Cincuenta y uno

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No iba a ser fácil explicar el porqué estaba en un salón de clases con dos alumnos que tenían las caras moradas por haberse golpeado. El profesor Gomez me observó. Entonces, Logan se levantó y salió corriendo. La gente, que ya era mucha la que se había acumulado alrededor de la puerta, lo dejó irse.

— ¿Estás bien?— me preguntó Ben.

Lo observé. Me sentía más tranquilo. Asentí con la cabeza.

— ¿Qué pasó aquí?— me preguntó el profesor.
— No lo sé— dije—, estoy tratando de asimilarlo.

De alguna manera que nunca supe porqué, al profesor Gomez le bastaron esas palabras. Se regresó a la puerta y le dijo a todos que se fueran. Ben me observó. Quise tomar su mano pero sabía que no, aunque parte de mí quería. Probablemente Logan le diría todo a todos y yo perdería mi empleo. Daba igual.

— Supongo que nada ha pasado aquí— dijo el profesor Gomez—, yo no veo nada.

Sonrió y caminó hacia la puerta.

— Gracias— le dije, él se detuvo al escucharme—, en verdad gracias por todo.
— No me agradezcas nada— dijo—, te lo debo. Sólo me estoy adelantando al futuro, cuando me vuelva rector y tú no.

Se fue. Me quedé pensando en que era un sujeto muy extraño.

— Vamos a casa— me dijo Ben.
— No— le dije—, necesitas que te revisen.
— ¿Qué? No, estoy bien— dijo.
— Iremos con Madie— dije.

Me observó. Lo miré.

— Vamos— dijo—. Yo conduzco.

Asentí. Estaba demasiado alterado como para conducir yo. Caminamos al auto. Las personas seguían ahí. Las evadimos pero nos siguieron con la mirada. Fuimos al estacionamiento. Entramos al auto. Ben empezó a conducir. El trayecto fue silencioso. Tanto Ben como yo no queríamos decir nada. Sólo hablamos cuando le indiqué el camino al hospital. Al llegar, buscamos en donde estacionarnos. Entramos al edificio. En la recepción pregunté por Madie. Después de unos minutos me indicaron en dónde estaba. Subimos las escaleras hasta llegar al lugar. Estaba con un paciente. Esperamos afuera, sentados en una banca.

Ben tomó mi mano. Lo observé. Su cara había empezado a inflamarse.

— Soy un tonto— me dijo, afligido—, debí decirte cuando tuve oportunidad.
— No digas eso— dije.
— Siempre supe que Logan no era lo que parecía pero cuando estaba contigo y con todos... parecía bueno y pensé que... quizá había cambiado. Pero no.

Me contó cómo fue su infancia juntos. Logan siempre había querido superarlo en todo. Envidiaba su suerte.

— No es culpa tuya— le dije—, trataste de ser un buen amigo.
— Debí haberlo detenido antes— dijo—. Pero no pude. Después, cuando descubrí que tenía sentimientos por ti, no supe qué hacer. Lou, perdóname.
— Está bien todo ahora— dije—, no debes disculparte.
— Pero Logan...

Madie salió. La observamos.

— Siento que esto ya lo viví— dijo ella mientras veía la cara de Ben—, pero el del golpe era otra persona.
— ¿Puedes ayudarnos?— le pregunté.
— ¿Qué pasó?— preguntó—, no llevan ni una semana de casados y ya tienen problemas intrafamiliares...
— Te explicaré todo— le dije—, pero primero ayúdame a que su cara no se vea así.
— ¡Oh por dios!— dijo Ben—, ¡No me digan que soy feo!
— ¡Te ves horrible, horrible!— le dijo Madie.
— ¡Oh no!— dijo Ben asustado.
— No es cierto— dijo Madie feliz—, sólo juego contigo. Pasa adentro— le indicó la puerta.

Entramos. Mientras Madie buscaba un par de cosas y analizaba a Ben, le contamos brevemente lo que pasó.

— ¡Lo sabía!— dijo ella—, ¡Ese chico quería quitarte a Ben!
— No exactamente— dije.
— En realidad— dijo Ben—, él quería quitarme a Lou.

Madie nos observó. Ben trató de contarle lo que pasó, brevemente. Ella parecía incrédula al escucharlo.

— Definitivamente necesitan a la mafia japonesa— dijo ella.
— No, no es cierto— dije.
— ¿Qué pasará ahora?— me preguntó ella—, ¿Qué pasará con ustedes?

Nos observamos entre nosotros. Daba miedo. Mucho, sólo de pensarlo. Pero no había nada que pudiera hacer.

— No lo sé— dije.
— No es justo— dijo Madie—. Arruinará tu vida.
— Estaremos bien— dijo Ben.
— ¿Cómo?— dijo Madie—, ¡Él seguramente los delatará! ¡Todo por lo que han trabajado hasta ahora se irá al demonio!
— ¿Podrías no decirlo?— le dije a ella—, da miedo, te juro que mucho.
— Entonces... ¡Hagan algo!— dijo ella, alterada—, ¡No es justo que sufran así! ¿En qué estúpido mundo vivimos si tienen que renunciar a su vida sólo para poder amarse?
— En el real— dije.
— Pues el mundo debería irse al carajo— dijo ella.

Decir que no estaba preocupado sería mentir. Era extraño, me asustaba perderlo todo pero al ver a Ben sabía que valía la pena. La incertidumbre me mataba. ¿Qué estaría haciendo Logan? ¿Ya le habría dicho a alguien? ¿Me estarían buscando en la escuela como si fuera un criminal?
¿Por qué por más que trataba de hacer las cosas bien no dejaban de pasarme cosas malas?

Golpearon a la puerta. Se abrió. Era mi mamá. Me vio sorprendida.

— ¿Lou?— me preguntó—, ¿Qué haces aquí?
— Larga historia— dije.
— Pues cuéntame.

Miré a Ben y a Madie.

— Saldré un momento— dije.

Salí al pasillo. Mamá me siguió.

— Lou, no me digas que otra vez tienes problemas con tu padre.

No dije nada. Sólo la abracé. Me abrazó también. Necesitaba eso. Me hacía sentir seguro. Sabía que nada podía cambiar simplemente con un abrazo, pero por un momento me sentía a salvo, como si nada pudiera pasar.

— Estoy bien— dije—. Lo estaré.
— ¿Tuviste problemas con tu padre?
— No, esta vez no tiene nada que ver con él— dije.
— ¿Entonces?
— ¿Te sentirías decepcionada si me despiden, probablemente para siempre?
— ¿Qué?— preguntó asustada.
— Posiblemente eso pase— dije.

No dijo nada por unos segundos.

— Supongo que hay otras cosas que podrías hacer— dijo.
— ¿Lo crees?
— Sí. Aunque es extraño que quieran despedirte, ¿No?
— Realmente no— dije—. He roto muchas reglas.

Me observó. Sonrió.

— De niño siempre eras la persona más correcta del mundo. Me agrada saber que hasta tú puedes ser un poco rebelde.
— ¿En verdad no te preocupa que me quedé desempleado?
— Me preocupa que no seas feliz. Además, tú nunca romperías las reglas de no ser por una buena causa. Confío en tu capacidad para tomar decisiones.

Sonreí.

— Gracias— dije.
— De nada— dijo.

Efectivamente, estar con mamá era estar completamente a salvo.

Café por la mañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora