Capítulo 43: "Rutas No Recorridas" (parte 1)

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Alguien me abraza por la espalda, pero solo recuerdo que pataleo, que comienzo a patear en el aire para que me deje ir. Recuerdo la voz de Nash diciéndome que me calme, que no me alterará. Pero cómo demonios me podían pedir eso con esta situación, como se atrevió siquiera a negarme llegar a mi hermano.

Recuerdo que el pecho me dolía como nunca me había dolido, mi corazón quería escaparse de mi cuerpo y yo también quería que se fuera porque me estaban lastimando tantos sentimientos. Recuerdo haberle rogado a Nash que me soltará que me dejara pasar, pero él no me quería soltar, no quería que me pasara algo.

Mi hermano estaba ahí, con aquellas múltiples heridas en el cuerpo graves la mayoría y un charco enorme de sangre, demasiada sangre que se acumulaba en la camilla donde lo llevaban.

Las luces de la patrulla y la ambulancia de combinaba en mi vista y la nublaban tanto que la cabeza me dolía hasta más no poder. Estaba a punto de caer de rodillas al suelo cuando sentí un enorme e insoportable dolor en la cadera tan insoportable que terminé perdiendo el equilibrio y me retorcí mientras un grito grave salió de mi boca.

Tiemblo de pies a cabeza, abro los ojos, pero todo es completamente desconocido, los cierro otra vez e intento adaptarme a la luz lo mas pronto posible, me duele mi cadera aun, pero es como un dolor hueco, como si solo tuviera la ausencia del dolor en toda mi cadera y en el vientre.

¡En el vientre...!

Abro los ojos rápidamente y obligo a mis ojos a adaptarse a la luz, estoy en un cuarto blanco, demasiado frustrante, demasiado doloroso a la vista. Mi cuerpo esta conectado a unos tubos de suero y en cuanto me los quiero quitar Nash pone su mano sobre la mía.

—¿Cómo estás? —pregunta con una voz demasiado apacible, y preocupada a la vez.

—No lo sé —miento mientras vuelvo a acostarme, millones de sentimientos vuelven a invadirme, pero intento controlarlos, no quiero que le haga daño a mi bebe—. No sé qué hago en un hospital.

Nash me mira con una cara triste, rota, no encuentro ese brillo que siempre veía cada día en el que él llegaba a casa y me saludaba y saludaba a nuestro hijo dentro de mí. Esta apagada, jamás la había visto apagada. Se muerde el labio mientras intenta mirarme a los ojos, claramente le está temblando.

—Lo siento, mi amor —sus ojos se inundan, se llenan de lágrimas y automáticamente enciende en mí el pánico.

—¿Qué pasa, Nash? —es lo único que logro decir—. Dímelo, no me asustes.

Pero a pesar de que parece que no me lo quiere decir cuando tarda unos minutos en decírmelo, algo dentro de mí me dice que es lo que está pasando, ya no lo siento, ya nada se está moviendo en mi interior.

—No —una lagrima cae y golpea la sabana—, por favor —mi voz se quiebra, mi corazón se parte en mil pedazos, pedazos tan chicos que dudo que se reconstruyan alguna vez—, ¡Nash, no, mi bebe no! ¡MI BEBE NO! ¡Por favor! ¡¡MI BEBE!!

Grito y lloro porque es lo único que me consuela, es lo único que me ayuda, sin embardo, la ayuda no es mucha, no la es... siento como si una parte de mi la hubieran sacado, ya no siento que mi corazón lata, ya no siento cuando se mueve, ya no volveré a sentir el entusiasmo que le daba cuando escuchaba a su papá hablar. Ya no voy a saber si iba a ser niño o niña, jamás lo quise saber para que fuera una sorpresa, pero ahora ya no quisiera saber. Ya no sabré a quien se iba a parecer no lo voy a ver crecer.

Nash me abraza y se lo agradezco demasiado al sentir su apoyo, al sentir que puedo contar con él y su reconfortante abrazo. Desearía que eso fuera suficiente, que todo se borrara con un abrazo, pero lamentablemente eso jamás pasará. El mayor dolor de una mujer, el mayor dolor que puede experimentar... jamás pensé que me pasaría a mí, jamás pensé que sería tan pronto. Tengo dieciocho años, pero el dolor es el mismo.

Quédate Un Poco Más© (Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora