Cuatro

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Los días pasaron. Me juntaba con Benny y sus amigos como siempre, y no veía que algo había cambiado aunque sí había sido así.

— Soy yo, o definitivamente Benny te está evitando— me dijo Logan, una tarde después de clases, cuando no había nadie más que nosotros.
— No... ¿O sí?— pregunté.
— Últimamente parece evitar dirigirte la palabra. ¿Ocurrió algo entre ustedes?
— No que yo recuerde. ¿Debería hablar con él? ¿Debería preocuparme?
— Posiblemente no. Él es así. Un día está bien y otro quiere unirse al ejército. Ha sido así desde que recuerdo. Pronto volverá a ser el de siempre.

Quise confiar en Logan porque él era la única persona que había pasado casi toda su vida junto a Benny. Lo conocía desde que tenía cinco años. Sin duda se llevaban bien. Además de que era a excepción de Ben, la única persona a la que podría confiar en la universidad. Para ser sincero, le hubiera creído cualquier cosa que me dijera Logan porque aunque yo era su profesor le tenía un gran respeto. Si él decía que Benny estaba bien entonces debía ser verdad.

Pero no fue así. Ben iba a clases pero ni siquiera me miraba. Lucía apagado y él no era así. Lo llamaba pero no contestaba. Regresaba mis mensajes pero usando puros monosílabos. No había abierto Facebook en mucho tiempo y eso era definitivamente raro, él amaba seguir varias páginas de humor y de cocina. Su vida en redes sociales se había vuelto igual que en la realidad: como si se encontrara suspendida.

Fui a su casa varias veces pero no abrió. No sabía si no quería o no estaba. Me evitaba. Y no sabía por qué. Es decir, me había dicho que me quería siempre en su vida pero estaba haciendo lo contrario. En clases deseaba hablarle pero no podía delatarme. Las demás personas no debían saber que teníamos una relación de amistad, sería perjudicial para ambos. Aunque muchas veces estuve a punto de lanzar todo eso por la borda. Me costó contenerme.
Pensé en aguantar más hasta que él decidiera hablarme, pero cambié de idea cuando Logan me dijo que incluso había empezado a evitarlo a él. Eso era muy extremo, yo sabía que Benny se encontraba bien porque al menos hablaba con Logan.

Decidí detener eso, fuera lo que fuera.

Fui a su departamento. Casi tiro la puerta a golpes.

— ¡Benny, abre!— le dije repetidas veces— ¡Sé que estás ahí!

No había respuesta alguna. Pero como ya era noche, se veía una marca de luz desde adentro.

— ¡Sí estás aquí! Tienes la luz encendida, lo veo por la rendija.

Apagó la luz. Eso ya era el colmo. Terminé de confirmar su presencia.

— ¡Abre de una vez! No sé qué pasa, pero quiero hablar. Si hice algo, quiero saber.

No había respuesta. Empecé a perder la paciencia.

— Por un demonio, ¡Abre la maldita puerta!
— ¡No quiero!— respondió desde adentro.
— ¿Por qué? ¿Acaso te hice algo?— pregunté.
— ¡No, tú no podrías hacer nada malo!
— ¿Entonces?
— ¡Es complicado!— gritó.
— ¡Pues explícame! Y abre la puerta, no te escucho bien desde aquí.
— ¿Qué dices?
— ¡Abre ya, idiota!

Me quedé esperando a que abriera. Lo hizo. Me miró desde adentro.

— ¿Puedo pasar?— dije.
— ¿Tienes que hacerlo?
— Lo haré de todas formas.

Lo empujé un poco y entré. Su departamento era un desastre total. Basura por todos lados, el refrigerador tenía la puerta abierta, había un calcetín sobre la televisión y la cocina parecía una zona de guerra.

— ¿Qué pasó aquí? ¿Un tornado?
— Tú no estuviste conmigo. Eso pasó.
— ¡Por qué tú me has estado evitando!— le grité.
— ¡No tenía otra opción!
— Claro que sí. Vuelve a ser el de siempre. Si hice algo, seguramente fue por que te lo merecías.
— ¡No es eso!
— ¿Entonces?
— ¡No puedo decirte!— se llevó las manos a la cara.
— ¿Por qué no?
— ¡Por qué es malo! ¡Si te digo saldrás corriendo y no vas a querer verme nunca!
— Es lo mismo, si me evitas no puedes verme.
— Pero sé que tú quieres verme. Si te digo ya no vas a querer.
— Deja que yo lo decida. Así que, ¿De qué se trata?

Me observó.

— No puedo decir nada— concluyó.
— De acuerdo. No tienes que decirme. Sólo vuelve a ser el mismo Benny despreocupado de siempre.

Me observó. Había algo extraño en su semblante. Parecía muy serio. Y a la vez agobiado.

— No volveré a ser el de siempre— dijo—. Ya lo intenté. Pensé que si ya no te veía lograría ser la persona de antes pero al final no pude. Soy débil. Lo suficiente como para querer estar a tu lado. Si tú estás a mi lado, no puedo ignorarte. Por eso no te conviene ser mi amigo.
— Creo que me perdí en alguna parte— admití—. Es triste, lo que acabas de decir es probablemente lo más inteligente que has dicho. No puedo creer no haberlo entendido.
— ¡Ya lo dije!— gritó— ¡No depende de mí si no lo entendiste! ¡Ahora vete!
— ¡Por supuesto que depende de ti! Deberías hablar más claro. Nadie entendería eso.
— Pero ya lo dije.
— ¿Podrías resumirlo? Ya sabes, en lenguaje Benny, apto para niños y ancianos en general.

Me miró. Paulatinamente su cara fue cambiando de color a un rojo intenso.

— ¿Vas a explotar o algo parecido?— dije.
— Lo diré. Rápido y efectivo. Así que no te distraigas, que no lo repetiré.
— Bien.
— El asunto es que... no puedo ignorarte. Sí, ese es un buen resumen. Listo.
— ¡Necesito más información!
— Pero querías un resumen.
— ¿Ese era un resumen? ¡Por eso te va tan mal en tus clases!
— ¡Perdóname por no saber resumir! Cuando sea grande seguro sabré.
— ¿Pues cuántos años crees que tienes?
— A comparación tuya, sigo siendo un jovencito. Tú ya eres un abuelo.
— ¿Abuelo? Sólo soy un par de años mayor que tú.
— Abuelo.
— ¡Deja de llamarme así!

Se río un poco. Era el Benny de siempre. Me sentí aliviado.

—  No sé que es lo que te preocupa, pero puedo ayudarte— dije, al fin—. Vamos, confía en mí.
— ¿Prometes no enojarte?
— ¿Tiene que ver conmigo? ¿Me hiciste algo? ¿Rompiste algo mío? ¡Más te vale que no sea importante!
— Aún no digo nada y ya estás enojado. Mejor debería optar por mi plan“B”.
— ¿Plan B?
— Sí. Mudarme con mis padres.
— ¿Por qué? ¡Eso es muy extremo!
— ¿Extremo? El plan “C” es meterme a una secta satánica, eso sí es ser extremo.
— Espera, nos estamos desviando del tema. Ya, sin rodeos, dime cuál es tú problema y te juro por todos los dioses que haré lo que sea por arreglarlo.

Volvió a mirarme. Nuevamente se puso rojo.

— Me gustas— dijo, mirándome atentamente—. Arregla eso.

Café por la mañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora