Capítulo 23

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*REVISADO*

Querido Diario:

A los 6 años la vida es un parque de juegos, es una vida constante de imaginación y acciones sin control.

A los 6 años no nos damos cuenta de lo que hacemos, no nos importa mucho las consecuencias.

A los 6 años la imaginación de un niño va más allá de lo que puede ser, desde construir un enorme palacio con tan solo una sábana, hasta utilizar los muebles de la sala como fortalezas para saltar sobre ellos para no caer a la lava o ahogarnos en el agua.

Ellos pueden estar en el lugar más aburrido del mundo, pero no afecta para nada porque al final de cuentas siempre encuentran a alguien para jugar o a algo, ya sea una hoja de papel o una pequeña lata. Porque con ellos pueden hacer grandes aviones o pueden jugar un partido de Fútbol.

A los 6 años todo se resuelve con un berrinche, las madres prefieren no aguantar los chillidos de los niños te dan lo que quieras. Las clases sociales no importan, ni los defectos físicos.

La vida a los 6 años es más hermosa... Pero, ¿qué pasa si ese niño tiene leucemia? ¿Cómo viven los niños con cáncer? ¿Cómo se divierten si son más frágiles?

Yo no quiero que Dante viva con eso.

CAPÍTULO 23:

El cerrojo familiar es igual de fría de lo que recordaba... Hace más de dos semanas que no pasó por aquí y los escalofríos legan de inmediato a mi espalda. Aquellos recuerdos de golpes son más vivos en esta casa, más que cuando los recordaba cuando estaba en el departamento de Will.

Dante me aprieta la mano cuando nota mi estado de humor... Sé que está preocupado por mí, pero yo estoy preocupada por él.

Dante comienza a correr al interior, pero cuando yo entro, el olor a alcohol y a hombres borrachos impregna mi nariz. Ya estoy familiarizada con este repugnante hedor, y a pesar de que la vida se estaba volviendo mejor sin tener que aguantarlo, el hecho de meterme a este lugar solo ha hecho que los recuerdos se disparen a mi cabeza.

—¡Papi! —la voz de Dante retumba en mis oídos rebotando en las paredes de mi cerebro.

Sinceramente aún no puedo creer que él sea la única persona que le dice papi de cariño sin vomitar en el proceso.

—¡Hola, campeón! —grita y lo abraza.

Recorro la mirada a la sala y en mi campo de visión se pone la figura masculina de Nash. No sé qué decir o hacer cuando él se levanta a verme y me dice:

—¡Hola, Lizzy! Creí que no vendrías.

Frunzo el ceño. No recuerdo haberlo visto de esta manera.

—Llegaste —dice feliz, sorprendido—, eso quiere decir que hay algo de esperanza.

—¿Esperanza con qué?

—...Lo nuestro —lo dice inseguro.

Frank sigue en el sillón mirando el espectáculo que tiene enfrente, como viendo algún tipo de telenovela. Un amor prohibido, la pobre y el rico, diferentes clases sociales que no pueden estar juntos. Y no es que no podamos, es que yo no creo estar segura de nuestra relación.

—Y por eso viniste a pedirle ayuda a mi... padre —me cuesta trabajo la última palabra. Casi vomito en la alfombra que ahora está repleta de botellas vacías de cerveza.

—Yo —me toma de la mano, pero yo retrocedo—, yo venía a buscarte y tú padre estaba aquí, fue muy amable.

Asiento con la cabeza.

Quédate Un Poco Más© (Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora