38. Tuyo, mío

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-¿Clarissa? No he sabido de ti desde ese curso intercultural al que ambos entramos. Cuando quise pedirte tus datos, te habías ido ya a Francia. Me encantaría que retrataras a mis Pequeños Ángeles, siempre me encantó tu forma de dibujar y pintar, tienes tanto talento...

Alec miró con una ceja alzada a su novio, su corazón -tal vez hubo una gran sonrisa tonta al pensarlo así- hablando al teléfono de Simon.

Simon tenía una mirada herida, mientras el profesor de Pequeños Ángeles hablaba con su mejor amiga y ninguno parecía tener intenciones de incluirlo en la conversación.

Miró a Isabelle Lightwood como si ella pudiera hacer algo al respecto, pero ésta miraba divertida a su hermano mayor.

Simon hizo un puchero, parecía que todos se habían olvidado de su existencia. Así que decidió ir con los pequeños Max y Becca.

-Mira nada más esa sonrisa tonta -dijo Izzy, golpeando suavemente a Alec.

Alec soltó una risita, sintiéndose ruborizar. Le costó mucho apartar su mirada de Magnus. Hubo incluso un último suspiro que sólo hizo reír más a su hermana.

-¿Algo que me quieras contar? -Izzy también sonrió. No recordaba haber visto a Alec tan feliz nunca.

-Magnus me perdonó...

Izzy resopló. -No seas tonto, Alec, él te había perdonado desde antes. Nadie podría enojarse contigo durante tanto tiempo, cuando ni siquiera fue tu culpa. No se te podía guardar rencor por algo así, tú también sufriste.

Alec hizo una mueca, no queriendo hablar más de eso. El pasado era pasado, mejor mirar al presente e intentar curar las heridas de ambos. De nada servía ya buscar culpables.

-Quiero decir que me dio otra oportunidad. Nos dio otra oportunidad -y ahí estaba de nuevo esa sonrisa enorme.

Izzy abrazó a su hermano. -También sería tonto si no lo hubiera hecho. Tal vez esos años separados les han dolido a ambos, sea cual sea la razón por la que se separaron, pero es obvio que el amor sigue ahí, basta verlos mirarse, Alec. Sus ojos brillan y pareciera que son sólo ustedes dos en el mundo. Incluso sus cuerpos parecen atraerse, en la fiesta lo noté, inconscientemente siempre estaban pendientes del otro. Sólo alguien realmente estúpido o masoquista dejaría ir a esa persona de la que se enamoró. Si yo, como tú, hubiera conocido al amor de mi vida desde prácticamente siempre, no lo dejaría ir por nada del mundo.

Alec sintió su corazón hincharse por el sentimiento que lo llenaba. Era así, él conoció al amor de su vida, a su corazón en su infancia, no podía perderlo, nunca lo dejaría ir.

Rodeó con sus brazos a su hermanita, con fuerza. -¿Cómo es que eres tan sabia a tu edad?

Izzy sólo le guiñó. -Y hablando de amor...

Alec siguió su mirada y la empujó suavemente cuando la vio mirar a Simon.

-¡No! -fue todo lo que le dijo, señalándola con un dedo e ignorando su puchero, antes de ir con Max y la otra pequeña.

Simon hizo otra mueca cuando perdió la atención de los niños al llegar Alec.

-¡Él es Aleg! -gritó Max en cuanto lo vio-. Es mi hermano -le explicaba a Becca.

Los ojitos de ella se abrieron demasiado, mirando a aquel chico alto que se sentó al lado de ellos. Sus ojos eran tan azules. Ella extendió su manita hasta que Alec se agachó más y pudo tocar su mejilla.

-Me gustas -y la vocecita de la niña estaba llena de ternura y admiración.

Alec soltó una risita, abrazando a Max cuando éste gritó un "¡Nooo!" y miró mal a la niña.

Mi pequeño corazón (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora