Doce

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— ¡No!— dije—, ¡Claro que no! No es así. Para nada. No podrías estar más equivocado.
— Pero quieres que deje el proyecto— me dijo.
— Porque podría ser muy estresante— dije—. Porque no es tu responsabilidad seguir ahí. Si tú lo dejaras tendrías más tiempo para ti, para salir con Logan y los demás... no sabía que pensabas todas esas cosas y... ahora no sé qué decir.

Nos observamos.

— Entré al proyecto por ti— dijo.
— Lo sé— dije—, me siento culpable. Como si te hubiera obligado a hacerlo.
— No es así. Me hubiera unido de todas formas.
— ¿Por qué?
— Porque es importante para ti. Y tú eres importante para mí. Además... parece que el proyecto es lo único que tenemos en común. De no ser por eso... quizá sólo te vería en clases, como si fueras mi profesor y yo tu alumno. No quiero eso, de verdad no. No quiero que seas sólo mi profesor. No quiero ser sólo tu alumno.
— No lo somos— dije—, aunque últimamente se siente así, ¿No?
— ¿Qué significa eso?— me miró atentamente.

Me acerqué y tomé sus manos.

— Significa que no tenemos tiempo para nosotros— dije—. Significa que el proyecto está siendo nuestra prioridad aunque no debería ser así. Significa que debemos esforzarnos más por mantenernos unidos.
— Entonces... ¿No quieres alejarte de mí?
— ¿Tú quieres eso?
— No, para nada.
— Bien— dije—, porque quiero estar contigo.

Sonrió. No había visto eso en mucho tiempo. Ya lo necesitaba.

— Pero quiero que seas honesto— dije—. No hagas cosas sólo porque yo voy a hacerlas.
— Y tú no tomes decisiones por mí— me dijo.
— ¿Significa que quieres continuar en el proyecto?
— Sí.
— ¿Aún cuando termines estresado y tengas que seguir trabajando en él incluso en tu casa?
— Sí. Tú estarás haciendo eso así que... creo que puedo soportarlo.
— ¿Aún cuando no tengas tiempo libre?
— No necesito tiempo libre— dijo—. Te necesito a ti.

Me abrazó. Sonreí. Me sentía cansado y hasta cierto punto estresado pero... bien, de alguna forma.

— Tengo una solución a nuestros problemas— dijo, me observó—. Deberías vivir conmigo.
— ¿Qué?
— Sería genial. Podríamos vernos todos los días y hacer el proyecto juntos.
— Eh... parece demasiado pronto, ¿No?
— ¿A qué te refieres?

Me alejé un poco.

— A que... es un gran paso— dije.
— No entiendo.
— Es que... es algo importante. Tenemos que estar seguros de que eso queremos porque no es cualquier cosa. Es vivir juntos.
— Por eso. Yo estoy seguro. ¿Tú... lo estás?
— Quiero estar contigo— dije—. En verdad. Ahora mismo sé que eso es lo que quiero. Pero no es sólo sobre si quiero o no. Hay muchas cosas en juego. Hay demasiado en qué pensar.
— Entonces piénsalo— me dijo—. Esperaré.

Lo observé.

— ¿No te molesta?— dije.
— No. Entiendo que es algo que debe ser complicado. Sobre todo para ti, que piensas mucho las cosas antes de hacerlas.
— Todos deberían hacer eso— dije.
— Sí, pero hay veces en que no hay que pensar tanto. Sólo vivir el momento. Aunque sea arriesgado.
— Quizá un día haga eso— dije—. Pero por el momento, deja que piense qué debo hacer.
— Podrías quedarte— dijo.
— ¿Está bien si me quedo una noche aquí?— dije.
— Sí. También estaría bien que te quedaras toda tu vida.

Sonreí. Él me regresó la sonrisa.

Esa noche me quedé a dormir en el sofá. Desperté con dolores de cuello pero sabía que iba a ser así aunque me hubiera ido a mi casa. Después de desayunar, fuimos juntos a la escuela. Él fue a sus clases y yo a las mías. Lamentablemente, no pude concentrarme.

Simplemente no dejaba de darle vueltas al asunto. Estaba en eso cuando el rector apareció repentinamente.

— Profesor Callahan— me dijo—, fui a ver su proyecto y es excelente. Ahora sí creo que podría ganar.
— ¿Antes no lo creía?
— No, pero eso ya no importa. Lo importante es que su proyecto es muy bueno... tanto que podríamos derrotar a nuestra universidad rival por primera vez en nuestra historia.
— No sabe cuánto deseo eso— dije.
— Pues sería bueno para su historial como profesor. Si me disculpa, tengo que ir a revisar otras cosas.

Lo observé irse. Apareció el profesor Gomez.

— Profesor Callahan— me dijo—, veo que el rector y usted son buenos amigos.
— En realidad no— dije—. Sólo vino a felicitarme por el proyecto.
— Entonces debe estar muy feliz por eso.
— No. Lo estaré cuando gane.
— Entonces yo, como futuro rector de esta universidad, lo felicitaré.
— ¿También es candidato para la rectoría?— pregunté.
— ¿También?— dijo con escepticismo.
— Al parecer el rector va a recomendarme ante el consejo— dije—. Pero le deseo suerte.

Me fui. No me giré pero imaginé que probablemente el profesor Gomez tenía un gesto en la cara indescriptible. Sonreí para mis adentros.
Consideré eso como una victoria.

Por la tarde, después de trabajar en el proyecto un rato, decidí ir a mi casa. Decidí que tomaríamos el trabajo con calma. El equipo del proyecto lucía como si estuviera al borde de la muerte (a excepción de Connor, que se veía tan genial y feliz como siempre), a ese paso todos morirían de cansancio. Pensé en que lo mejor era relajarnos un poco. Así todos podrían descansar y prepararse para exámenes y pruebas.
Pero sobre todo, Benny podría ir con Logan a alguna parte. Yo también aprovecharía mi tiempo.

Llegué a mi casa. Y dormí. Mucho. Como si no hubiera un mañana. Me despertó mi teléfono, que sonaba muy fuerte. Pensé que era Ben así que lo tomé sin pensarlo mucho. Pero no, no era él. Era mamá.

— Te he estado llamando toda la tarde— me dijo—, ¿Por qué no me contestas?
— Estaba ocupado— dije.
— Sí, sé que te estás haciendo cargo de un proyecto. De hecho, de eso quería hablarte.
— Lo sabes, ¿Cierto?— dije—. Sabes que papá también está inscrito en ese proyecto.
— Sí, Madie me lo dijo.
— No me sorprende. ¿Y bien? ¿Vas a decirme que lo abandone o algo así?
— No soy tonta— dijo—. Sé que por más que te lo pida no vas a obedecerme. Siempre haces lo que quieres.
— ¿Entonces? ¿Para qué esta llamada?
— Quería saber si seguías vivo. Pero también quería desearte suerte. Y pedirte que aplastes a tu padre como la cucaracha inmunda que es. Pero nada más. — Mamá, ya te dije que dejes de ser tan rencorosa.
— Es inevitable. Por cierto, hay otra cosa que quiero decirte. ¿Recuerdas al padre de Madie, el doctor Hermes?
— Sí. ¿Qué pasa con él?
— Su cumpleaños será en unas semanas. Algunos colegas del trabajo y yo le organizamos una fiesta sorpresa. Sería bueno que vinieras. Podría verte.
— Veré si puedo hacerlo.
— Puedes traer compañía si quieres— me dijo—. Madie me contó que sales con alguien. Me gustaría conocerla.

Oh no. Le dije eso a Madie aún sabiendo que trabaja para mi madre. ¿Cómo pude ser tan idiota?

Café por la mañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora