*Narrado desde el punto de vista de Rubius*
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-Hoy es el día, ¿lo sabes? -rió Panda-. Vaya... se cree que serás rescatado, pero sabes lo qué pasará en realidad ¿no?
-Maldito... como le hagas algo a Mangel te destrozo -grité.
-Mangel queriendo salvar a su querido, morirá, porque yo le dispararé -rió de nuevo-. Quedan dos horitas para reunirnos, cogeré su dinero y me quedaré contigo y cuando me cansé de ti pues... irás al mismo lugar que él.
Este maldito iba a matarle, le iba a engañar, él había reunido todo el dinero por mí para que luego... para que luego el imbécil este se quede con todo, que vida más injusta.
-Pero antes de eso... -se acercó a mí, me cogió de la barbilla y me besó, abrió un poco mi boca para introducir su lengua dentro de mi cavidad, que sensación tan horrible...
Después de eso, me tiró en la pequeña cama que había en la habitación, yo seguía atado, ¿qué pretendía hacer? Se acostó a mi lado, besándome el cuello, dios ese era mi punto más sensible y no pude evitar pegar un gemido.
-Pa-para -odiaba esto, odiaba que me tocaran unas manos que no fueran las de Mangel y odiaba más las de Panda- Déjame.
Él sonrió para luego acariciarme el vientre y el pecho, luego me introdujo dos dedos dentro de la boca haciendo que cayera algo de saliva. Bajo más abajo para tocar mi miembro, gemí, mierda, joder.
Luego se levantó, sonriendo.
-Vaya Rubén, la verdad disfrutaré contigo, pero eso será después, cuando estés llorando por la muerte de Mangel.
Pasó una hora después de lo ocurrido, no quería que me besara ni que me tocara más, prefería morir antes de eso. Entró a la habitación cogiéndome bruscamente del brazo.
-Nos vamos, no queremos hacer esperar a nuestro invitado.
Él se cubrió el rostro con un chaqueta de cuello alto con su respectiva capucha, solo se le veían los ojos, cuando Mangel se entere de que es Panda... no me quiero imaginar lo sorprendido que estará, pero... maldita sea, no podíamos morir ahí, bajo ninguna circunstancia.
Antes de subirnos al coche me vendó los ojos para que no viera donde estábamos y que camino íbamos a tomar, entonces cuando estuvimos en carretera me la quitó, media hora...
-¿Nervioso? -preguntó vacilante.
No contesté, sí estaba nervioso, iba a verlo, por fin...
Pasó la media hora y entonces, vimos a una persona parada en frente de una gasolinera cerrada, de cabello negro, abrí los ojos y la boca, era... ¿era Mangel?