3. Recuerdos y sorpresas

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Pronto iba a ser el cumpleaños número cinco de Jace. Y Robert le tenía una sorpresa.

Alec y él estaban en clases particulares porque Robert no quería hijos "ignorantes". Él lo había dicho así.

Alec no creía que él fuera igo...lo que sea, Magnus siempre le dijo que era bonito y listo. -Así como mucho -dijo Alec, extendiendo sus bracitos lo más que pudo-, Magus lo dijo.

Alec asintió hacia su nuevo profesor que sólo le sonrió.

La pequeña Izzy estaba también sentada en su propia mesita, incluida en la clase, aunque ella sólo estaba con un libro para colorear.

Jace estaba muy atento escribiendo las letras del alfabeto una y otra vez. Quería aprender rápido para Robert estuviera orgulloso, él le dijo que le tendría un regalo de cumpleaños si para ese día sabía leer y escribir.

Mientras tanto Alec garabateaba las letras como podía, frunciendo su ceño, mordiendo su labio, sacando su lengua mientras intentaba hacerlo bien.

Joseph, su profesor, sonrió de nuevo hacia Alec. Alec tenía la frescura y felicidad típica de la infancia y sus ojitos azules brillaban cuando hablaba de "Magus". -¿Quién es Magus, Alec?

Jace trazó la Z rápidamente para responder. -Mag-nus es un huérfano cobarde.

Él sólo estaba repitiendo las palabras de su nuevo padre.

Los ojos de Alec se llenaron de lágrimas. -¡No es cierto! Magus no es... ¡No es eso!

Jace le sacó la lengua y siguió escribiendo.

Joseph se agachó al lado de Alec cuando empezó a hacer pucheros. -No es, ¿verdad?

Joseph le sonrió. -No, dime tú quién es este Magnus.

Eso hizo que la sonrisa de Alec volviera, asintió feliz. -Magus es... -miró a Jace y bajó la voz- es mi pincipe, yo le daba fores y chocolates, y nos casamos. Es mi esposo y vamos a estar juntos pronto.

Joseph asintió. Él debía ser el amiguito del que le habló Maryse. Entonces tuvo una idea. La mayoría de los niños empezaban escribiendo "Mamá", "Papá", o sus propios nombres, pero ya que Alec todavía no estaba tan apegado a sus padres adoptivos, casi podía asegurar el nombre de quién lo animaría a aprender pronto.

-¿Quieres que le demos una sorpresa a Magus? Tu mami me dijo que pronto van a visitarlo.

-Sshh -Alec usó sus manitas para cubrir la boca de su profesor-. Es secreto -miró mal a Jace porque por su culpa no habían podido ir antes, Jace le contó a Robert que iban a ir y él dijo que ya no tenían nada a que ir a ese lugar.

Pero es que Robert no sabía que ellos eran esposos y Alec era su príncipe, él prometió volver, como hacían los príncipes siempre, para rescatarlo. Y lo iba a hacer.

-Está bien -Joseph bajó la voz-. Es un secreto, pero ¿quieres darle una sorpresa?

-¡Siiii! -después vio a Jace y susurró "Sí".

-Bien -Joseph frotó sus manos-, vamos a escribir su nombre para que se lo des cuando lo veas.

Y la sonrisa del pequeño Alec le dijo a su profesor quién era la persona que él amaba más, aquella por la que haría hasta lo imposible, la que lo animaría a ser mejor persona toda su vida.

Muchos encontraban a esa persona en su adolescencia o su vida adulta. Algunos no tenían la fortuna de encontrarla. Alec y Magnus se encontraron en su infancia.

* * *

Alice estaba tan feliz, ¡El abogado les había dicho que era prácticamente un hecho que podrían adoptar a Magnus!

Era cuestión de una semana o dos para presentar los papeles sin riesgo a que Cristie pudiera intervenir y negarles la adopción.

Con suerte para ese momento Maryse y Alec podrían visitarlos fuera de Pequeños Ángeles.

Magnus estaba muy sonriente desde que habían recibido la videollamada y Alec prometió ir pronto.

Pronto tendría a su príncipe de vuelta y dos mamis.

Cristie estaba fuera, así que Alice aprovechó para llevar a Magnus a la biblioteca, al libro donde tenía guardadas las flores que Alec le dio, no temía que el niño olvidara a su pequeño esposo pero siempre es más fácil si hay algo que te hace recordar.

Magnus reconoció al instante el libro donde Alice había guardado todas las flores de su príncipe, pero su enorme sonrisa se convirtió en pucheros cuando vio que estaban secas.

-Murieron -lloriqueó Magnus-, Aleg ya no me va a querer porque no las cuidé.

Alice negó, acarició la mejilla de su futuro hijo y le mostró una flor de colores: -No te va a odiar porque las estamos conservando, ¿ves? Las flores se secan cuando las cortas, por eso las guardamos aquí para no perderlas. Alec te va a querer más por guardarlas, y algún día las van a ver y van a recordar los momentos que vivieron aquí.

Magnus volvió a sonreír con eso, aunque no entendió todo. -Pero yo recuerdo a Aleg aunque no vea las flores -señaló su pecho-, porque aquí está su corazón y él lleva el mío.



CONTINUARÁ...

¿Qué les va pareciendo la segunda parte?

Mi pequeño corazón (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora