Capítulo 28

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*REVISADO*

Toco una.

Dos

Tres veces...

...Pero en ninguna de esas me contesta, me siento mal, tengo en las manos la comida "especial" para él, todo lo que el doctor dijo que tenemos que darle para cuidar su alimentación.

Cuando me grita por quinta vez que me vaya, dejo la comida al lado de la puerta para que, cuando tenga hambre, solo abra la puerta y la tome. No me gusta verlo muy delgado, así como no me gusta que esa delgadez se deba a la falta de apetito por la estúpida enfermedad que tiene.

Bajo las escaleras aun con la mente en blanco, quisiera poder tener el poder para hacer feliz a mi hermanito, pero no puedo, Dante necesita desahogarse, necesita llorar y enojarse solo. Siempre me he preguntado porque demonios le tocó vivir una vida diferente a los demás niños, por qué demonios no pudimos vivir una vida de familias normales, sin preocupación financiera, con padres amorosos.

La vida siempre es un juego que nunca hará que tengamos lo que queremos.

La sala jamás se había vista tan brillante en la vida, de hecho, es tan brillante que siento como si no estuviera en mi casa, como si la hubiera cambiado con los mismos muebles, pero mejor. Las manchas de alcohol ya no están en los sillones, y todo olor a alcohol y mariguana se ha ido del ambiente. Supongo y espero, que ya sea un ambiente más adecuando para Dante.

Mi trasero apenas toca el sillón —el cual, casi nunca toco porque Frank siempre está ahí— cuando el timbre de la casa suena en el instante. Pongo los ojos en blanco y me levanto nuevamente para caminar un par de metros a la puerta de entrada.

Taylor me sonríe de oreja a oreja en cuanto me ve detrás de la puerta.

No sé cómo reaccionar a ella, mi corazón se acelera con tan solo pensar en que Will podría estar aquí y vino sin avisar cuando nuestro acuerdo había quedado en que tenía que avisar con anticipación para que yo pueda prepararme para encerrarme en mi cuarto o irme con Mare a pasar un rato de chicas. Ha pasado una semana desde la última vez que he visto a esta chica, una semana desde que Will y yo tuvimos nuestra última discusión porque ahora todo es muy diferente, ya no nos habíamos visto hasta ayer.

—¡Hola, Elizabeth! —luce emocionada, aunque a la vez intenta ocultarlo.

Yo no me muevo, no sé cómo reaccionar al hecho de tenerla aquí.

—Perdona que no haya avisado que iba a venir —mira al interior de la casa—, espero no molestarte.

Niego con la cabeza, poso mi mano izquierda en la puerta, miro abajo, y pronto termino viendo los ojos claros de esta chica.

—Yo no sé si sea buen momento para que vean a Dante —suelto, se me escapa una mirada al coche aparcado en la calle, aquel lujoso que opaca los coches viejos de esta destartalada colonia.

—Ah —se sonroja un poco—, lo cierto es que vine sola —se acomoda el bolso en el hombro—. Will no sabe que vine, creí que podríamos hablar a solas.

Entre abro la boca, pero las palabras se los lleva el aire porque se me ha ido lo que quería decir. No quiero hablar con ella en este momento, me siento demasiado mortificada por lo que le pasa a Dante que mi mente no deja de viajar a intentar meterse a su cabeza para averiguar algo. Aparte, ¿desde cuando ella se siente demasiado confiada como para hablar conmigo? Y ¿de qué quiere hablar? Espero que no sea nada respecto a mi hermano porque me arrancare el cabello.

—¿Quieres algo para tomar? —pregunto más obligada, ella se sienta en el sillón. Camino a la cocina sin esperar su respuesta.

—Un poco de agua, Elizabeth, si no hay algún problema.

Quédate Un Poco Más© (Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora