Familia

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-¡Dije que no quería fiestas!- Regina puso cara de enfado mientras miraba a todos en la sala, con una mano en la cintura, Henry ya estaba en los brazos de los abuelos siendo mimado, ¡probrecito Neal! Aunque al niño no le importaba, ya estaban Ruby y Lily para mimarlo.

-¡Ah, hija...No podíamos dejar pasar esta fecha así como así! ¡Eres de la familia! Y la familia comparte momentos como este...- Mary Margaret abrazó a la nuera cariñosamente, un abrazo acogedor, de esos que las madres dan en las noches de tormenta.

-Gra...gracias...- Regina dijo con la voz tomada, pero se tragó el llanto que amenazaba salir. ¡Cómo deseaba tener a su madre y hermana compartiendo ese momento!

-¡Ya, Mary! ¡Vas a romper a la muchacha!- David llegó a abrazar a la nuera rápidamente -¡Felicidades, Regina!- besó la cabeza de la morena

-¿Muchacha?- La morena rió sarcástica -¡Ya estoy más para señora!- se echó a reír, en ese momento la puerta se abrió, y aquella criatura que entraba por ella era una de las mayores sorpresas que Regina podría tener en un día tan especial.

-¡Tita Ginaaaa!- gritó Roland corriendo en dirección a la tía que no veía en meses.

-¡Príncipe!- se aferró al sobrino -¡Qué sorpresa verte aquí, Roland!-acarició el rostro del muchacho, sus ojos se humedecieron, ¿estaría Zelena ahí? Miró hacia la puerta, pero lo que vio fue a su madre entrando con varias bolsas. Reviró los ojos, ¿qué querría Cora esta vez? ¿Molestar en casa de sus suegros? Regina no se lo iba a permitir.

-¿Qué hace ella aquí?- miró furiosa a Emma. Después que Cora se quedó con el nieto el día en que las había "pillado", Regina no le prestó atención a la madre, no quería mayores contactos, decidió que la madre podría ver al nieto cuando quisiera, solo tenía que avisar antes, así no correría el riesgo de ser pillada follando en medio de la sala. Sin embargo, la visita sería para Henry, él era el nieto y no merecía quedarse sin la abuela por el desentendimiento entre las dos, ya que parecía que Cora quería de verdad al pequeño.

-Roland no iba a venir solo...- explicó Emma jugando con el hermano. Regina sonrió irónica hacia la madre que saludó de lejos mientras buscaba un sitio para dejar los regalos. Sería difícil que Cora consiguiera de nuevo el cariño de la hija, por más que Regina lo deseara, no quería a la madre a su lado en aquellas circunstancias, Cora tenía que aceptar a Emma, comprender que ella era la elección de su hija, de momento la mujer solo recibiría el desprecio.

-¿Por qué no me vas ya a ver, tita?- Roland agarró a la tía en un abrazo apretado, su voz era triste

-Oh, mi príncipe...Es complicado...Pero la tita sigue queriéndote mucho...- lo abrazó y le besó su cabeza

-¡No fuiste a mi cumpleaños, tita!- el pequeño golpeó el suelo con el pie y cruzó los brazos -¿Ya no te gusto? ¿O no te gusta mamá? Mi hermanita está tan grande...- bajó la cabeza al contar sobre la hermana, no entendía el motivo por el que su tía había desaparecido de su vida, el muchacho la echaba de menos, Zelena vivía pensando en volver a hablar con la hermana, pero con cada visita que le hacía al marido los domingos su furia volvía a aparecer, y así los meses pasaban sin volver a tener contacto.

-Príncipe...No me he olvidé...Tu regalo está en mi casa...- tocó el mentón del sobrino, sus ojos brillaron ante la información -¡Vamos a hacer una cosa!- Regina esquivó las preguntas del pequeño y comenzó otro tema –Mañana pasamos por el apartamento de la tita y coges tu regalo. Te he extrañado...- abrazó al pequeño con nostalgia, rápidamente lo llenó de cosquillas.

-¡Pa...para tita! ¡Para tita! ¡Ahhh!- se reía sin parar

-¿Ya?- se detuvo, el pequeño amenazó con echar a correr, pero Regina fue más rápida y lo cogió en brazos, él se debatía intentando soltarse del abrazo.

Una promesa de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora