— Me llamó tu madre— dijo él—. No sé qué le habrás dicho, pero no tenías que...
— No le dije nada— dije—. No me he comunicado con ella.
— ¿Entonces porqué me llamó?Lo observé. Papá se parecía a mí, físicamente. La abuela solía decir que yo era idéntico a mi padre cuando era joven, claro, con la excepción de que mi cabello era más oscuro. Pero también decía que era lo único que teníamos en común. Mi padre había sido un niño prodigio. Un genio. Tenía un montón de planes que cambiaron cuando conoció a mi madre. Sin embargo, la abuela decía que yo era más inteligente que él. Nunca entendí porqué pensaba que un niño común como yo era más inteligente que un niño genio.
— Quizá sólo quería librarse de ti— dije.
— Yo y ella no tenemos nada qué ver— dijo.
— ¿Entonces qué significa esa pelea?Miró a mi alrededor. No dijo nada por unos segundos. Empecé a impacientarme.
— Sé lo que piensas— dije—. Recientemente lo entendí.
— ¿De qué hablas?
— De mamá. Y del doctor Hermes— me observó sorprendido—. Sé que piensas que ellos siempre han tenido algo. Pero no es así.Lucía incrédulo.
Mamá había conocido al doctor Hermes en la universidad. Eran amigos, pero nada más. Él se casó y ella también. Madie y yo nacimos. Ellos trabajan juntos. Fueron amigos. Pero después de todo esto que les pasó, debieron empezar a gustarse.— Eres sólo un niño— dijo—. No sabes nada.
— Lo sé— dije molesto—. No soy un niño. Sé muchas cosas. Lamento que te dieras por vencido con mi madre, pero no es culpa mía.
— ¿Por vencido?— dijo con ironía—, ¿Crees que me di por vencido?
— ¡Pues eso parece! ¡Si te hubieras esforzado más por mamá ella jamás se habrían divorciado!
— ¿Eso es lo que ella te ha dicho?
— No, pero pude verlo.Caminó un poco por la habitación.
— No me di por vencido— dijo—. Ella se dió por vencida conmigo. Por supuesto que lo haría. Siempre estuvo enamorada de él.
— ¿Qué?— dije estupefacto—, ¡Eso no es cierto!
— Los vi— dijo, se giró a mirarme—. Muchas veces. No era necesario verlos. Lo supe siempre. Ella lo amaba. Él a ella no, pero... tu madre siempre supo cómo enamorar a cualquiera.
— ¡Estás mintiéndome!— le grité.
— Jamás te he mentido— dijo—. Sólo una vez. Pero nada más.
— ¡Mi madre no es así!
— ¡Es una cualquiera!— me gritó enojado—, ¡Y te pareces tanto a ella que...
— ¡Cállate!— grité—, ¡Vete de aquí! ¿A eso has venido? ¿A decirme que mi madre es una cualquiera?Me observó. Bajó la mirada. Yo me sentía mareado.
— Vine a decirte que no quiero que te aparezcas por mi trabajo de nuevo. Nunca más, de hecho.
— Lo entiendo— dije—. No me quieres en tu vida y yo no te quiero en la mía. Bien. Deja que mi madre y yo seamos felices.
— ¿Acaso no lo son ya?— preguntó—, ¿Acaso no tienen ya a toda la familia reunida?Miré sus ojos. Y él miró los míos. No, eso no, pensé. Lo entendí. Lo entendí a él de repente.
Ya sabía de qué hablaba. Pero no me había querido dar cuenta.— ¿Por qué me odias tanto?— pregunté, sin apartar mi mirada, como último recurso para confirmar lo que acaba de responder.
Bajó la mirada al suelo. Oh no. No, todo menos eso. Sentí que el corazón se me salía del pecho. Y mis ojos empezaban a lagrimear.
— Dime que es porque soy torpe— dije—. Dime que es porque jamás logré ser lo que querías que fuera— apenas podía sostener mis lágrimas—, dime que es porque simplemente me odias... no lo sé, inventa algo pero....
Me quedé sin palabras. Él me observó.
Sentí miedo. Ya no de él. De lo que iba a decir. En cada una de las arrugas de su cara se podía ver que iba a decirlo. Yo no quería escuchar. Aceptaría cualquier cosa... pero no eso.— Tú— dijo—, creo que...
— ¡No, calláte!— le supliqué, no me importó derramar mis lágrimas—, ¡Por favor no...
— No eres mi hijo— dijo—. Creo que no lo eres.
No tienes nada qué ver conmigo.¿Qué? ¿Qué estaba pasando?
Se acercó a la puerta, abrió y se fue.
Quise seguirlo pero... sentí que no podía respirar. Y me sentía cansado. Sólo lo observé irse. Y traté de explicarme a mí mismo todo. Recordé muchas cosas. Y dolía que tuviera sentido.Él creía que yo no era su hijo. Me odiaba. Me había odiado siempre. Ni siquiera quería verme. Sabía que no me quería pero... pensaba que era porque yo era un desastre. Pensaba que había fracasado. Me esforzaba por tratar de ganar su reconocimiento. Quería que me aceptara. Pensé que si me esforzaba lo suficiente él aceptaría que yo valía la pena. Él estaría orgulloso de mí.
Jamás iba a estarlo. Nunca. Incluso llegué a pensar que era un fracazado. Pensé que la falla estaba en mí. Toda mi vida me sentí con miedo, tratando de complacer a alguien que sólo me veía con odio.
Es más, ¿Siquiera yo lo odiaba? Decía que sí porque en parte era cierto, pero sabía perfectamente que sólo quería impresionarlo. Quería que me aceptara.
Me sentí torpe. Me sentí estúpido. Limpié mis lágrimas. Todo parecía estar muy claro. Había iniciado el proyecto engañándome a mí mismo, pensando que quería derrotarlo. Pero no. Quería que viera que no era un fracasado. Aún, después de todo, quería que viera que ahí estaba, haciendo algo. Lo había hecho sin saberlo. Como todo.Mi vida no era más que un intento por llamar la atención de alguien que jamás iba a amarme.
Me sentí miserable. Tonto. Falso. Lleno de preguntas que no sabía cómo formular. Me dolía la cabeza. Me sentía cansado aún cuando acababa de despertar. Sentía que quería irme corriendo y no regresar. Llegar al final del mundo y arrojarme por la borda. Dormir y nunca despertar.
No sabía qué pensar. Sólo me sentía vacío. Como si todo no tuviera sentido.
Tenía que ir con mi madre. Daba lo mismo si decía que mi padre sí era mi padre. Él ya no cambiaría de opinión. Lo sabía bien. Demasiado bien.Así que por el momento, me senté en el suelo y miré la puerta. Esperando que pasara algo. Lo que fuera.
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Café por la mañana
Short StoryUn profesor saliendo con su alumno. ¿Por qué me pareció una buena idea? Pues no, no pensé que estar con Benny sería tan difícil, sobre todo por todos aquellos líos que comenzaron a aparecer... empezando con que ambos somos hombres.