Treinta y tres

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Tenía que reorganizar mi mente. Así que cuando Madie llegó del trabajo, le conté todo. Ella escuchó, asombrada. Se le salieron un par de groserías. Y efectivamente, ella sí era una genio.

— ¡Eso explica todo!— dijo, emocionada—, ¡Inconscientemente aún estabas tratando de complacer a tu padre! Además, eso también explica el porqué le temes al compromiso. Estás tan acostumbrado a dudar que aún cuando deseas algo lo pones en tela de juicio.
— ¿Le temo al compromiso?— pregunté.
— Ben quería que vivieras con él. Pero te negaste.
— Era demasiado pronto.
— O tú temías arruinarlo todo. No te culpo. Te educaron para sentir que jamás llenarías las expectativas. Además, inconcientemente sentías que todas las relaciones estaban condenadas al fracaso. Quizá por eso no lo pensaste tanto a la hora de abandonar a Ben.
— ¿Eres psicóloga también?
— No, pero he visto muchas series policiacas.
— Deja de psiconalizarme, es raro— dije.
— Pero Lou, ahora todo tiene sentido— dijo ella—. Sabes cuáles son los problemas. Puedes arreglarlos. Puedes superarlos.

La observé.

— Honestamente pensé que estarías enojada por saber que tu padre y mi madre se han gustado desde hace mucho. O al menos por saber que mi madre casi detiene la boda de tus padres— dije.
— Lou, mi padre y yo somos muy unidos— dijo ella—. Hay cosas que sé aún sin preguntar. Sólo debo ver a mi padre. Aunque tu madre hubiera interrumpido la boda de mi padre, ellos se hubieran casado. Mi padre amó a mi madre por mucho tiempo, aún cuando ella llevaba mucho tiempo muerta. Me agradó que encontrara alguien. Eso deseaba. Que volviera a ser feliz. Ahora lo es. Y es tu turno.
— ¿Mi turno?
— Sí— sonrió—. Te toca ser feliz. Y si me disculpas, voy a ir a robarme todo el café que encuentre porque tengo turno nocturno.
— ¿Puedo evitar que te robes mi café?— pregunté.
— No. Es mi paga. Te psicoanalicé. No iba a hacerlo gratis.
— No te pedí que lo hicieras.
— Demasiado tarde— dijo mientras se dirigía a la cocina.

Lo pensé todo por el resto de la tarde. Aún era temprano como para entender qué debía hacer. Decidí darme un poco de tiempo. Al menos después de la presentación del proyecto.

Al día siguiente, me levanté temprano. Tomé un baño. Me puse lo primero que encontré. No quería pensar en ropa. Tomé mi café. Madie se había robado casi todo.
Salí. Me subí a mi auto y empecé a conducir. Me sentía confundido. Los días anteriores habían estado tan llenos de presión que se sentían como siglos. Ya quería que llegara el fin de semana.

Curiosamente, en mi primer clase, Ben no estaba. Me pareció extraño. Igual no planeba hablar con él pero... al menos deseaba poder verlo.
Después de eso, busqué a Logan. Lo encontré. Le pregunté por Ben.

— Él no se encuentra en la ciudad— me dijo—. Su madre tiene una reunión familiar. Harán una fiesta, creo que para celebrar el cumpleaños de su hermana.
— ¿Significa que no irá a la presentación del proyecto?— pregunté.
— No, definitivamente no.
— Pero esperaba que fuera. Trabajó muy duro en él.
— Lou... creo que debes darle más tiempo.

Lo observé. Me entraron unas ganas inmensas de preguntarle si entre él y Ben había algo. Pero no lo hice. Internamente, no estaba listo para la respuesta.

— Él... ¿Habla de mí contigo?— pregunté. Logan me observó.
— Realmente... no— dijo.

Eso me dejó muy decepcionado. Pero luego entendí que no debía creer fielmente en todo lo que Logan dijera. Aún no sabía qué estaba planeando. Si es que las deducciones de Madie estaban en lo correcto. De otra forma...

— Tengo que irme— dije.
— ¿Tan rápido?
— Mañana es la presentación del proyecto.
— Entiendo— sonrió—. Buena suerte. Sé que van a ganar.
— Eso deseo— dije.

Me alejé. Me quedé muy confundido. Si Logan en verdad era una mente criminal, lo hacía muy bien. Porque parecía que en verdad le agradaba, y se suponía que debía odiarme porque le había quitado a Benny. Aunque en ese momento no tenía porqué, yo ya no estaba con Ben. Además, probablemente si era así, Madie tenía razón, él fingía ser mi amigo porque no le convenía que su profesor lo odiara.

Pero no tenía tiempo para eso. Fui a encontrarme con Victoria. Ensayamos un poco. Los demás fueron para presenciar todo. Después nos organizamos sobre a qué hora debíamos irnos.
El día se fue increíblemente rápido. Al final, sólo quedamos Victoria y yo.

— ¿Connor te abandonó?— pregunté.
— Se fue a contestar una llamada— dijo ella.
— ¿Era urgente?
— No. De hecho, debe ser la quinta vez que habla con la misma persona en lo que va del día— dijo ella—. Usted sabe, cosas que hace el amor.
— Debe ser lindo— dije.
— Sí— dijo ella—. Debe ser lindo compartir el mundo con alguien más.
— Deberías salir con alguien— dije—. Las universitarias hacen eso, ¿No?
— Profesor, acaba de hablar como si fuera un anciano— dijo ella entre risas.
— Me siento como un anciano.
— No se ve como uno— dijo—. Y espero que mañana se sienta joven porque es un día importante. Además, podría aprovechar para hablar con Ben.
— Él no vendrá— dije.
— ¿Por qué no?
— Tiene un asunto familiar. Creo que es muy importante.
— Oh, entiendo— dijo ella—. La familia es muy importante. Lo más importante, diría yo.
— Se ve que amas a tu familia— dije.
— Así es— dijo ella. Connor apareció repentinamente—, pero al parecer Connor también.
Connor, rodeado de su aura optimista, se acercó.

— ¿Hablaban de mí?— preguntó, se veía feliz.
— Sí— dijo Victoria—. Debes llevarme a casa.

Se despidieron de mí. Los vi irse. Me sentí aliviado de tener estudiantes tan geniales. Salí del lugar. Me encontré con el profesor Gomez.

— Profesor Callahan— me dijo—, veo que ya se va a casa. Espero que no se encuentre demasiado nervioso por mañana.
— Estoy bien— dije.
— Me alegra saber eso. Sería una lástima que algo le pasara.
— Sí, sería una lástima— dije—. Pero no va a suceder. De todas formas, usted debe desearme suerte, ya que también trabaja aquí. Al menos que... me guarde rencor porque le quité el proyecto... no, usted no es ese tipo de persona, ¿O me equivoco?
— Claro que no— dijo.
— Entonces deséame suerte— dije y me fui sin girarme a verlo.

Café por la mañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora