15. Besos guardados

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[Cuatro años después]

-Hola Magnus.

Magnus levantó la mirada de su libro. Él y Alec tenían ya doce años, tenían ocho cuando Robert volvió a llevárselos, y ya habían pasado cuatro, Isabelle debía tener diez.

No había vuelto a ver a ninguno de ellos. Pero sabía por Maryse, que a veces hablaba con Alice o Bianca, que estaban bien y le mandaban saludos. Ella sólo los veía los fines de semana.

Ya no había videollamadas. No había cartas. No había vacaciones en las que pudieran verse aunque fuera un par de veces...

Pero tenían un modo extraño de seguir en contacto. La última vez Maryse le había dicho a Alice: "Alec manda saludos a Magnus, dice que en su clase están leyendo El jardín secreto".

Entonces, por supuesto, Magnus comenzó a leer El jardín secreto. Aunque él no leía en francés.

Pronto Alec volvería y ellos podrían hablar de sus lecturas, de las películas que ambos veían, de todo lo que hicieron esos años separados. Ya faltaba menos y él iba a esperarlo como prometió.

Todavía había días difíciles, pero Magnus no se permitió olvidar. Cuando empezaba a sentirse triste o solo, ponía su mano en su pecho -como le había dicho a Alec- y sentía su latido. El del corazón de Alec, y entonces recordaba aquellos ojos tan azules, las sonrisas, los chocolates, las noches de tormenta, el trajecito de vaca que Alec amaba, y sus labios suaves cuando le pedía un beso...

Magnus cerró su ejemplar de El jardín secreto, y miro aquellos ojos de esmeralda. -Hola Camille.

Camille era una niña nueva en Pequeños Ángeles. Había llegado hacía un par de años, sus padres habían muerto en un accidente de auto y ella no tenía más familiares.

-¿Qué estás leyendo? ¿Puedo leer contigo?

Magnus mordió sus labios. No quería ser grosero con la niña, él también había estado solo antes de que sus mamis lo adoptaran, pero ese libro era algo de Alec y suyo...

-Claro. Pero vamos a leer otro.

Camille sonrió y corrió a buscar algo interesante en las estanterías de la biblioteca.

* * *

Ese fin de semana, Alec llegó con los ojos enrojecidos a su casa.

Isabelle venía de malas, como siempre. No era justo que ella tuviera que ir a un Internado, sólo porque Jace era feliz cumpliendo todo lo que Robert decía. Ella y Alec no eran felices. Pero al menos Alec tenía a Jace. Ella estaba sola en la sección de chicas, no le permitían hablar ni visitar a Alec.

Jace llegó directo a la oficina de Robert a contarle como él y Alec eran los más avanzados de la clase.

Alec se tiró en su cama, sacó su pijama de vaca, aquella que guardaba siempre cerca de su almohada, y lloró.

¿Por qué no podía ser de nuevo ese niño feliz?

No tenía familia, pero tenía amor. Tenía a Magnus, compartían los juguetes que les donaban, tenían chocolates, y le daba flores que hacían estornudar a su príncipe.

Alec secó sus lágrimas y sonrió recordando como ponía las flores cerca de la nariz de Magnus y él estornudaba pero decía que eran hermosas. Magnus le dijo que las tenía guardadas todas, y sus cartas, y la foto que Alice les había tomado una vez. Alec tenía a Presidente, aquel gatito, y tenía la foto que Izzy les había tomado el último día, también tenía las cartas. Tal vez cuando volviera, cuando vivieran juntos, podrían juntarlo todo y recordar juntos.

-¿Qué tienes, cariño? -Maryse entró y se sentó junto a él.

Alec se abrazó a su mamá. No importa si Jace decía que los niños grandes no hacían eso.

-Un niño me besó -nuevas lágrimas cayeron por sus mejillas.

John, un compañero suyo, le había dado un beso. Había sido algo inocente, al menos Alec así lo creía, John sólo le estaba agradeciendo por pasarle la tarea, pero no le gustó. Él no quería besos de nadie.

-Oh -Maryse se quedó un rato en silencio-. ¿Él te gusta? ¿Es un amigo tuyo? ¿Te lastimó?

Alec negó tres veces. No le gustó. No era su amigo. Y no lo lastimó.

-¿Entonces?

Alec hizo un puchero. -No quería que mi primer beso fuera con él.

Maryse no pudo evitar reír. Recordaba varios besos entre su hijo y Magnus cuando eran pequeños.

-Alec, este niño no fue tu primer beso.

-¿No?

Maryse le sonrió a su hijo. -No. Magnus y tú se quieren mucho y se lo demostraron muchas veces con besitos.

Alec volvió a sonreír. Recordaba cuando él se los pedía a Magnus, cuando se casaron, cuando se despidieron. -¿Esos besos contaban?

Maryse volvió a reír. A veces Alec era tan inocente. -¿Tú quieres a Magnus? ¿Querías esos besos? -Alec asintió-. Entonces sí cuentan.

Alec sonrió de nuevo, pero aclaró: -John no me gusta. Ni nadie más. ¿Puedo guardar mis besos para Magnus? ¿Él va a guardarlos para mí? ¿Y si Magnus besa a otros?

Maryse volvió a sonreírle a su hijo. -Seguro que él también los guarda para ti, Alec.



CONTINUARÁ...

Seguro que ya odian a John y Camille 😂, tranquilos, el malec es sagrado 😌❤

Mi pequeño corazón (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora