5. Pucheros y besos

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Una vez al mes iban donadores ocasionales o por parte de fundaciones.

Era día de visita.

O al menos así lo llamaban los niños. Cuando "los señores de afuera" iban con juguetes y ropa para ellos.

Alec estaba dando pequeños saltitos, subiendo y bajando sobre las puntas de sus pies. Estaba, como muchos otros niños, parado cerca de la puerta principal.

Magnus sonrió desde donde estaba sentado en los primeros escalones de la escalera. Era su primer mes, así que no sabía lo qué se perdía. Además le bastaba con ver la felicidad de Alec, para sonreír. Así era últimamente. Como si fuera Alec quien le diera su propia felicidad, sólo él lo hacía sonreír y a veces reír. Le daba chocolates, dormía con él, un día le había prestado su trajecito de vaca.

Ese día Alec se pegó más a él mientras dormían. Magnus quería decirle que lo aplastaba, pero no se atrevió. "Sólo dormiste conmigo para cuidar tu pijamita", Magnus le había dicho. Alec había hecho un puchero. "No es cierto, Magus".

Magnus se había reído y había abrazado al pequeño ojiazul. "Era juego, Aleg. No es cierto"  Alec seguía haciendo pucheros, hasta que Magnus fue y le dio un beso ruidoso que hizo que Alec sonriera y su carita se pusiera roja. Últimamente pasaba mucho y a Magnus le gustaba, aunque siempre era él quien le daba besos.

"Bueno... Pero ya regrésame mi vaquita".

-¡Ven, Magus, ven! -Alec seguía con una enorme sonrisa, dando saltitos.

Aleg era bonito.

A Magnus le gustaba Aleg.

-¡Maguuuss! -Alec hizo un puchero cuando Magnus siguió sentado y no se acercó-. Ven. Ya casi llegan.

Magnus no estaba interesado en lo que podrían darle. No le iban a dar papás, sus papis lo dejaron ahí. Y lo único que lo hacía sonreír era Alec. Entonces no necesitaba nada de lo que trajeran las personas.

-¡Magus! -pero Alec insistía, señalando la puerta y haciendo pucheros.

Magnus iba a levantarse, cuando el amigo de Alec llegó y dijo muy alto: -Déjalo, Alec. Seguro no le dan nada por miedoso.

Otros niños se rieron y Magnus sintió sus labios temblar. Iba a regresar a su cama cuando Alec dio un empujón a su amigo y corrió con Magnus. Lo abrazó, pero Magnus agachó su carita.

Él no quería ser miedoso. Quería ser valiente y bueno como Aleg.

-¿Magus? -Alec lo llamó cuando no volteó a verlo ni lo abrazó-. ¿Magus?

Magnus hizo pucheros. Quería irse a su camita. Entonces Alec dijo la palabra mágica: -¿Beso?

Magnus volteó rápido. Alec nunca pedía ni daba besos.

Alec tenía su carita llena de lágrimas también. -¿Beso? -repitió con un puchero.

Magnus tomó su carita entre sus manos y le dio ese "beso".

Magnus, el pequeño Magus, se imaginaba que los besos se daban sólo a una persona en la vida. Y ese día, mientras Alec se sentaba con él a esperar, decidió que los suyos serían sólo de Alec.

-Cuando sea grande -dijo Magnus, jugando con las manitas de Alec-, te voy a comprar una vaquita. Una para ti.

El rostro de Alec se iluminó. ¡Un vaquita para él! No sabía qué iba a hacer con una, pero la quería. -Gracias, Magus.



CONTINUARÁ...

Esta fue de las más pedidas, así que maratón esta semana ❤

Mi pequeño corazón (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora