*Narrado desde el punto de vista de Mangel*
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Ya íbamoh de camino hacia aquella gasolinera, fuimoh una hora anteh de lo acordado para preparar todoh loh planeh, loh policíah se ehcondieron entre árboles y por la gasolinera, con suh armah preparadas eran como unoh diez.
Yo me quedé a cinco metroh de la gasolinera, ehperando a que llegara aquel misterioso hombre, vería por fin a Rubiuh.
Y a la hora indicada vi un coche negro acercarse a donde ehtaba yo a unoh cuantoh metroh de mí, ehtaba preparao' con mi maletín de billeteh falsoh, el plan no fallaría. Se paró, tenía el corazón a mil y entonceh alguien abrió la puerta, un hombre con el rohtro cubierto, abrió la puerta de atrah y sacó a Rubiuh que ehtaba atao'. Rubiuh... él ehtaba ahí, vivo.
Abrí la boca y empezaron a caer lágrimah de mih ojoh, era él de verdad.
Me vio y gritó mi nombre, llorando, yo... yo no sabía que hacer.
-¡Mangel! -gritaba feliz una y otra vez hahta que ese tipo le hizo callar, se acercó a mí, manteniendo una dihtancia de treh metroh.
-Vaya... -miró un poco a su alrededor-. Parece que vas solo... o eso espero.
Esa voz...
-Tengo el dinero, dame a Rubén -dije serio, aunque por dentro ehtaba nervioso y con miedo-. Rápido.
-Abre el maletín, no vaya a ser que me engañes -lo abrí.
-Está todo, ahora dame a Rubén -me hizo un gehto con la mano pa' que me acercase, entonceh, Rubiuh me dijo que no con la cabeza ¿qué ehtaría pasando? Me paré-. Primero enseñame quien ereh.
Se quedó pensativo pero acabó cediendo, se quitó aquella capucha negra que le tapaba la mitad del rohtro y entonceh... él era...
-¿Panda? -me quedé boquiabierto-. ¿Pa-Panda, t-tú...?
-¿A que esperas? No tengo todo el tiempo del mundo para ti, Mangel.
¿Por qué él? No podía explicarmelo, él era un buen amigo y ahora... se ha convertio' en un criminal y la peor ehcoria de todah. Me acerqué, a paso lento, a Rubiuh se le veía nervioso, parecía como que no quería que me acercase, ahora... ehtaba frente a frente con Panda.
-Aquí tieneh -le di el maletín con loh billeteh falsoh.
Sonrió, me lo arrebató y apuntó a Rubén con una pihtola en su cabeza.
-Ingenuo Mangel... -río frenéticamente-. ¿De verdad pensabas que esto era tan fácil? ¿Pensabas engañarme con unos cuantos billetes falsos?
-Mangel, te dije que no te acercaras... -dijo Rubiuh.
-Ahora... los dos morireis, ¿no te parece bonito morir juntos?
-Panda... -sonreí yo-. ¿Creeh que no habría supuehto ehto? El único ingenuo aquí ereh tú.