cap 65

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*Narrado desde el punto de vista de Rubius*
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Me desperté por la mañana temprano, Mangel dormía a un lado de la cama y yo al otro extremo, odiaba despertarme tan pronto porque luego no conciliaba el sueño de nuevo, así que me desperecé y me levanté yendo al baño a asearme. Era sábado y hacía un día de lujo.
Entonces, antes de poder sentarme en el sofá llamaron al timbre. ¿Quién sería a las nueve de la mañana?

Era la madre de Mangel...

-Ho-hola, su hijo sigue durmiendo...

-No importa, ya estás tú, esperaré también a que Miguel despierte -entró como si fuera su casa y se dirigió al salón-. El portal estaba abierto.

-¿Quiere un café? -pregunté amablemente.

-Si tienes la molestia, pero por favor, trátame de tú -me sonrió.

Joder, me daba miedo quedarme con ella a solas hasta que despertara Mangel, ¿y si me pregunta cosas? Bueno, tenía que ser educado, eso era lo primero, tenía que dar una buena imagen de como era. Preparé el café y me quedé en la cocina hasta que se hiciera, luego, volví al salón con dos tazas.

-Toma.

-Muchas gracias, y ahora dime... ya que tú seguro que has estado todo el tiempo con él, ¿por qué Mangel o incluso tú no me dijistéis nada de esto? -empezaron las preguntas, y yo comenzaba a ponerme nervioso.

-Pues... em, vale, Miguel me dijo de decirte que él tuvo un accidente pero yo insistí en que no te llamara para no preocuparte y él pues, dijo que vale.

-Pero es mi hijo ¿sabes? Tú lo que no puedes hacer es que cuando mi hijo ha sufrido algún accidente o cualquier cosa decirle que no me llame, ¿y si se hubiera muerto qué? ¿Seguiría sin enterarme? Esto no me parece nada normal...

-Mamá, ¿qué haceh aquí? -era Mangel, acababa de levantarse.

-Hablar, tal y como dije -se levantó acercándose hacia él-. No estoy para discutir ni nada, Miguel, pero quiero que me avises de estas cosas. Soy tu madre y debo ser la primera en enterarme de todo, porque eres lo más importante para mí ¿vale?

La madre lo abrazó, y Mangel la correspondió, su madre sí que era una persona amable y simpática y razonaba con la gente, no como su padre...

-Vale, mamá, lo siento por todo, no quería preocuparte porque sé que ehtaríah peor que nadie, por eso...

-Por eso soy tu madre -Mangel la miró y la sonrió para luego abrazarla, yo seguía sentado en el sofá. 

Raspberry apareció por ahí, olisqueando las piernas de la señora, luego se fue corriendo.

-Quédate y comemoh juntoh -propuso Mangel-. Por favor, quiero pasáh tiempo contigo también.

Mangel y su madre pasaron la mañana los dos juntos hablando de cosas de la familia y eso. Yo no me metí en la conversación porque no pintaba nada ahí. Al mediodía, fuimos a un restaurante a comer los tres juntos, pasamos ahí como dos o tres horas. Volvimos a casa a las cuatro y media de la tarde y su madre decidió despedirse e irse ya.

-Que sepas que me lo he pasado muy bien contigo, Miguel -luego de eso se fue por la puerta, quedando en casa él y yo.

-Te lo has pasado muy bien con tu madre ¿verdad? -me acerqué a él-. Eso me alegra, que estés feliz.

-Sí, la verdáh eh que sí, la quiero mucho.

-Oye, voy a editar el vídeo de anoche, ¿te parece? 

-Vamoh loh doh -respondió y nos fuimos a mi habitación empezando a editar el vídeo.

Lo subimos al canal de Mangel y mío, para que toda la gente pudiera verlo y, además, lo pusimos por twitter.

-¿Qué tarde se ha hecho no? -me preguntó Mangel, era cierto, marcaba el reloj las nueve y media.

-Un poco sí. ¿Hoy nos vamos a ir de fiesta o algo?

-No sé, ya lo pensaremoh máh tarde, ahora... -se acercó a mi cara y empezó a besarme, estábamos en el sofá del salón-. Tenía que besarte, no lo hacía en to' el día.

Que hijo de puta era joder, como le quería, ahora le cogí yo de la cara y del pelo, dándole un beso más intenso e intercambiando saliva. Estos momentos eran únicos para mí, joder. Empecé a besarle por el cuello, noté como Mangel se relajó, echó el cuello un poco para el lado, el hijo de puta estaba disfrutando de mis besos. Dejé de besarle y le miré, muy cerca de su cara, cojiendo poco a poco de su camisa para quitársela.

-Ahora no, Rubiuh, tenemoh que cenáh -me miró, sonrió y se mordió los labios. Cabrón, lo había hecho aposta para quedarme con las ganas...

-¿Alguna vez te han dicho que eres un cabrón? -y le seguí hacia la cocina, ya se iba a enterar, ya.

mangel y rubius gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora