Catorce

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Ben era el hijo de un exitoso empresario. Su padre nunca se había casado con su madre y como su relación no funcionó, se separaron. Él tenía otra familia y más hijos además de Ben. Afortunadamente el padre de Benny quiso hacerse cargo de él, cosa que seguía haciendo. Él pagaba el departamento de Benny, todos sus gastos y otras cosas de la escuela. Era un hombre muy rico y podía hacer ese tipo de cosas sin que fueran un problema.

La madre de Ben se casó cuando Ben tenía 15 años. Así que él tenía un padrastro y una hermana menor. Yo no los conocía porque vivían lejos y nunca iban a visitarlo. Decía que su padre lo visitaba a veces pero yo nunca lo había visto. La única persona cercana a él era Logan. Al parecer se conocieron de niños, cuando Benny tenía problemas para jugar con otros niños porque no se expresaba adecuadamente. Logan se dio cuenta de eso e intentó ser su traductor una vez, lo que de alguna forma Benny interpretó como señal de que quería ser su amigo. Desde ese día, se volvieron inseparables. Jamás habían tenido ningún problema. Y si lo tenían Logan lo perdonaba porque usualmente Ben se equivocaba sin querer.

Estaba pensando en Benny en medio de mi clase cuando recordé que no tenía tiempo para eso. Al finalizar mi última clase, fui a ver cómo iba el proyecto. Me encontré con que básicamente sólo faltaban detalles. Me sentí satisfecho. Más tranquilo.

— Profesor Callahan— dijo Connor—, ¿Podemos irnos a casa si ya no tenemos nada qué hacer aquí?

Lo observé. Se veía brillante, lleno de vida.

— Sí, creo que sí— dije.
— ¡Qué bien!— dijo Victoria, que lucía tan estresada como el resto de nosotros.

Observé el panorama general y pensé que todos se merecían un descanso.

— Continuaremos mañana— dije.

Festejaron esa noticia como si hubieran ganado una guerra. Salieron rápidamente.

— ¿Eso porqué fue?— me preguntó Ben.

Lo observé. Él seguía ahí. No me había dado cuenta.

— Eh... no lo sé— admití.
— Aún es temprano— dijo él sonriendo—. Tenemos tiempo para hacer muchas cosas.
— ¿Qué cosas?— pregunté.
— Podemos ir por ahí— dijo—, muy lejos de todo esto...
— Lo siento, tengo cosas qué hacer. El proyecto por escrito necesita correcciones— dije y decidí tomar el montón de hojas que había en el escritorio.

Estaba tan pesado que se me resbaló de las manos y cayó al suelo. Rápidamente me apresuré a levantarlo.
Benny iba a ayudarme pero como yo ya tenía las hojas en mis manos, sólo pudo sujetar el proyecto al mismo tiempo que yo. Nos miramos sorprendidos.

Los ojos de Benny parecían decir muchas cosas. Siempre había creído que tenía unos ojos bonitos pero realmente parecía que esa era la primera vez que los veía.

— ¿De qué color son tus ojos?— le pregunté, sin dejar de verlo.
— No lo sé— dijo él, mirándome finamente.
— Me recuerdan al cielo en el atardecer— dije.

Me sentía extraño. Como si Benny me hubiera hipnotizado. Él, lentamente, me quitó el proyecto de las manos y lo puso en el escritorio. Inmediatamente después me sujetó de los hombros.

— Lou— dijo mientras se acercaba a mí.

Lo observé confundido. Su rostro estaba cerca de la mío, tanto que comencé a ponerme nervioso. Iba a besarme. Cuando descubrí eso empecé a sentir pánico. Pero no me moví.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca de mí, cerré los ojos. No veía nada pero sentía su respiración tocar mi cara y sentía el calor de su piel.
Esperé unos segundos pero no sentía nada. Sin embargo la ansiedad me consumía. Abrí los ojos. Ahí estaba él, como dudando si debía o no.

— Lou, yo— susurró, estaba tan cerca que sentía su aliento golpear mi cara—, no quiero hacer algo que tú no quieras...

No dije nada porque no podía. Mi corazón latía tan rápido y no dejaba de pensar en la situación: ahí estábamos ambos, tan cerca y los ojos de Ben me observaban mientras sus labios estaban a unos centímetros de mí.

Centímetros que me molestaban.

Levanté mi brazo derecho lentamente hasta poder tocar su mejilla con mis dedos. Lo observé mientras él me miraba a mí. Cerré los ojos y lo atraje hacia mí. Sentí sus labios junto a los míos, por fin. Fue como si mi ansiedad desapareciera rápidamente. Acerqué más mi cuerpo hacia él. Él me sujetó por la cintura. Sentía que estaba derritiéndome. Sentía que no podía respirar pero a la vez no quería detenerme.

Repentinamente, se escuchó un ruido. Inmediatamente nos detuvimos. Yo, asustado, miré el lugar con detenimiento.

— ¿Qué fue eso?— pregunté.
— No lo sé— dijo Ben, mientras caminaba hacia la puerta.

Me quedé ahí. Mi corazón latía muy rápido pero no sabía realmente porqué. Me sentía mareado.

— ¿Qué fue?— le pregunté desde lejos, aún confundido.
— Creo que fue el viento— dijo Ben—, debió mover la puerta.

Menos mal, pensé. Me había preocupado pensando que podría ser alguien.

— Lou, deberíamos irnos— dijo él.
— Sí, claro— dije.

Tomé mis cosas y me acerqué a la puerta. Salimos. Caminamos por los pasillos en silencio. Miré de reojo a Benny varias veces pero parecía muy serio. Pensativo.

Eso me hizo sentir incómodo, más de lo que ya creí que estaba. Llegamos a mi auto en el estacionamiento. Subimos en silencio. Conduje sin decir nada por un rato.

No entendía el silencio. ¿Habrá sido por el beso? ¿Tan incómoda era nuestra situación? Me sentía inquieto. Quería preguntarle pero no dije nada. Es más, no me movía siquiera.

Llegamos a su edificio. Él se bajó.

— Nos vemos— dijo sin mirarme al menos una vez.

Lo observé irse. Respiré aliviado. ¿Qué había sido eso? ¿Porqué era tan incómodo? Lo pensé mientras conducía a casa. Pero no encontré ninguna respuesta. Porque no era nuestro primer beso. Además, se suponía que estábamos saliendo. ¿No era normal que las personas se besaran?

Llegué a casa. Entré. Tomé el teléfono. Le marqué a mamá. Pero no contestó.
Así que decidí enviarle un mensaje a Will.
Mi teléfono empezó a sonar unos segundos después. Lo tomé.

— ¿Por qué preguntas eso?— dijo Will, sonaba agitado.
— Eh... es sólo una pregunta— dije.
— Pero a ti nunca te importaron esas cosas— dijo.
— Es que un alumno tiene un problema con eso— dije.
— ¿Ese misterioso alumno eres tú?
— No— dije molesto—, ¿Vas a ayudarme sí o no?
— De acuerdo— dijo él—, pero realmente yo no lo sé.

Lo pensé. Era cierto, por más que Will fuera enamoradizo no significaba que debía ser un experto en amor. ¿Cómo iba él a saber si estaba bien besar a alguien con quien sales?

— Sin embargo— dijo Will—, creo que es normal querer besar a alguien que te gusta.
— ¿Y si todo se pone incómodo?
— Entonces deberían hablarlo.
— Hablar es incómodo.
— Pero es una relación. Se supone que deben poder comunicarse esas cosas. Aunque para ser sincero no entiendo el porqué debería ser incómodo un beso entre dos personas que están saliendo.

Lo pensé. Era cierto. Eso no tenía sentido.

— Creo que ya sé qué debo hacer— dije.
— ¿Eh? ¿Qué cosa?
— Will, gracias por tu ayuda— dije antes de terminar la llamada.

Café por la mañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora