Café por la mañana

Treinta y nueve

Will se llevó a Lucille y a George en su auto. Estaban dormidos. Yo ayudé a Madie a acostarse.
Estaba tan cansado esa noche que caí rendido. Al día siguiente, me desperté temprano. Me bañé mientras seguía pensado en mi conversación con Will.

Ser rector ya no importaba. Haber ganado ya no importaba. Hacía unos meses parecía lo más importante del mundo. Pero ya no tenía sentido. Comparado con Ben, todo era pequeño.

Tomé mi café. Madie tenía una resaca terrible.

— Te traje café— le dije, la encontré en el sofá, trataba de no caerse.
— No debiste dejar que bebiera— me dijo.
— ¿Qué querías que hiciera para detenerte?— pregunté.
— No lo sé, pudiste golpearme con algo.
— Ibas a enojarte— le dije.
— Claro que no. Yo lo haría por ti.
— No tengo duda de eso— dije.
— Como sea, me iré a trabajar— dijo ella.
— No puedes trabajar así— dije.
— Intenta detenerme.

La observé. ¿Me estaba retando?

— Hay pizza en el refrigerador— dije—. También café. Muchas series nuevas en internet.
— Pensé que me golpearías pero esto es mejor— dijo ella—. Bueno, me quedaré.

Así, evité que Madie con resaca aterrorizara la ciudad. Fui al trabajo. Al llegar, me encontré con el profesor Gomez. Me había estado evitando desde que había ganado. Pero al parecer ya había superado eso.

— Profesor Gomez— dije—, ¿No piensa felicitarme?
— Creo que ya debe estar harto de felicitaciones, ¿No?
— Una más no me haría daño— dije.
— ¿Seguro? Dicen que el ego podría hacer que a una persona le explote la cabeza.
— Tranquilo, mi ego está bien equilibrado— dije.

Nos observamos. Traté de sonreír. Entonces llegó el rector.

— Profesor Callahan, qué bueno que lo encuentro— dijo—, vino una reportera que quiere entrevistarlo.
— ¿A mí?— pregunté.
— Sí— dijo el rector emocionado—, por favor, venga.
— Estará bien— me dijo el profesor Gomez—, su ego está bien equilibrado, ¿No?

Lo fulminé con la mirada. Seguí al rector. No me sentía nervioso por la entrevista... de hecho no me importaba.

— Tengo una condición— dije—, quiero que los demás miembros del grupo aparezcan también.

El rector se lo propuso a la reportera. Ella accedió.
Reuní al equipo.

— ¡Saldré en televisión!— dijo Victoria feliz—, ¡Mi hermano no va a creer esto!
— ¡Saldré en televisión!— dijo Connor—, ¡Victoria, tu hermano no va a creer esto!
— ¿No están nerviosos?— les pregunté.
— Connor está acostumbrado a las cámaras— dijo Victoria.
— No realmente— dijo él.
— Había olvidado que tu madre es importante— dije.
— Por cierto— dijo Connor—, ¿Está mal que mi madre lo use a usted para promocionarse?
— ¿A mí?— pregunté confundido.
— Porque ya lo está haciendo— dijo Victoria.
— Supongo que está bien— dije—, al parecer mi ego está bien equilibrado.

Después de la entrevista, llegó otro reportero. Era de mi periódico en línea favorito. Me emocionó poder hablar del proyecto.
En medio de la entrevista, el reportero me hizo una pregunta que no esperaba.

— En la competencia también estaba su padre— dijo él—, que representaba a la escuela en la que usted estudió. ¿Sintió en algún momento que los traicionaba?

Me quedé en blanco.

— No, en ningún momento— dije—. Soy muy profesional. Mi vida privada está muy separada de la profesional.
— Interesante respuesta. Usted es muy joven, ¿Considera que su ascenso tan apresurado podría traerle problemas?
— ¿Qué problemas podría traerme?— pregunté.
— Usted ha hecho algo que muchos profesionales no han logrado hacer, aún con muchos años de experiencia. ¿No teme avanzar tan rápido?
— Realmente no pienso en eso— dije—. Marcho a mi ritmo. ¿No se supone que esta entrevista se centraría en el proyecto?
— Es decir, ¿No teme represalias?
— Insisto, el proyecto fue un trabajo de equipo. Siento que se están centrando en mí— dije.
— La gente quiere saber más sobre usted. Sobre todo después de los testimonios de personas que lo vieron tener una riña justo después del evento.