*Narrado desde el punto de vista de Rubius*
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-Aquí el único ingenuo ereh tú -dijo Mangel sonriendo y entonces hizo una señal con la mano, ¿qué estará haciendo?-. Si creeh que no ehtaba preparao', ¡ehtabah muy equivocado!
-¿De qué demonios hablas? -preguntó Panda dudoso, yo miraba por todos los lados pero no había nada.
Pero entonces... se escuchó un disparo desde los árboles y entonces Panda cayó al suelo, gritando.
-¿¡Qué coño!? ¡Maldita sea! -le sangraba la pierna, yo me sorprendí un poco y al momento policías salían de entre los árboles y arbustos de alrededores.
-¿Quién ha ganado, David? -pregunté yo-. Te lo dije, Mangel me salvaría.
Sonrió. Aún seguía teniendo la pistola en su mano y me apuntó.
-Aquí ganaré yo. ¡Haced algún movimiento y disparo! -gritó.
Mangel seguía a unos metros de mi, mirando la escena sorprendido, pero él no era el único que tenía algo preparado.
-Adiós David, hasta nunca -yo andé unos pasos y entonces apretó el gatillo, Mangel gritó y los demás policias fueron corriendo pero no salió nada de la pistola de Panda, solo humo, humo que se disipó entre el ambiente.
-¿¡Cómo!? ¿¡Cómo es esto posible!? -gritó como un loco y me miró-. ¡Maldito! Eres un hijo de puta...
-Anda, cállate sucia rata, ahora vamos a ir al cuartel y estarás bien tranquilito en la cárcel -dijo un policía.
Miré a Mangel, sonreí y fui corriendo hacia él, abrazándole y llorando, le echaba tanto de menos... él hizo lo mismo. Por fin, después de una semana horrosa sufriendo, estoy a salvo, en sus brazos, creía que iba a morir pero al final estoy aquí... contigo Mangel.
-Rubiuh... -agachó un poco la cabeza-. Lo siento.
-No, no te tienes que disculpar -dije con voz suave-. Ahora da todo igual, estamos aquí, los dos, juntos de nuevo.
Vino la ambulancia y algunos coches de policía se fueron.
-Muchah graciah, de verdad.
-Todo por la justicia -dijo uno de los policías-. Rubén, en unos días tienes que pasarte por el cuartel para que nos des tu declaración.
Yo asentí, y después de un rato me subí en la ambulancia con Mangel, tenían que sacarme pruebas y no sé que mierdas para ver si estaba bien.
Estuve hablando con él de todo, todo lo que había vivido allí y como me había sentido, ahora estaba bien, feliz.
-¿Mi madre no lo sabe, verdad? -él negó y eso me alivió bastante-. Pues no tiene que enterarse por nada del mundo.
-Rubén... te amo, a partir de ahora, te juro que nada malo haré que te pase -me cogió la mano.
-Mangel... te echaba tanto de menos -sonreí-. Creí por un momento que moriría, pero ese imbécil se descuidó y quité las balas de la pistola y por eso estoy aquí, vivo.
-Ereh de lo que no hay -y los dos empezamos a reirnos, juntos, como novios.