Trece

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Mientras más pasaban los días, dos cosas ocurrían: el proyecto se terminaba mágicamente y mis preocupaciones sobre mi vida sentimental aumentaban.

Así que por lógica, terminó afectando mi trabajo. Todo empezó cuando practicaba la presentación del proyecto con Victoria. Habíamos empezado a ensayar para la presentación desde hacía varios días, así que ambos lucíamos cansados y estresados.
Todo iba bien porque aunque nos sentíamos probablemente mal, al menos los dos estábamos igual. Entonces, Connor y su brillo y aura de felicidad entraron por la puerta.

— Profesor Callahan— dijo—, ¿Ya va a terminar el ensayo? Tengo que llevar a Victoria a su casa.

Ella y yo lo observamos. Él sonreía.

— ¿Por qué estás tan feliz?— dije, con amargura.
— Sí— dijo ella, igual de amargada que yo—. Verte molesta mis ojos.
— Brillas demasiado— dije.
— Él es así siempre— me dijo ella—. En veces me dan ganas de matarlo. Si no fuera porque mi hermano...
— ¿Por qué se ven tan mal?— interrumpió Connor.
— Porque hemos ensayado esto sin parar todos los días— dije.
— ¿Acaso no ves mi cara?— le dijo ella a él—, ¡Mis ojeras tienen sus propias ojeras!
— Entonces deberían tomarse un descanso— dijo Connor.
— No es una mala idea— le dije a ella—. Podrías descansar y salir con Connor a hacer cosas de novios.

Ellos dos se miraron. Luego me miraron a mí. Y empezaron a reírse.

— Usted— dijo ella entre risas—, ¿Creé que somos pareja?
— ¿No lo son?— dije, confundido.
— ¡Claro que no!— dijo ella.
— ¿Entonces porqué siempre están juntos?— dije.
— Porque Connor sale con alguien de mi familia— dijo ella—. Y como siempre está en mi casa, aprovecho para que sea mi chofer personal.
— Siempre pensé que eran pareja— admití.
— Ella jamás andaría conmigo— dijo él.

Lo pensé. En realidad, ella no se parecía a Connor, que siempre estaba de buen humor. Supuce que las apariencias engañaban.

— Como sea— dije—. Tómate unos días. Te avisaré cuando tengamos que ensayar de nuevo. Puedes irte con el chico brilloso.
— ¿Qué?— dijo Connor—, ¿Quién es brilloso?
— Vamos Connor— le dijo ella mientras lo tomaba del brazo y se lo llevaba.

Me quedé en el salón, solo. Suspiré. Además del proyecto, también tenía que pensar sobre el problema en que me había metido Madie. Mamá esperaba que yo le presentara a alguien en esa fiesta. A una chica. Y Benny no era una. Además... presentarle a alguien a tus padres era algo muy serio. Implicaba un compromiso. Yo no sabía qué tan comprometido estaba con Ben. Quería salir con él, pero no sabía qué me detenía como para considerar que nuestra relación era algo serio.

Es más, no tenía idea de cómo alguien sabía cuando una relación era algo más que una simple relación. No era como si no tomara en serio a Ben. Lo quería mucho. Pero tanto como vivir con él... estaba muy lejos de eso. Y si eso me parecía imposible, presentárselo a mi madre, que esperaba que le llevara una chica, era aún más impensable.

Mi mente era un caos. No sabía qué pasaba. Pensar en las posibilidades sólo me asustaba. Así que trataba de no pensarlo.

— Hola— dijo una voz, me giré para ver quién iba entrando por la puerta—, ¿Adivina quién te trae tu café favorito?
— ¡Logan!— dije.
— Toma, está justo como te gusta— me lo dio, lo tomé.
— Gracias, lo necesitaba— dije.
— De nada. Tuve que esperar a que todos se fueran.
— Te lo agradezco— dije—. Muero de hambre.
— Pero ya terminaste. Podemos ir a tu cafetería favorita— dijo.
— Me pregunto si Ben ya se fue a casa. Estaría bien que fuera con nosotros.
— Lo llamaré— dijo.

Efectivamente, Benny aún estaba por la escuela. Se reunió con nosotros afuera de la escuela. Se veía feliz.

— He tenido una semana difícil— dijo él.
— Y Lou no ayuda para nada— agregó Logan.
— Soy su profesor— dije—. Debo hacer mi trabajo.
— Podrías hacer las cosas más fáciles— dijo Benny—. Podrías ser un profesor normal en lugar del profesor cruel.
— No soy cruel— dije—. Sólo hago lo que considero justo y necesario.
— Pues lo justo no es para nada justo— dijo Benny.
— Valga la redundancia— agregó Logan.
— ¿Redundancia?— preguntó Benny—, ¿Estás diciéndome que soy redondo?
— ¿Qué?— dijo Logan.
— ¡No soy gordo!— se quejó Benny—, al menos eso creo... ¿Debería ponerme a dieta?
— Deberías ponerte a leer— dije—. No puedes andar por el mundo confundiendo todo lo que te dicen.
— Lleva toda su vida así— dijo Logan—. Probablemente tiene suerte y los malentendidos no han sido graves.

Según me había contado Benny, llevaba toda una vida de equivocaciones y problemas relacionados a su mal conocimiento del lenguaje. Desde niño tenía dificultades hasta que aprendió a leer bien, lo que pasó cuando tenía 10 años. Debió ser una infancia complicada.

— Soy una persona con suerte— dijo Benny.
— Tu madre decía que eres el niño más desafortunado del mundo— le dijo Logan.
— Antes tal vez— dijo Ben feliz—, pero ahora no. Tengo a Lou conmigo y eso es todo lo que necesito.

Miré a Logan inmediatamente, esperando su reacción.

— Claro que sí— dijo Logan muy tranquilo—. Lou es todo lo que cualquier persona necesita. En tu caso, te mantiene disciplinado.

Él no sospechaba. En realidad no quería que supiera. Era muy apresurado decirle que Ben y yo teníamos una relación. Jamás le había dicho a Benny que era un secreto. Esperaba que de alguna forma lo supiera.

Seguimos hablando de banalidades hasta que decidimos irnos a casa. Dejamos a Logan en su casa. Quedamos en el auto Ben y yo.

— ¿Has pensado ya en si vas a vivir conmigo?— me preguntó, de la nada.
— Eh... no he tenido suficiente tiempo para pensarlo— dije, nervioso.
— Entiendo. Pero el proyecto ya va a terminar. Podrás pensar todo lo que quieras.

Lo dejé en su departamento y luego me fui a casa. Esa noche no dormí nada. Me di vueltas en la cama pero no pude dormir. No lograba dejar de pensar en todo.

Todos mis pensamientos me llevaban a una sola conclusión: quizá no estaba listo para una relación.

Al día siguiente, mis ojeras tenían ojeras. Fui a mi primer clase sintiéndome miserable y enojado. Ese fue el principio de una semana de pesadilla.

Café por la mañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora