Capítulo 26. (Caretas)

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Siento como la filuda punta entra en uno de mis costados y chillo por el fuerte dolor. Mis terminaciones nerviosas gritan en busca de algún alivio a causa del ardor que se expande por mi cuerpo, puedo ver los ojos cafés de Ronald riendo mientras clava de nuevo el material que sostiene en sus manos.

Grito tan fuerte como puedo, pero nadie parece oírme. La avenida se ve vacía mientras las estocadas siguen cayendo por todo mi cuerpo, mis labios segregan una sustancia viscosa y siento como mi pecho se abre.

Ronald sostiene mi corazón en sus manos y mis ojos se abren. Siento el resonar de unas motos y como Chester se baja de ella para ver lo que el hombre que me está matando sostiene.

Pero sus ojos están vacíos, sin sentimientos.

No lo recoge, solo se va.

Me levanto asustad, sosteniendo mis manos en puños. Mis lágrimas salen en gran cantidad. Apego mis piernas a mi pecho y me permito llorar un poco.

Esto no está bien.

Cada vez se sale de las manos.

Dejo que mi cuerpo se tranquilice, pero no puedo evitar pensar en lo qué pasará si esto sigue en secreto.

Puedo morir.

Nunca se sabrá la verdad.

Miro por la ventana de nuestra habitación la carretera un poco desolada, también desde lejos se escuchar el rugir de un carro.

Agnes...

No debió hacer eso, sé que fue por llevarles la contraria. Ella no puede exponerse de esa manera. Lleva un bebé en el vientre...si vuela en un avión puede resultar peligroso.

Me coloco la pequeña bata y salgo de nuestra habitación cuando los siento llegar. La rubia está llorosa y muy enojada, sube corriendo las escaleras y me mira, la sigo y antes de que ellos puedan hacer algo, cierra la puerta de su habitación, con seguro.

—¡Abre la puerta en este momento!

—Muérete Troya.

—No me hagas tumbarla, sabes que lo haré.

—¡Vete a la mierda!

—Solo déjanos hablar —menciono en un tomo más calmado.

—Vendré, Agnes. Duerme bien está noche porque mañana me verás furioso.

—La misma mierda para ti.

—Oye...

—Vida...

—Tú vida estará conmigo está noche.

—Agnes, no me retes como un carajo. Soy tu hermano y sigues con esa mierda en la cabeza te encerraré a ver si piensas un poco.

—No iba a hacer nada malo.

—¡Ese idiota es un hijo de puta! ¡Es un maldito degenerando! —Chilla enojado Troya.

—Solo me quería ayudar.

—¿Cuánto te ofreció? Si es por el puto dinero, dímelo y te lo doy.

—¡No sabes nada!

—Solo déjennos aquí. Chester por favor, esto no le hace bien al bebé.

—Vida...

—Solo, déjenla descansar. Para ella esto tampoco es fácil.

Escucho como alguien golpea con fuerza la pared y sé que Troya debe estar más que molesto.

CUIDANDO DE ELLA®  - (SAGA MC - ELLA#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora