistente, pero no quería darle falsas esperanzas, al contrario de lo que muchos pensaban, a la pelirroja le importaba mucho la oriental, hasta más de lo que le gustaría admitir.

Invitó a la asistente a una cena informal, Mulan conocía muy bien a su jefa, pero la pelirroja poco sabía de su asistente y quería conocerla mejor. Decidieron ir al restaurante Swan's, pues Ariel trabajaba ahí. Cenaron alegres, algunos intercambios de miradas más pausadas, que podrían considerarse flirteo. Mulan estaba algo tímida, pero recordó lo que le había dicho su amiga Belle, "...muéstrale lo que quieres", y era lo que estaba haciendo, no dejaba escapar nada a su mirada, decidió tomar la iniciativa, sus dedos fueron al encuentro de la mano de la jefa, que fue receptiva al toque, se quedaron intercambiándose caricias tímidas sobre la mesa, hasta el momento en que Regina entró con Henry en los brazos, no vio a la pelirroja, ya que sus ojos recorrieron el gran salón y divisó a Emma atareada en la cocina. En ese mismo momento, Mérida soltó las manos de forma brusca, parecía no querer que la presidenta viera aquello, -como si a la morena le importase. Pidió disculpas a la oriental y se acercó a la morena.

-Hola...- besó la mano de su jefa de la misma forma provocativa de siempre, Regina intentó retirar la mano algo desconcertada

-¡Hola Mérida! No esperaba verte aquí...- dijo intentando disimular, por algún motivo se sentía culpable estando con la pelirroja ahí

-Ha crecido mucho este pequeño...cada día más lindo...tan hermoso como su madre, cada día más bonito, Regina, al igual que tú...- aún no le había soltado la mano

-¿Todo bien, srta. Dunbroch?- Emma cogió al hijo y agarró la cintura de su prometida -¿Ya quiere el postre?- encaró los ojos verdes de la pelirroja

-Am...Aún no, Swan...Está todo maravilloso...Eres una excelente chef, como dice Ariel...- intentó disimular, pero Emma había presenciado aquel beso exagerado en la mano de su mujer.

-Qué bien poder agradarla...Si quiere algo más, no dude en pedir..."algo que no sea mi mujer"-pensó, con una sonrisa irónica en el rostro.

Regina tenía la mirada en el suelo, Emma percibió la incomodidad de las dos mujeres, sobre todo de su prometida, ella no era tonta. Mérida se retiró despidiéndose de forma rápida y volviendo a la mesa con la oriental.

-¿Desde cuándo tenéis esa intimidad? O mejor...¿esa libertad?- preguntó Emma visiblemente irritada

-¿De qué hablas, Emma? Solo vino a saludarme...Trabajamos juntas- intentó actuar con normalidad

-Aquello fue más que eso. ¿Cuándo comenzó todo esto?- Emma quería saber de la intimidad de ambas. Regina no respondió –Sabía que estaba loca por ti desde la graduación, pero, ¿tú la has dejado guardar esperanzas?- su mirada era desconfiada. Al contrario que Regina, Emma conocía muy bien las artimañas para hacer caer a una mujer, y Mérida sabía muy bien llevarlas a cabo, cosa que no había pasado desapercibido para la chef.

-¡No ha pasado nada, Emma!- Regina dejó que sus nervios la dominaran

-Yo no he dicho es...¡Espera! ¿Vosotras?- Emma entró en pánico. Regina había hablado llevada por la culpa, como si algo hubiera sucedido.

-¡No, Emma! ¡Por Dios! ¡Te amo!- la morena se defendió, no había pasado nada entre ambas y Emma tenía que entenderlo

-Te interesas por ella...- concluyó, Emma parecía perdida en sus pensamientos, sintió rabia, celos, Regina era de ella, solo de ella -¿Qué has hecho? ¿Qué habéis hecho?- perdió la cabeza. Agarró con el brazo libre el de la morena con algo de fuerza, Henry se agitó en los brazos de su madre rubia.

Una promesa de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora