Capítulo 43: "Rutas No Recorridas" (parte 3)

978 139 37
                                    

Los problemas crecen conforme a la edad, los misterios no son sólo cosas de la tele o de los libros, existen, de verdad existen y son más dolorosos de lo que los libros y las películas lo pintan. Uno ve a una mujer llorar en la calle y piensa, ¡que tonta! O simplemente no nos interesa porque nosotros ya tenemos problemas por los que lidiar.

Me detengo en el semáforo, me recargo un momento en la ventanilla y suspiro mientras veo en el navegador del mapa cuánto es que me falta para llegar al lugar donde me citó.

Falta media hora gracias a Dios, aún no me siento preparada para verlo, o quizás sí, pero lo que no sé es que decirle, ¿cómo reaccionar? ¿Qué pensar? No sé mi cerebro que vaya a hacer.

Prendo el estéreo del coche, y le subo con una canción en ella, una de las favoritas de Will que ahora se está volviendo una de mis favoritas. La he estado escuchando en este tiempo que Will ha estado inconsciente.

Algunos meses aquí no me ayuda mucho, aún no he recorrido este lugar por completo, y desde que Nash me enseñó a conducir y me regaló este coche me la paso averiguando cada esquina de esta hermosa ciudad.

Cuando salí de la casa no le dije a Nash que iba a salir a otro lugar después del hospital, no le dije a qué hora llegaba, tampoco le di ningún tipo de explicación antes de salir de la casa. Mis manos tiemblan como gelatinas sobre el volante, aprieto varias veces mis manos para calmarme, pero no es suficiente.

Aparco en la esquina de la calle, un trabajador viene para ofrecerme sus servicios y yo acepto dándole las llaves del coche.

Camino a la entrada del restaurante, la puerta se cierra automáticamente detrás de mí. No sé si sea yo, pero el ambiente se hace cada vez más pesado de lo que esperaba, el aire es más fuerte, la gravedad me tiene atrapada sobre el piso, tanto, que me cuesta caminar. No hace falta que pregunte a la señorita que me pregunta "¿en que me puede ayudar?" lo reconozco de inmediato al verlo, se parece mucho a mi hermano, tengo los mismos ojos que él, Will sacó sus labios, sus cejas, su tono de piel.

Se parece mucho a mi mama y a nuestro padre a la vez.

Es muy guapo, de verdad que ahora sé de dónde sacó la belleza mis hermanos, es una combinación de mi mamá y de él.

Esta en la barra del bar del restaurante, alza la cabeza y me reconoce de inmediato, lo noto porque me mira sorprendido, con los ojos saltones y brillosos. Sus ojos color caramelo, sus mejillas rosadas, pómulos altos (es lo único que yo no herede), su cabello un poco canoso, aunque sea así, no le quita lo atractivo. Su barba. Todo.

—¿Lizzy? —alcanzo a escuchar, porque no está muy lejos de mí.

—Señorita, necesito que me diga que se le ofrece —la voz de la señorita en el mostrados me saca de mi trance, no me había dado cuenta las veces en las que me había hablado.

—Y-yo, vengo a ver a una persona —contesto agitando mi cabeza—, él está ahí.

Camino con las piernas temblorosas, no sé cómo sea esta persona, pero por lo menos ya me estoy alegrando que es cierto que Frank no es mi padre y que no lo había dicho solo para joderme la vida. Tengo una presión muy alta en el pecho, siento que me hace falta aire, siento que la gravedad se está haciendo cada vez más fuerte.

—Hola —es todo para lo que alcanzo a decir.

—¡Lizzy! —sonríe ampliamente, aunque también parece tímido, tiembla ligeramente—. Yo, quisiera abrazarte, pero... —se encoge de hombros. Yo lo prefiero así, no me sentiría comoda, de por sí, no me siento cómoda ahora—. ¿Y Will? Creí que vendría contigo, no me ha contestado los mensajes y temo que haya dicho algo que le molestara.

Quédate Un Poco Más© (Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora