Sesenta

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Ben llegó después de un rato. Lo observé desde la ventana. Se veía feliz. Imaginé que todo había salido bien. Me sentí muy contento. ¿Podía ser posible? ¿Podría ser que empezara a tener un poco de suerte? Porque por un momento había pensando que la vida me odiaba.

Entraron. Bella corrió a los brazos de su madre. Miré a Ben. Me observó a mí. La sonrisa de su cara se fue.
¿Qué significaba eso?

— Mamá, mira— Bella le enseñó el cuaderno.
— Oh, el alfabeto— dijo ella.

Bella empezó a decirlo.

— ¿Cómo sabes eso?— le preguntó su mamá.
— Es muy lista— dije—. Aprende rápido.
— Es eso o tú eres muy bueno enseñando— dijo ella—. Serás un buen maestro.

Pensé que si era posible enseñarle a los atolondrados de mis alumnos álgebra, era posible enseñarle a una niñita a leer. Al menos la niña no se ponía tan difícil como algunos de mis alumnos.

— Lou, deberíamos ir por ahí— dijo Ben.
— Estaría bien— dijo su mamá—, hay muchos lugares bonitos.
— Entonces quiero verlos— dije.

Salimos de ahí. Ben iba a ir con dirección a la casa de Logan pero le dije que deberíamos ir a la dirección contraria. No estaba de humor para ver a Logan de nuevo. Mi corazón no lo soportaría.

Caminamos un poco, en silencio, hasta estar lejos de su casa.

— ¿Qué dijo tu mamá?— pregunté.
— Eh... en realidad...
— No dijo nada porque no le contaste nada— dije.
— Aún no— dijo él—. Pero voy a hacerlo. Es sólo que se puso a hablar de comida y pensé que probablemente no cocinaría nada si estaba muy pensativa por lo que le dije. No la conoces, se pone muy nerviosa cuando está preocupada. Pero cocina como los dioses. Necesito que pruebes su comida.
— Déjame ver si entendí— dije—, ¿No le contaste nada por temor a que no cocinara bien?
— Exacto— dijo feliz—, pero después de la comida lo haré. Valdrá la pena, te lo juro. ¿Recuerdas el capítulo de Bob Esponja en donde el dios Neptuno quería que Bob fuera su cocinero? Pues si Neptuno conociera a mi mamá se la llevaría al olimpo sin pensarlo.
— Yo juzgaré eso— dije.
— ¿No estás enojado?
— No— dije—. Tienes suerte de que ese capítulo de Bob Esponja sea de mis favoritos.

Seguimos caminando.

— ¿Crees que todo saldrá bien?— me preguntó.

Me detuve. Lo observé.

— Quiero que estés bien— me dijo.
— Lo estaré. Porque hay algo que debo decirte.

Intercambiamos miradas.

— Me encontré con Logan— le dije.
— ¿Qué?— dijo totalmente sorprendido.
— Iba pasando afuera de tu casa. Lo vi por la ventana y... no pude evitar ir a verlo.
— ¿Estás bien?— me preguntó alterado.
— Lo estoy— dije—. De hecho hacía mucho que no me sentía así de bien.
— ¿Qué te dijo?

Traté de ser breve. Omití muchas cosas porque ni yo sabía cómo explicarlas.

— ¿En verdad?— dijo él incrédulo—, ¿Por qué haría algo así?
— Lo importante es que lo dijo— dije.
— ¿Crees que cumplirá su palabra?
— ¿Tú le crees?
— No lo sé— dijo—. Quiero creerle.
— Confiemos en él. Parecía sincero.
— Entonces vayamos a verlo. Podríamos hacer que regrese a la escuela.
— Quiere estar solo un tiempo— dije—. Creo que estará bien.
— Pero...

Me observó. Traté de sonreír.

— Bien— dijo—. No confío tanto en él pero en ti sí.
— Entonces vayamos a tu casa— dije.
— A la tuya— dijo—. Ahora podemos regresar. Sigues conservando tu empleo y podemos ir a la universidad aún. Por un momento pensé que en verdad todo se acabó.
— Admito que jamás me sentí tan aliviado— dije—. Estaba dispuesto a dejar todo pero... se siente bien no tener que hacerlo.
— Lo sé, es relajante— dijo—. He estado tan estresado que... pensé que sucubiría.
— Sucumbirías— lo corregí.
— Eso— dijo—. Pero parece que todo estará bien apartir de ahora.

Yo no lo sentía así. Habían cosas de las que quería hablar.

— Quizá debería decirle a mi mamá sobre nosotros luego— dijo él.

Lo observé asombrado.

— Ya estamos aquí— dije.
— Sí, a la fuerza y en medio de mucho estrés— dijo.
— Va a saberlo algún día— dije—, ¿Por qué no hoy?
— ¿No crees que merecemos un pequeño descanso?— preguntó—. Podemos descansar de todo esto, tú lo necesitas. Han sidos unos días... bueno, unas semanas... realmente unos meses difíciles, mejor dicho.
— Tú... no quieres decirle, ¿Cierto?— dije.
— Sí quiero... pero...
— No estás seguro de esto— dije, me sentía demasiado decepcionado—, sabía que pasaría... yo...
— Pero sí estoy seguro— me dijo—. Por eso vine hasta aquí.
— Acabas de decir que fue por la fuerza— dije—, nunca quisiste venir en realidad.
— Fue por la fuerza, si no venía Logan podría haberle contado a mi madre.
— Pero no lo hará— dije—. Es tu oportunidad.
— Quiero decirle cuando ella esté preparada. No entiendes esto pero...
— Es que... no es justo.

Seguí caminando. No me detuve aunque él me pidió que lo hiciera. Llegué a su casa. Pensé en tomar mis cosas e irme. Me sentía muy triste porque eso era lo que pensé que pasaría. Lo que más temía. Él era joven y la gente joven cambia de opinión. No estaba seguro de lo nuestro, porque, ¿Quién lo estaría? Además, si estar juntos ya había causado tantos problemas, ¿No era quizá una señal de que no funcionaría? ¿Entonces porqué me había aferrado tanto a algo que parecía la peor idea del mundo?

Entré. Su hermanita me observó. Me sentía tan mal que me costaba mantenerme bien. No lo pensé y subí corriendo las escaleras hasta la habitación de Ben. Entré e inmediatamente después le puse seguro a la puerta.

Como si le diera permiso, mi mente empezó a sacar todas esas cosas que tanto me asustaban. Era una mala idea. Pero ya era tarde. Ya lo había dado todo. Sabía perfectamente porqué. Me había enamorado de él. Se suponía que debía estar bien enamorarse pero... se sentía tan incorrecto.

— Lou, abre la puerta— dijo Ben, del otro lado.

Traté de tranquilizarme. Respiré un par de veces. Sentía que quería ponerme a llorar pero debía mantenerme. Era muy difícil, mi pecho me dolía y sentía un nudo en la garganta.

— Lou, necesitamos hablar— dijo.
— No, yo...— dije en un susurro.
— Por favor, abre la puerta.

Sabía perfectamente que debía hablar pero me daba mucho miedo. ¿Y si al exponerle mis miedo él llegaba a la misma conclusión que yo? ¿Y si me abandonaba? ¿Qué haría yo si ya no tenía nada? ¿Qué podía hacer? Le había dado todo sin pensar.

Parecía fácil. Pero daba tanto miedo.

— ¿Qué quieres que haga?— me gritó desde afuera, se escuchaba desesperado—, ¿Qué quieres que diga? Dime y lo haré. No me rechaces otra vez. Por favor Lou, no me alejes de ti de nuevo. No lo soportaré.

Café por la mañanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora